Capítulo#6 Inexistente alma, inexistente vida.

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Tengo 20 años. Me sorprende todo lo que ha pasado en tan sólo 4 años. Empecemos por que ya no vivo con mis padres (AL FIN) ahora vivo con una amiga, mil responsabilidades están sobre mí. Pero, a pesar de ésto, yo aún sigo visitando al diabólico Sammy. Sí, así lo llamo ahora. Voy, y jugamos. Una chica de 20 con un niño de 14.

Decidí que si iba a consumirme aún más rápido si me manipulaba, no iba a darle luz verde. Iría a verlo por voluntad propia. De ese modo he evitado que mi descomposición vital avance tan apresuradamente. Sin embargo, habían días que lo olvidaba, lo cual era normal, puesto que cargaba la universidad encima. Poco a poco ya no pensaba en mis estudios, la universidad se había vuelto completamente nula; sólo pensaba en Sammy.

(Sammy: así le decía cuando estaba siendo manipulada y de repente lo amaba y lo adoraba.
El diabólico Sammy: así le decía cuando me autocontrolaba yo, y nadie más que la frágil yo).

Llevo 3 años descuidando mis estudios, mi imagen, mi familia, mi integridad, mi felicidad. Al cumplir los 20 mi amiga, con quien vivía, Melanie, me desconocía. Había perdido demasiados kilos y no precisamente por no comer, no; sino a causa de mi inexistente alma, inexistente vida. Como dije anteriormente: ya no cuidaba mi imagen, ya no me interesaba. Nada me interesaba. Nada más que Sammy.

Sammy me amaba como fuese; flaca y fea, le daba igual.
El diabólico Sammy se aprovechaba de mi debilidad. Y es que estaba tan frágil, que me desvanecía en confusiones. Me confundía de mundos, de realidades. No sabía si lo amaba o lo odiaba, cuando la respuesta parece obvia, no lo era para mí.

Hoy, carezco de fuerzas para levantarme de cama; decidí dormir de nuevo, aunque fuesen las 11am. Tuve un sueño. Yo no aprecía, pero el diabólico Sammy sí.

-Te tengo grandiosas noticias, hermana mía- dijo en tono angelical -Progresó mi poder. Me siento feliz -sonrió-. Ya puedo ir a verte donde sea que estés. Aquellos días que no puedas venir, yo iré.

Sonrió y desapareció entre las sombras.

Desperté y de inmediato caí en cuenta que no había sido un sueño normal, como cualquier otro. Era un mensaje del diabólico Sammy. Pero, de un momento a otro me confundí, otra vez. Confundí realidades. ¿Fue un sueño o sucedió en la vida real? No, fue un sueño. No, no, no, lo vi muy claro; fue real.

Decidí levantarme de cama e ir a desayunar, pero para mi sorpresa; mis piernas no reaccionaron correctamente. Me desplomé en el suelo de mi hueca habitación y mi cabeza chocó fuerte. Entoces sentí como si me enterraran un alfiler en el cerebro.

-¡AHHH!- chillé, y las lágrimas se deslizaron como un río por mis mejillas.

-¡Sheila, ¿estás bien?!- gritó Melanie desde el piso de abajo.

Quería responderle, quería bajar y contarle que mi cráneo estaba siendo masacrado, pero no pude, no podía hablar, no podía levantarme.

-¡AH, AHH!- me quejé en respuesta a Melanie, de que NO estaba bien.

Al cabo de unos segundos la oí subiendo veloz por las escaleras. Me encontró babeando y me sangraba la nariz.

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