La nueva princesa.

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Princess Cookie había cambiado de actitud desde el funeral, ya no era la joven alegre que todos conocían, de hecho ya no salía de su alcoba, los únicos que sabían de su estado eran las casas del reino, los cuales se enteraron gracias a los reyes que ella no estaba mucho mejor de lo que el pueblo pensaba, y realmente no era una gran noticia, perder a un amigo cercano o a aquella persona que amás es algo doloroso, y no podían culparla en lo absoluto.

La pareja real estaba preocupada por su hija, no sabían como ayudarla ni como consolarla. La princesa se observaba en el espejo, sin moverse, solo observando su rostro.

—A él lo gustaba verme sonreír...—La princesa intentó forzar una sonrisa, pero al ver su intento en el espejo, solo empeoró su estado de ánimo. Sabía que su sonrisa no era real, y a Knight Cookie siempre le gustó verla con la sonrisa más pura y honesta.

La princesa se secó las lagrimas, mirándose en el espejo una vez más.

—Knight Cookie... No se que hacer ahora que no estamos uno al lado del otro... Nunca pensé que este día llegaría antes. Si hubiera sabido que esto pasaría... Nunca te habría dejado ir...—La princesa no quería llorar, pero las lagrimas se desbordaban de sus ojos.

Después de unos minutos más de mirarse al espejo, buscando alguna forma de afrontar el problema, la princesa suspiró, rindiéndose por hoy, recostándose sobre su cama boca arriba, pensando en que podría hacer para no fallarle a su mejor amigo.

Una idea repentina apareció en su cabeza, una idea descabellada, pero, ¿Ella se había hecho atrás por muy poca que sonara algo? Por supuesto que no. Ella se levantó de la cama rápidamente, saliendo de su habitación para dirigirse a las habitaciones de los caballeros, los cuales le habían dado una semana libre para que lograran reponerse un poco de la pérdida de un compañero.

Los guardias se sorprendieron de ver a la princesa en ese lugar, pero a ella no le importó en lo más mínimo, y fue directamente hacia donde estaba Wildberry Cookie.

—Wilberry, tengo un plan.

El la miro con intriga.—¿Un plan? ¿Puedo preguntar para que, su majestad?

—Aún tengo que desarrollarlo, pero te daré mi idea.—La princesa le susurró algo en el oído al guardia, haciendo que este se asombre y la mire con aún más confusión.

—Mi princesa, ¿Está usted segura? No creo que los reyes aprueben esta idea en lo más mínimo.—Angustió Wildberry Cookie.

—Estoy más que segura, y lo haré sea como sea, con permiso o no.—La princesa se veía segura de si misma, no dudando de sus palabras en ningún momento.—Muy bien, ¿Qué dices?

Wildberry Cookie reflexionó en silencio por unos segundos, pero al final terminó por asentir levemente con su cabeza.

—Perfecto... ¿Podrías decirle a los demás por mi, por favor?—La princesa tenía una leve sonrisa en su rostro, era la primera vez en días que se le veía sonreír, y a Wildberry no le quedó más que asentir para mantenerla con esa sonrisa.—¡Gracias, gracias gracias gracias!—La princesa le dio un gran abrazo a Wildberry Cookie y se fue corriendo de la habitación. Wilberry solo suspiró con una leve sonrisa en el rostro y Pistachio Cookie se le acercó confundida.

—¿Vas a dejar que haga algo súper peligroso, cierto?

—Bueno... Conozco a mi "sobrina", ella estará bien.—El le sonrío a su amiga, y ella le devolvió la sonrisa.

La princesa corrió fuera del castillo, buscando algún lugar alto para poder hablar con más fuerza.

—Atención... ATENCIÓN!—La princesa elevó la voz, tomando la atención de la gente a su alrededor.—¡Si, se que muchos estamos tristes por la situación de Knight Cookie, y me incluyo!—Unas cuentas lágrimas cayeron por sus mejillas.—Pero, si me ayudan... ¡Honraremos su memoria, le daremos la venganza que merece, y nuestro reino quedará a salvo!

Había mucha más gente que antes, la voz de la princesa resonó por varios lugares, y la gente llamaba a sus conocidos, que llamaban a sus familiares... Los residentes del reino no eran discretos, y la princesa agradeció por una vez que esto fuera así.

—Necesito gente que sepa de combate, ¡Cualquier tipo de técnica o arma es más que excelente! ¡Quiero que me acompañen al Valle de los dragones, y así me ayuden con Pitaya Dragon!—El pueblo jadeó con sorpresa, pero escucharon con atención.—¡El recuerdo de mi mejor amigo, no será olvidado con facilidad en este reino!

La reina y el rey no tardaron en enterarse de la conmoción, llegando hasta donde estaba la princesa.

—¡CARIÑO! ¡¿ESTÁS LOCA?! ¡BAJA DE AHÍ!—El rey parecía más preocupado que la reina, mientras que ella se arreglaba las mangas de su vestido, preparándose para subir a buscar a su hija.

La reina era ágil y fuerte, justamente lo que Hollyberry Cookie quería como el representante de un reino. Ella llegó hasta donde estaba su hija, deteniéndose a su lado.

—Mi princesa... Se que quieres honrar su memoria, pero esta no es la manera, a el no le hubiera gustado-

La reina fue interrumpida.—¡SUFICIENTE! ¡YA LO SÉ, LO SÉ MUY BIEN, PERO YO DARÉ TODO DE MI PARA QUE SUS ESFUERZOS NO QUEDEN EN VANO!—La princesa gritó con todas sus fuerzas, su voz reflejaba lo mal que estaba, pero, al mismo tiempo, reflejaba su decisión al hablar, y también lo estaría para actuar.—No tengo miedo, no temo por mi al menos... Temo por los que vayan conmigo, pero se que seré incapaz de vencer a un dragón por mi cuenta.

Mientras la princesa daba sus palabras, un alma independiente vigilaba desde las copas de los árboles, no siendo visible para el resto de galletas a su alrededor. Tiger Lily Cookie no entendía el por qué, pero esa galleta le parecía extrañamente familiar, aunque no recordaba haberla visto nunca.

Ella salió del árbol con cabeza en alto, decidida a encontrar el por qué se sentía de esta manera al ver a la princesa.

La gente a su alrededor no la reconocía, nadie le había visto antes, y al ver de que se trataba la nueva conmoción en el público, la reina casi se cae de espaldas.

Once Upon a Different TimeWhere stories live. Discover now