Once Upon a Different Time

Un paso para todos.

El castillo era tan ruidoso como siempre, todo el mundo se movía de allá para acá preparando todo, tenía que quedar perfecto.

La princesa también se había decidido a ayudar, encargándose de decorar las mesas y asegurarse que el resto de galletas estuvieran haciendo todo como se debía. Su humor había cambiado, ella parecía mucho más feliz, de hecho, sus ojos resplandecían con alegría.

¿Quien diría que su hermana regresaría?

Ella ya tenía en la cabeza todo lo que podrían hacer juntas, recuperando todos esos años donde ella no estaba presente, al fin la familia estaría completa... Bueno, casi completa.

El rey se veía contento, su bigote no fue suficiente para esconder su grande sonrisa, mientras observaba a su hija con ojos tiernos, se sentía contento de que ella volviera a tener esa energía que la caracterizaba...

Pero algo no estaba bien, sabía que ella aún así querría ir a pelear contra Pitaya Dragon... Sabía que, aunque le prohibiera hacerlo, ella encontraría la manera de escaparse con todo un grupo de galletas dispuestas a tomar venganza por aquel aclamado caballero, así que solo se resignó a ayudarla y apoyarla en lo que era capaz, ofreciéndole cantidades inmensas de ayuda.

La reina entró al comedor, a pesar de no ser la heredera oficial de Hollyberry Cookie, algo en ella reflejaba el espíritu que ella tenía, y también daba algo de miedo por su expresión severa, por lo cual todos la respetaban, pero ella no era una mala persona, y lo sabían. La reina miró a su alrededor, asegurándose que todo estuviera en orden, y alzó la voz.

—Queridos invitados, damas, caballeros, u otros, estamos más que encantados de por fin presentar a nuestra querida hija después de tantos años... Tantos años que no teníamos noticias de ella, pero gracias a mi otra hija, Princess Cookie, fuimos capaces de encontrarla.

La princesa sonrió hacia su madre de una manera suave, sintiéndose alagada de estar en el discurso de su madre.

—Y, ahora, el momento que todo un reino estuvo esperando... ¡Den todos la bienvenida a mi bella hija, Tiger Lily Cookie!

Una galleta entró al comedor, seguida por un tigre de enorme tamaño, pero que no parecía agresivo en lo absoluto. Ella venía vestida en un elegante vestido de los colores verde y naranja, combinando con su largo cabello y sus grandes ojos. Tiger Lily Cookie era preciosa.

El público aplaudió con fuerza, emocionados de por fin ver a la "princesa perdida", aunque ya no sabían si tenían que llamarla así desde ahora, el tigre se puso en alerta, pero Tiger Lily Cookie lo calmó, acariciándolo suavemente. Algunos invitados se veían asustados del gigantesco tigre, pero ella lo entendía, sabía que estas galletas tenían un estilo de vida distinto al suyo, a pesar de que no los comprendía del todo.

Princess Cookie no pudo soportarlo más, así que corrió hacia su hermana, con lágrimas en sus ojos, abrazándola con fuerza.

—No puedo creer que seas mi hermanita... ¡Haremos tantas cosas juntas, no te lo puedes ni imaginar!—La princesa estaba más que emocionada, su sonrisa se ampliaba de oreja a oreja.

—¿Her... Mana?—Tiger Lily Cookie está confundida, nunca había escuchado ese concepto antes, y no estaba segura de que significaba. La princesa notó esto y soltó a su hermana, algo avergonzada.

—Oh, había olvidado que no me entiendes del todo...
Muy bien, déjame ver... Yo, ser parte de tu familia, nosotras ser... ¡Hermanas! Nosotras nacer al mismo tiempo.

Tiger Lily Cookie entiende un poco más, pero aún así me cuesta comprender algunos conceptos.

—Hermana ser... Familia... Tú ser hermana...

Los ojos de la princesa se iluminan por estas palabras, abrazando a su hermana una vez más.

—¡Si! ¡Si! ¡Yo ser hermana!—La princesa estaba emocionada y feliz, Tiger Lily Cookie logra sentir esta emoción y se alegra también, dando saltos mientras le devuelve el abrazo a su hermana.

Los reyes estaban juntos, al borde de las lágrimas, viendo a sus hijas por fin tener la oportunidad de estar juntas y disfrutar la compañía de la otra.

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Wildberry Cookie habla con los guardias, intentando convencerlos de unirse a la causa de la princesa.

—La princesa cuenta con la ayuda de todos los presentes, ¿Realmente piensan dejarla ir sola?

—Wildberry Cookie, ¿Acaso estás loco?—Pistachio Cookie quiere hacerle entender a su mejor amigo el peligro al cual quiere enfrentarse.—¡No puedes ir!
¡Terminarás en pedazos, y tú lo sabes!

—Pistachio, yo me encargaré de que todos salgamos en una pieza... Si vamos en grandes cantidades, seremos capaces de derrotar a esa bestia de una vez por todas, dejando a nuestro reino en calma... Y dándole la venganza a nuestro amigo.

Pistachio Cookie se quedó en silencio, las palabras de Wildberry le afectaron mucho, ya que, sabía que muy dentro de ella, el sentimiento y deseo de venganza brotaban como una planta, una planta grande, poderosa resistente a cualquier intento de eliminarla.

—Por eso quiero tu ayuda, y la ayuda de todos... ¿Qué dicen?—El resto de caballeros se quedaron en silencio por unos segundos, pero una oleada de gritos de aprobación sonó al unísono. Pistachio Cookie asintió, con la mirada decidida, mientras una leve sonrisa se veía en su rostro.

En las calles, Rasperry Mousse y Rasperry Cookie se encontraban convenciendo al resto de las importantes casas del reino en enviar al menos un representante para ayudar a la princesa en su misión principal, cosa que tardó su tiempo, pero los mayores terminaron aceptando a regañadientes, ofreciendo a sus mejores familiares para esta batalla.

Todo iba a ser una sorpresa para la princesa, la cual todavía se encontraba en el gran baile que habían organizado para su hermanita, ayudándola a entender sus alrededores, y motivándola a probar nuevas cosas. Ella estaba feliz de que al fin la hubieran encontrado, pero algo aún rondaba por su cabeza...

Su plan no iba a ser abandonado, y si algo salía mal con ella... Al menos ahora el reino no se quedaría sin princesa...

No, tenía que pensar positivo, a Knight Cookie no le gustaría su forma de pensar en esos momentos.

—... Knight Cookie, tu recuerdo será honrado.—Reflexionó la princesa, aún con su característica sonrisa en el rostro.