Percato la presencia de ese individuo. Se encuentra acostado, al lado de uno de los cuerpos mirando fijamente el techo.
Se nota la satisfacción por su enorme sonrisa y rostro eufórico. ¿Matar se siente tan bien?

— A-L-B-A.

Escucho las letras de mi nombre ser pronunciadas en un leve eco repitiéndose una y otra vez lo que causa que mi cuerpo se solidifique. Mi piel se pone de gallina.

Puedo notar que ya no está en dónde lo he observado hace unos instantes porque, en cuanto giro mi rostro, encuentro su figura justo detrás de mí, analizándome a través del cristal que tengo delante.

Su cuchillo está en mano, listo para acabar con la vida de cualquiera en segundos. Comienza a limpiarlo con su dedo índice. Elimina el exceso de sangre que cubre la hoja y mira fijamente su arma, la cual aún se halla con pequeñas gotas de esta. Lleva su instrumento a la boca y pasa su lengua por el para saborear el líquido rojo. No muestra ninguna expresión cuando lo hace, pero luego al mirar fijamente mi rostro a través del espejo, esboza una sonrisa sádica, perversa que me confirma nuevamente que tipo de persona es. Un psicópata.

Su rostro se ve lleno de sangre al igual que toda su ropa, pero, claramente no le importa.

— ¿Tienes miedo? — susurra en mi oído dejándome percibir su respiración un poco agitada.

— Si. — balbuceo con la voz entrecortada.

— ¿Te gustaría morir aquí? — Su mirada entusiasta se desvanece para cambiar por una inexpresiva. Esos ojos oscuros como la noche dejan de mostrar algo de emoción, ahora parecen un pozo sin fondo.

La respiración es aún más agitada cuando niego rápidamente con la cabeza. Mi pecho sube y baja, el corazón se contrae una y otra vez con rapidez.

Estoy segura que no voy a salir de aquí con vida. Sé que ya todo está perdido. De nada sirve huir, ya que con solo un movimiento de su mano izquierda puede herirme de gravedad y asesinarme.

Estoy preparada para recibir una puñalada, sin embargo, eso no sucede cuando escucho su próxima palabra— Vete.

— ¿Qué? — un leve gesto de confusión se forma en mi rostro.

— ¿Acaso no escuchaste? ¡Acaba de irte! — Ruge como si su paciencia se hubiese acabado.

Estoy totalmente desconcertada, no obstante, si me está dando un chance para irme de aquí no lo voy a pensar más y voy a escapar de este lugar de una vez por todas.
Salgo corriendo como alma que lleva el diablo hasta que al final, después de unos minutos, encuentro el lugar por donde entré.

Sin pensarlo, atravieso ese maldito agujero que me lleva justo fuera de caos que se encuentra en esa terrorífica atracción.

Corro sin mirar hacia atrás, hablar con alguien, llamar a emergencias o comunicarle a algún policía lo sucedido.

En cuanto llego a mi casa, abro la puerta y respiro con tranquilidad por primera vez en toda la noche.

Las luces están apagadas y mis padres duermen, por lo que sin hacer ruido atravieso la sala hasta mi habitación
Enciendo la luz y cierro la puerta con llave, luego la ventana que está al lado de mi cama y para sentarme en una esquina del cuarto.

Mi cuerpo se relaja y mi pecho comienza a doler. Ya estoy a salvo, pero mis temblores no se detienen.

Cuando ese chico apareció intenté no demostrar tanto pánico, traté no mostrarme tan débil, pero ya no aguanto seguir fingiendo no estar tan afectada por lo ocurrido. No puedo seguir conteniendo mis lágrimas.

Comienzo a llorar desesperada y llena de angustia. No sé qué estoy haciendo exactamente. Estoy ocultando un crimen y eso me convierte en cómplice. Han muerto tres personas frente a mí y yo solamente me preocupo por mí y en salir con vida. Soy demasiado egoísta al sentirme de cierto modo aliviada de no ser yo quien ha muerto, pero al mismo tiempo, me hallo en un hueco donde la culpa me consume.

