Capítulo uno.

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. . .

Los golpes reiterados llamaron su atención. Era fácil de descifrar, había algún civil (si es que se les podía llamar de esa forma) ahí dentro. Fue curioso para Leon que no estuvieran listos para atacar, sino dentro. Normalmente esperaban en una ventana, o se asomaban hasta que lo encontraban y lo intentaban ejecutar.

Tras neutralizar al individuo y mirar con curiosidad las maderas que sellaban el suelo, instintivamente las quitó para bajar y acercarse a la fuente del ruido. En la bolsa que se movía frenéticamente sólo podía haber una persona intentando salir en su desesperación, pero no podía asumir que estaba bien ayudar. No por ahora.

Con la linterna, dio pasos lentos acercándose y agachándose hasta la bolsa. Acomodó la linterna en su hombro, sujetándola en su costado y desatando el nudo que cerraba la bolsa. La cabeza se sacudía lateralmente, moviendo su cabello largo y rizado encima de sus ojos. Leon llegó a ver la cinta cubriendo la boca, así que tiró de la misma, analizando lo que tenía en frente.

─Duele, ¿sabes? ─se quejó aquél hombre, claramente irritado por la brusquedad de Leon. En cuanto sacudió su cabeza y cruzó sus ojos con los azules, su gesto cambió radicalmente.

─Me pareció que realmente querías hablar. ─respondió Leon. El hombre de ojos grisáceos frunció los labios, algo sorprendido por la presencia del estadounidense. Cuando el gesto pasó a una sonrisa, Kennedy frunció el ceño, extrañado.

─Qué observador, señor ─destacó sin borrar la sonrisa. El gesto se neutralizó un poco, pero persistía y Scott seguía sin comprender su tan sencillo coqueteo─. Ahora, dime... ¿tienes un cigarrillo?

─Tengo chicle ─notó el gesto escéptico del contrario, y le mostró una sonrisa leve─. De todas formas eso es malo para tu salud... ¿lo sabes? ─sacudió su cabeza, y Luis detalló el movimiento de su cabello de un lado hacia otro.

Empezaba a dudar de que aquello fuera real, ¿y si realmente no estaba siendo rescatado por un guapo americano de ojos azules? puede que las varias horas estando atado lo llevasen a la demencia, o al menos así se sentía.

─Oh, bueno... entonces, ¿ya puedes desatarme? ─cuestionó, y apenas Leon estaba por sacarle los demás nudos, un ruido e insultos interrumpieron su labor.

¡Joder!, no éste tipo ─alzó la voz para advertir, y ambos fijaron su vista en el sujeto.

Se trataba de alguien a quien Leon no tenía identificado. Apenas apreciaba la vestimenta oscura y su rostro, atacó apenas tuvo oportunidad y no hubo buenos resultados: salió disparado hasta darse un golpe que le anuló la consciencia por completo.

El virus estaba dentro suyo, y Luis, que lo había apreciado, ahora tenía algo más en mente.

. . .

Sus ojos no estaban abiertos, no estaba totalmente consciente. Pero podía presenciar una figura en frente, una voz y un frío peculiar que le congelaba los huesos. Aunque no temblaba únicamente por eso: el eco resonaba en sus oídos y lo hacía temblar, o eso creyó que estaba haciendo.

"Cordero del sacrificio. Vas a recibir nuestro más sagrado cuerpo."

Cuando el ruido agudo se potenciaba cada vez más, sintió algo similar a una puntada antes de que sus ojos se abrieran y empujase su propia cabeza bruscamente. Sus brazos estaban estirados, y sus manos esposadas. Analizó la distancia que había entre las paredes, y cuando se enfocó en las cadenas, supo que aquello sólo podía significar una cosa.

─Qué carajos... ─murmuró, antes de tirar de las cadenas. Sintió un peso más importante elevarse, y apenas notaba que tenía compañía.

─¡Eh! detente ─exigió el hombre detrás suyo, también encadenado. Sus brazos también se elevaron en cuanto Leon volvió a tirar de las cadenas. Meditó unos segundos sobre si tomar distancia, y siguió la dirección del gancho mientras su contrario hablaba─. Yanqui... dime, ¿cómo te llamas?

smoke & gum ☆ serennedyWhere stories live. Discover now