Capítulo IV

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No tengo curiosidad porque, normalmente la vida de las personas que me rodean es calmada y aburrida.
En este lugar no ronda ningún misterio que llame mi atención y en mi creencia la policía solo trata casos de infidelidad, alguna que otra pelea y cosas así de comunes y por esa razón veo tanto entusiasmo en los ojos de aquellos que no paran de hacerme preguntas.

— ¿Me puede decir que hizo después de llegar a la feria? — cuestiona el jefe de policía Jonh.

John Brown, jefe de policía en esta pequeña comunidad. Es una persona admirada por todos aquí y es normal, pues siempre está atento a lo que le sucede a cada ciudadano. Mantiene una relación estrecha con todos, hasta con mis padres.

— La verdad es que no recuerdo lo que sucedió. En mi mente solo está el vago recuerdo de cuando fuí con la vecina, la de cabellos rubios. — mi mirada se concentra en sus ojos.

La sala de estar se compone por un sofá y dos muebles en frente de este de color blanco. En el centro, hay una diminuta pero elegante mesita con un cenicero y un retrato de la familia donde, en estos momentos reposan cuatro tazas de café. Mi madre, mi padre y yo nos encontramos sentados en el sofá justo delante de dos policías: el jefe y un acompañante.

— Bueno, hoy hablamos con su vecina antes de llegar aquí y ella nos informó que ustedes se encontraron en el festival y salieron corriendo. — Toma su taza de café y le da un sorbo.

— No afirmo nada de eso. Solo sé que estaba en el festival junto a la chica y de ahí en adelante no puedo recordar más nada. — Estoy totalmente nerviosa pero gracias a todos los dioses logro que no se note en mi voz.

— Señor Jonh — Habla mi madre en un tono calmado mientras coloca una de sus manos encima de la mía — Ayer en la noche, mi hija llegó asustada y agitada, como si hubiera estado corriendo y luego de entrar a la casa se desmayó. Yo me encontraba en la sala cuando eso sucedió y me asusté. Gracias a su padre la pude cargar y llevar hasta su habitación.

No sé si en realidad eso sucedió anoche, sin embargo si es lo que debo decir para poder salir de este lío, lo haré sin ningún problema. No puedo estar en la mira de la policía, porque quiero averiguar lo que pasa.

— ¿Sabe la razón de porque se desmayó? —Habla en un tono desafiante, como si tratara de hallar algún error.

— Padece de anorexia, la enfermedad que provoca la perdida de apetito, no se alimenta como es debido a pesar de que yo le peleo por esa razón. El día de ayer no comió nada excepto en el desayuno por lo que suponemos que eso es lo que ha sucedido.

Después de unas preguntas más, los policías decidieron irse avisando antes que volverán pronto. Por un momento, pienso en que ninguno de esos dos señores quedaron convencidos con lo que mis padres le afirmaron, pero por ahora es suficiente.

— Yo los acompaño hasta la puerta. — Avisa mi madre levantándose de su asiento, para caminar detrás de los oficiales.

Me quedo sentada justo al lado de mi padre. Abunda un silencio incómodo, sin embargo no trato de sacar algún tema de conversación.

La verdad, es que no tenemos buena comunicación y convivimos poco, de echo hay días en los que, ni siquiera lo veo en la casa.

A veces quisiera sentir un poco de su cariño. Desearía que me viera con otros ojos e intentara interactuar conmigo.

Cuánto quisiera que viera más en mi, que viera a Alba, al ser humano Alba.

Su mirada se posa en mí. Por un momento creo que me va a hablar o preguntar qué es lo que está pasando, pero, no me dirige la palabra. De su parte, solo puedo sentir un leve suspiro, y después sin despedirse de mí, se marcha directo a su habitación.

El Alba de la oscuridad. [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora