6. arrogancia

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Me elegiste a mí y probablemente te arrepientas de ello el resto de tu vida.
Hubieras podido ser feliz si me hubiera alejado de tu costado.

Pero yo ansiaba que tus ojos conectaran con los míos, deseaba poder guardar un recuerdo tuyo en el que híper-fijarme durante el resto del día.
Me bastaba con que me miraras para hacerme la persona más feliz del mundo.

Unos segundos que iban más allá de lo explicable.

Y como dicen las mejores canciones, eche de más lo que un día echaba de menos.

Sin embargo, aún quiero tu atención porque deseo que me quieras, y, en cambio, no sé si quiero quererte de nuevo.

No sé si quiero dejar que te acerques tanto a mi corazón como la última vez.
Tu piel me quemaba, y eso que tú siempre decías que la que estaba ardiendo era yo.

Dejé que te volvieras una parte de mí que ya no valoraba más.
Me despertaba buscando oxígeno, libertad, buscando un aspecto de mi vida que no estuviera dominado por ti.

Porque soy la niña engreída que lo quiere todo hasta que lo tiene, y luego se aburre.
Soy asquerosa, mentirosa, soy el ser más detestable del universo.
Al menos eso fue todo lo que te ofrecí. Todo lo que viste el día que me iba.
Te mostré la parte más fea de mi persona cuando me alejé y ni siquiera te volví a dirigir la palabra.

Y como es normal, has captado la atención de otra persona, ya que tu naturaleza es vertiginosa y atractiva.

Debe estar sintiendo las mariposas que causan tus ojos, las mismas que sentí yo. Seguro que se muere por verte sonreír, sé que lo haces muy de vez en cuando. Es casi como un milagro.

Fue tu misma naturaleza la que me convirtió en una muñeca de cuerda, la que me hizo querer estar tan cerca de ti que el vértigo solo se acallara con el sabor de tus labios.
El dolor que me causabas paraba en cuanto tus manos me tocaban, y entonces te convertías en mi paradoja favorita.

Más yo sé que es otra chica sin más, una que no captara tu atención. Yo sé que no.

Me creo con el derecho de saber que es lo que te atrae... ¿En quién me he convertido?

En verdad, solo quiero creer que ella no es mejor que yo, que no merece tener lo que tuve yo.
Que nadie que no sea yo, te merece.

No quiero que me sustituyas, no quiero romper el último hilo que nos ata, no lo quiero porque no me has devuelto la parte de mi alma que te llevaste.

Soy un ser incompleto, tú tienes algo que es mío y sin ello, estoy rota.

Constantemente tengo el presentimiento de que jamás volveré a querer como te quise a ti.
La pasión, la locura, la sensación de perder la cabeza por una persona ahora me causa tan solo escalofríos.

Has hecho que el amor sepa cítrico.

Aún tengo una daga clavada en el corazón, y a veces me digo a mí misma que la única razón por la que soy arromántica es que no te he superado.
Que aún me recuerda todo a ti.

Siento rechazo por la cercanía de las personas y pensar que no podré volver a querer es un sentimiento horrible.

Es muy feo decirlo sabiendo el dolor que causo, pero saber que ella no va a llegar jamás a lo que llegué yo me saca mi peor sonrisa.
Una sonrisa sádica que no hace más que enmascarar un corazón corrompido por la culpa.

Ella no es suficiente, pero yo tampoco lo fui.

Y sé que nadie merece conocer un ser tan cruel como yo, nadie se merece tantas promesas rotas como las que te hice a ti.

En el fondo solo quiero creer que tú tampoco me has superado.

Hay una frase que se ha adueñado de mi mente, una que me llama pecadora de soberbia. Y me provoca vértigo saber qué soy capaz de ser tan mala persona:
'Si yo no puedo tenerte, nadie podrá.'

de amor y angustiasWhere stories live. Discover now