—¿Por qué me engaño tanto a mí misma? He querido tanto que se murieran, que tuvieran una muerte tan dolorosa, que sufrieran por lo que me han hecho. ¿Por qué me estoy comportando tan hipócrita? No puedo sentir lastima por esa escoria.

Golpeo mi rostro en intento de borrar esas palabras y callar mi conciencia. No puedo querer eso, no puedo pesar de esa forma.

Una ola de pensamientos negativos me inunda la mente. Preguntas me invaden dejándome confundida.

Aprieto fuertemente mis manos encajando mis uñas en la piel tratando de reprimir lo que percibo en mi interior. Me topo con un yo totalmente vengativa, que desea la muerte de alguien. Mi mente no reacciona, no séqué pensar o que hacer.

Además de esos sentimientos, la presencia de la culpa va aumentando al pasar los minutos.

Quiero gritar y desahogarme. Más que quererlo, lo necesito. No es algo fácil encontrarse en una situación así, hecha un completo desastre de pensamientos y sentimientos desfavorables.

— ¿Tanto miedo te provoco? — Esa voz vuelve a resonar en mis oídos, comienza a grabarse en mi mente logrando escalofríos.

Lo reconozco. Identifico a esa persona dueña de cierta voz tan gruesa y masculina provocadora de miedos en mi interior.
Es él.

— ¿Que...que haces aquí? — pregunto con la voz temblorosa

— Relájate, no te voy a matar. — sonríe de lado en un acto de satisfacción al verme asustada. Le gusta verme así. Tal y como a Jordán.

No emito ningún sonido, solo me quedo sentada, mirando fijamente la ventana en la que se apoya. Es de suponer que se ha adentrado por ahí.

Esos ojos indescriptibles e indescifrables me observan fijamente. Me analizan de forma minuciosa. Sus labios forman esa sonrisa que hace poco pude ver y que causa cosas en mi interior, miedo.
No pude percibir ni un sonido.

— Me debes tu vida. — Alza una de sus cejas y sonríe de lado.

Camina hasta quedar a medio metro de mí.

— ¿Mi... ¿Mi vida? — Logro emitir algunas palabras.

— Te dejé escapar y gracias a eso estás viva. — explica sin apartar ni un segundo su pesada vista.
No logro hacer contacto visual, siento que, si lo intentase, comenzaría a llorar.

— Lo que pasa es que todo lo que ha sucedido no se lo vas a decir a nadie, ni a tu madre, a menos que quieras terminar como ellos — Escupe en un tono serio y frío, como si no le gustase dar explicaciones.

Levanto la cabeza desconcertada por sus palabras y lo miro dejando a su vista mi rostro enrojecido de tanto llorar.

Reúno un poco de valor y decido habar con seguridad por primera vez en la noche. — No crees que hubiera sido mejor haber acabado con mi vida en ese momento. No tendrías que llegar a este extremo y amenazarme.

Comienza a reírse descarada y ruidosamente en mi cara a lo que lo miro extrañada por su reacción.

— ¿No crees que es aburrido matar a todos y ya? — Se burla ante mi cara de estupefacción — Si quiero que vivas, vas a vivir, pero si es mi deseo que mueras, eso harás.

Saca un pañuelo de su pantalón y riega en él un poco de líquido de un frasco. Lo acerca a mi rostro para estamparlo contra mi cara. Poco a poco siento como el cuerpo se va adormeciendo hasta no poder hacer nada por mí misma. Un sueño profundo se apodera de todo mi ser.
                       

                           *Fin del capítulo*






Nota:
Hola hola! Espero que estén bien y que anden disfrutando de la historia.
Recuerden que pueden ver contenido de esta misma en Instagram.
Disculpen la demora:)

El Alba de la oscuridad. [En Proceso]Where stories live. Discover now