Capítulo tres.

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Todo era un desastre esas últimas horas dentro del castillo: o al menos así se sintió Leon cuando Ashley intentó atacarlo, y esa ni siquiera era ella.

Posteriormente fue toda una labor reencontrarse, y Ashley empezaba a mostrar secuelas psicológicas de lo que pasó. Si bien era bueno no haberla encontrado herida, sino apartada y refugiada: se veía que ella no estaba del todo bien tras esa posesión mental.

Tras muchas dudas y más conflictos que soluciones, buscó las mejores palabras para conseguir motivar a Ashley y tranquilizarla ante lo ocurrido.

—Saldremos de ésta... juntos.

Leon sabe, es consciente de que podrían volver a hacer lo mismo otra vez. Que era sólo cuestión de un rato, que las cosas no seguirían tranquilas mucho tiempo y que ni siquiera podía contar con alguien más entonces. Pero no, no podía permitirse decirle algo como eso a la pobre chica. Mucho menos viendo lo fuerte que había sido ante adversidades que la superaban por mucho, y que sólo habían logrado ponerlos a ambos en peligro.

La rubia tembló un poco, otra vez, recostando su espalda en el sillón.

—No sé si pueda.

—Puedes —insistió brevemente, Kennedy. Llevó una mano a tocar su hombro con sutileza—. Pero avísame la próxima vez que vayas a apuñalarme, ¿de acuerdo? —bromeó.

Graham apenas pudo sonreír de regreso, ya reincorporándose.

—Leon... gracias.

El contrario se sintió aliviado. Nada dentro de ese castillo había mejorado salvo el vínculo entre ellos dos y quizás, un poco de la confianza que cargaban. Pero no, las cosas que quedaban por atender seguían siendo igual de letales. Sumado a eso, sus sospechas sobre Ada Wong resultaron ser certeras y la mujer estaba viva, incluso pensaría que su encuentro fue planeado.

Ignorando su curiosidad por la fijación que mantenía Ada Wong en él, se levantaron y Leon empezó a caminar por los alrededores del cuarto, esperando encontrar pistas de algo o estar atento a los ruidos de afuera por si había enemigos esperando. Mientras tanto, Ashley aguardaba a una señal y la radio sonó luego de varias horas sin haberlo hecho.

—Luis, pasaron horas ¿dónde estás? —preguntó, y luego se dio cuenta de que no recordaba si mencionó que fueron horas desde que Luis contactó con él, o si simplemente lo había pensado.

—Lo siento, yo-- eh... eché a perder el asunto —Kennedy estaba a punto de consultar su estado, por mera preocupación, hasta que lo interrumpió en tono burlón del europeo—. ¡Oh, príncipe! ven a rescatarme.

—Va, ya te voy a dar tu príncipe, amigo. —imitó su entonación al hablar, respondiendo inconscientemente a la misma. Luis sólo pudo soltar una risa genuina tras captarlo, ya que parecía estarlo evadiendo.

—Pésimo acento —murmuró, por poco llegando a ofender a Leon un poco más de lo que él lo hizo recién—. Vamos, estoy en el salón detrás del patio... no llegues tarde al baile.

—Nada sería peor.

Podía ser simplemente la imaginación de Leon, pero era como si a Sera le hiciera gracia o le llegase a alegrar hablar con él. Claro que era extraño pensar que ya le agradaba, apenas se conocían. Luis no tenía nada que hacer con ello y Leon tampoco, así que su conclusión fue que disfrutaba de molestarlo, o quería conseguir algo más fastidiándolo.

Incluso cuando le disgustaba tanto esa idea.

—No puedo creer las cosas que dice. —dejó escapar al aire tras haber cortado la comunicación con Luis.

smoke & gum ☆ serennedyWhere stories live. Discover now