Capítulo 14: ˚El ultimo encuentro˚

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¿Qué es más fuerte, el amor o el odio? Tal vez dependa de cada persona en la tierra elegir de que lado esta, si la vida le permitirá conservar un corazón puro o si golpeará tan duro que no podrán levantarse de nuevo, al menos no en una sola pieza

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¿Qué es más fuerte, el amor o el odio? Tal vez dependa de cada persona en la tierra elegir de que lado esta, si la vida le permitirá conservar un corazón puro o si golpeará tan duro que no podrán levantarse de nuevo, al menos no en una sola pieza.

Tessa había tomado la decisión hace tiempo, escogió el amor sobre el odio y eso la llevó a donde estaba ahora, dirigiéndose hacia las afueras de Verona con su única arma, intangible, resguardada en el interior de su pecho que subía y bajaba con rapidez. En poco tiempo descubriría si poseía el tipo de amor que es capaz de salvar al mundo, o por el contrario, el tipo de amor que lo quemaría hasta convertirlo en cenizas. 

Hace pocas noches la Gran Bruja visitó sus sueños y trajo consigo una visión, la hora por fin había llegado. Tessa siempre se imaginó que cuando fuera el momento se sentiría temerosa e incapaz, sin embargo, lo único que sintió fue un enorme alivio, ya no tendría que vivir sus días sin saber cuando sería el final de la tortura, la espera terminó. 

Esa noche Tessa logró dormir profundamente como hacia meses no lo lograba, no hubo pesadillas, solo calma, una calma que le permitió descansar y envolverse en dulces sueños. Al despertar esa mañana su cuerpo sabía lo que debía hacer así que con sigilo aparto las sabanas y salió de la cama, tuvo especial cuidado para no despertar a Felix que dormía tranquilamente a su lado. 

Notó curiosa como el chico llevaba pantalones de mezclilla en vez de la pijama, pero realmente no le tomó mucha importancia, ni siquiera notó cuando el muchacho se acostó a su lado la noche anterior y Felix acostumbraba tirarse en la cama y quedarse profundamente dormido olvidando cambiarse de ropa algunas veces.

Deposito un beso en una de las mejillas pecosas Felix, ahí donde tenía la delgada cicatriz que ella le había hecho con Heosphoros el día que se conocieron, a pesar de querer contenerlo lo más posible no pudo evitar que las lagrimas comenzaran a nublar su vista y sin permiso resbalaran en tropel por su rostro, se mordió el labio tan fuerte que sintió el sabor metálico de la sangre inundando su boca mientras salía de la habitación después de dejar una carta sobre el mueble a un lado de la cama.

Esta vez no hubo caballo blanco que la transportara veloz en medio del bosque, eso quedó en manos de un taxi que cruzo hábilmente las callejuelas de Verona hasta dejar a Tessa en medio de la nada, o así creyó el conductor que con extrañeza decidió no hacerle preguntas a la muchacha.

Cuando Adelein la adoptó hace algunos siglos atrás vivió con ella sus primeros años en una solariega casa de campo con salvaguardas a su alrededor y lejos de cualquier rastro humano. El hogar de su niñez debería ser algo que recuerde con melancolía, pero no era así, no mientras en esa casa se encontrara el sótano donde Adelein solía encerrarla en completa oscuridad cuando lloraba, o el pulcro cuarto sin vida que siempre sintió ajeno, aquel de paredes blancas que ella intentaba decorar con dibujos de flores. Odiaba ese lugar.

Comprendía porque la rebuscada mente de Adelein había decidido que esa casa era la locación perfecta para rencontrarse después de ocho siglos. Adelein pensaba que Tessa todavía tenía oportunidad de redimirse, de arrepentirse de sus actos, creía que aún podía controlarla, Tessa estaba segura que al llegar la Gran Bruja apelaría a los tristes recuerdos del pasado para mostrarle que el amor nos hace débiles y que ser amados es ser destruidos.

IN THE LETTERS • FelixWhere stories live. Discover now