Capítulo uno

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Época actual.

Ucrania se preparaba un poco de té con sus temblorosas y huesudas manos en una taza ya bastante desgastada; su casa en general estaba echa un asco, todo estaba en el suelo, había una gran pila platos sucios en el fregadero y manchas de dudosa procedencia en el suelo alfombrado... pero nada de eso le preocupaba o importada, no había un porque arreglar aquel sitio.

Siempre terminaba sucio el lugar, no tenía caso esforzarse.

A pasos lentos llegó a la sala y se dejó caer entre quejidos, el cuerpo le dolía por la ultima golpiza y... "situación cotidiana" que ya estaba acostumbrado a vivir.

Bebió su té en silencio apreciando la soledad, no recordaba cuando había sido la última vez que había salido de su casa... tal vez fue cuando ayudó a su padre a sacar todo lo viejo que tenía en su cabaña que tenía en territorio de Rusia y habían metido las cosas de Reiviet, eso había sido hacia dos años, no estaba realmente seguro; en la soledad de su casa todo parecía muy confuso, sus memorias eran confusas en sí mismas, pero no importaba, tenía excusas para no salir... y evitar que ellos se enfadaran.

Con un suspiro un poco tembloroso dejó la taza en la mesita de centro frente a él, encogió las piernas y las abrazó, podía sentir su ojo derecho lagrimear ese liquido viscoso negruzco que solía salir... pero no era por la contaminación, simplemente estaba llorando en silencio.

Ojalá nunca se hubiera acercado a Noruega, ojalá jamás hubieran hablado más allá de los negocios... ojalá jamás se hubieran vuelto amigos... ojalá jamás lo hubiera escuchado.

Se había vuelto un monstruo por oírlo.

Se levantó dispuesto a volver a su habitación a tirarse en su sucia cama a pudrirse en su miseria cuando escuchó la puerta ser tocada, pero no de manera normal, sino con esa cadencia que ellos usaban.

No sabía si abrir o ir a esconderse... por un lado podía abrirles, recibirlos de buena manera y no serían tan malos con él... y por otro lado podría tratar de esconderse y rogar porque se cansarán de buscarlo y se fueran...

Rápidamente corrió escaleras arriba y se metió al cuarto de invitados, cerró la puerta con cuidado y de allí se metió bajo la cama, estaba lo suficientemente delgado como para caber sin problema.

Escuchó como la puerta de abajo era abierta, de seguro habían usado ganzúas, ellos siempre estaban preparados.

Escuchó sus pasos por toda la casa a la vez que lo llamaban, haciéndolo temblar.

– Ucrania... sal de donde estes... no estamos enfadados porque no nos abriste... si sales, no seremos tan rudos.

Ucrania volvió a temblar, era la voz del líder del grupo.

Los demás se rieron, sabían que era una mentira... y Ucrania también.

Lo siguieron buscando, ahora por la planta alta, podía oírlos buscar en su habitación, y escuchó cuando sus pasos se detuvieron frente a la puerta del cuarto de invitados.

Colocó sus manos en su boca en un intento de acallar su llanto y respiración agitada, escuchó como usaban ganzúas para abrir la puerta y dejó de respirar cuando entraron.

Vio sus pies moverse, rogando porque no fueran a asomarse bajo la cama.

Podía oírlos moverse en silencio, ver sus pies ir de allá para acá y arrastrarse, escuchó como abrían el baño de la habitación y el armario. Estaba a punto de suspirar de alivio cuando notó iban a la puerta, pero entonces sintió como le jalaban los pies.

– ¡No! – gritó desesperado y presa del pánico, intentando sujetarse de la alfombra con las uñas mientras oía a ese grupo de hombres reírse de él y era sacado del pequeño espacio.

– Te lo hemos dicho muchas veces... no puedes huir de nosotros – le dijo uno de los encapuchados, acercando su cara a su rostro.

Rápidamente los tomaron del cabello, que ahora tenía corto, y lo arrastraron por el suelo; intentó zafarse mientras le arrastraban, removiéndose e ignorando el dolor que sentía por el tironeo de su cabello, pero no podía.

Lo azotaron contra el suelo de su habitación mientras uno de ellos abría una bolsa de deporte que llevaba, Ucrania cerró los ojos... no quería ver que juguetes habían traído esta vez.

Trató de dejar su mente en blanco e ir a su lugar feliz... eso siempre lo ayudaba a tolerar la situación a la vez que evitaba sintiera todo el dolor que el abuso a su cuerpo generaba.

Solo tenía que pensar en girasoles y rosas rojas, girasoles y rosas rojas, girasoles y rosas rojas...

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Cuando abrió los ojos estaba sobre su cama, cubierto únicamente por una de las sábanas, le dolía todo el cuerpo a la vez que se sentía sucio y percibía un olor bastante penetrante, no quiso pensar en eso ultimo.

Con mucho cuidado se levantó de la cama y caminó hasta el baño apoyándose en sus muebles y paredes; cuando llegó abrió la llave caliente de la tina y colocó el tapón, necesitaba un baño.

Una vez la tina estuvo llena se metió y se quedó sentado, evitando ver su cuerpo y mirando a la nada, el agua a pesar de estar caliente no lo calentaba, se sentía congelado.

Tomó una esponja que allí tenía y le colocó jabón para después comenzar a tallarse de manera agresiva, se sentía sucio, no importa cuantas veces se talle, sentía que la suciedad allí seguía y jamás se iba, incluso lastimándose seguía sintiéndose así.

Esa suciedad calaba hasta su alma y la manchaba.

Cuando consideró estaba ligeramente menos sucio, quitó el tapón y dejó el agua irse, la cual tenía un color un poco turbio producto del jabón mezclado con sangre y fluidos ajenos; se enjuagó con la alcachofa de la ducha y se secó, colocando al final la toalla sobre sus hombros y yendo a buscar al armario unos pantalones flojos de franela azules y un suéter holgado negro, se vistió y se dirigió a su cama para acostarse de nuevo y taparse con sus sabanas, ocultándose del mundo en ese pequeño espacio y fingiendo que nada malo había pasado, que su cuerpo no había sido maltratado nuevamente... fingiendo no existir.

Fue entre ese sentimiento de miseria que se quedó dormido, aunque no descansara en realidad, su cuerpo necesitaba una pequeña desconexión.

Broken|| Country Humans UcraniaWhere stories live. Discover now