Capítulo V

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Alexandre no estaba preparado para hablar sobre ese tema y mucho menos frente a la familia real. Fue una cena bastante incómoda para él, sin embargo, para Alice fue muy entretenida, tanto que tuvo que tapar su boca con la servilleta en varias ocasiones, y a juzgar por las arrugas que se le formaban alrededor de los ojos, estaba claro que, detrás de la servilleta de lino, se estaba riendo. La visita de los marqueses apenas comenzaba y ya le estaban agradando más de lo que había podido imaginar.

Alexandre apenas dijo nada durante la cena. Para ser sincero, era mucho más fácil escuchar a sus padres, que intentar conversar con ellos, sobre todo teniendo en cuenta el camino que había tomado la charla.

–Usted no es muy hablador, ¿verdad?,– preguntó Marga.

–Al menos no soy la única que lo nota.– comentó por lo bajo Alice, sin lograr que nadie la escuche.

–Lord Fontaine,– dijo el rey,– es muy reservado, eso es todo.

–Así es, prefiero escuchar.– dijo Alexandre.

–Dígame, Lord, ¿cómo sería la mujer perfecta para usted?.– preguntó Marga.

Todos esperaban la respuesta de Alexandre, quien de inmediato sintió la mirada de todos sobre él.

–No lo he pensado.– dijo.

–Vamos, hijo, contesta, me gustaría saber.– dijo Marie.

–Bueno..– dijo Alexandre,– que sea inteligente, por supuesto, educada, bondadosa, entrañable, responsable, puntual, frágil, pero a la vez fuerte, y que tenga delicada belleza.– finalizó.

–Parece que describes a tu madre.– bromeó Louis.
Todos los presentes rieron.

–Tienes razón, papá. Mi madre es una mujer maravillosa, así que, si, tengo una expectativa bastante alta.

–Olvidó decir, divertida.– dijo Alice. Alexandre la miró,– dice que el modelo de mujer perfecta es su madre, y ella es muy sonriente.

–Así es, Alteza. Es que solo mencioné las características más importantes para mi.

Marie, era tan sensible y se emocionaba con facilidad, así que después de escuchar que su hijo la tenía en tan alta valoración, una lágrima corrió por su mejilla.

–¡Oh, hijo mío!.– Alexandre la miró, y de inmediato le preocupó, no sabía la razón de su llanto.

–Madre, ¿te sientes bien?.

–Mejor que nunca, me siento muy feliz de tener un hijo como tú, ¡soy la madre más feliz!.– dijo con emoción.

–Aveces suele ser muy sentimental.– explicó Louis al rey, quien la miraba con asombro.

–Ya lo veo.– dijo.

—Lo siento,– Dijo Marie limpiando sus lágrimas.

–No tienes que disculparse, –Las madres somos así, extremadamente sensibles.– dijo la reina.

Continuaron hablando, cambiando de un tema a otro durante el resto de la cena. Cuando terminaron, procedieron a retirarse de la mesa, todos habían quedado muy satisfechos.

–Os voy a decir una cosa– anunció Louis,– creo que esta noche es una de las más agradables del año. A pesar,–dijo, mirando a Marga,– de algunos comentarios inoportunos.– la señorita había comentado algunas insolencias durante la cena, claro, cosas sin mucha importancia, pero que a Louis le avergonzaba. Y, para sorpresa del rey y la reina, también para Alexandre, el comportamiento de la princesa había sido impecable.

–En todas conversaciones hay comentarios fuera de lugar, no se preocupe.– dijo la reina, con la dulzura que la caracterizaba.

Pasaron rápidamente a uno de los salones, para ponerse cómodos y continuar conversando. Una vez ahí, los hombres se agruparon, para conversar cosas de hombres, y las mujeres hicieron exactamente lo mismo. Marga no paraba de hacer preguntas sin sentido, la reina, quien poseía el don de la amabilidad, respondía a cada una de ellas, así que la señorita Charpentier, rápidamente se entendió con la reina, y entablaron una conversación aparte.

PEONÍA Where stories live. Discover now