Capítulo #2 Reencuentro.

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**¿Dónde estoy?- pensé -¿Qué es ésto? -Tuve que esforzarme mucho para conseguir la fuerza suficiente para levantarme. El césped húmedo me indicaba que recién había llovido. A juzgar por la pinta del cielo supuse que eran las 6pm; ya que no traía reloj, lo cual me pareció muy extraño; yo siempre cargo reloj. Para confirmar la hora busqué mi celular, el cual no estaba. Me di la vuelta y noté que me encontraba en el mismo parque donde jugaba con Sammy hace 3 años atrás. Escuché unas risas de niños y mi corazón se aceleró. Pero más que asustada, estaba confundida. De repente el cielo oscuro se tornó claro, las nubes grises desaparecieron y la luz del radiante sol me estremeció. La brisa hacía bailar al césped y a las flores. El sonido de las risas aumentó. Volteé alterada. Y entonces me vi, en un columpio junto a Sammy, cuando éramos pequeños, jugábamos y nos reíamos con toda la inocencia.
Cuando de pronto todo oscureció otra vez. Césped húmedo. Nubes grises. Cielo oscuro. De nuevo, aterrador. Mientras intentaba asimilar qué demonios pasaba, una voz de niño pequeño me sacó de mis pensamientos.
-Te dije que volveríamos a jugar.**

-CUMPLEAÑOS FELIZ, TE DESEAMOS A TI, CUMPLEAÑOS SHEILA, CUMPLEAÑOS FELIZ.- aplaudieron mis padres y tuve que despertar en contra de mi voluntad.

Me restregué los ojos y los abrí bien para identificar a mis padres extremadamente sonrientes, con una bolsa de regalo cada uno.

-Buenos días.- dijeron ambos casi al unísono.

-Ten, hija. Ábrelos.- me entregaron los regalos.

Aún somnolienta abrí los regalos. Uno era un ¡pod nuevo. (Lol, no me lo esperaba, el otro debe ser bien pobresito.) Efectivamente. El regalo de papá, eran solo unos pocos billetes.

¿Es en serio, papá? Con ésto no me compro ni la merienda. Pensé.

-Gracias -forjé una sonrisa.

-No agradezcas, hija.- sonrieron y papá desalojó la habitación, dejándonos solas a mamá y a mí.

-Y, finalmente, te tengo otra sorpresa, Sheila.

-Hmm.- me levanté de la cama con un sueño infernal.

-Espera aquí- salió emocionada de la habitación.

Pero qué... ¿cómo se les ocurre pararme a ésta hora? Murmuré entredientes para mí misma.

Mamá volvió con un vestido bellísimo, que jamás me quedaría bien a mí.

-¡Felices 16, hija!- se veía tan feliz, que no parecía mi cumpleaños, sino el suyo.

Pues resulta que el vestido vino acompañado de una fiesta, muchos globos y un súper pastel. ¿Mucho les costaba consultarme primero? Se nota lo poco que me conocen.

Pues terminé bailando el vals, luciendo ridículamente hermosa, y comiendo un dulce, y muy rosa pastel.

No fue la gran cosa. No le doy importancia a los 16. No es especial para mí. ¡Especiales los 18!

Ya no había nada especial y los tacones me torturaban los pies. Decidí cambiarme y salir a relajarme un rato. Ya me era normal pasear y que me diera igual ver el parque donde me divertí tanto con Sammy. Pero... después del sueño de hoy, estaba un poco incómoda. Y aunque estaba lloviendo a cántaros, quise salir. Me gusta cuando llueve.

¿Habrá sido una señal? ... ¿Será que debo ir? No lo sé. Pero debo ir a liberarme del recuerdo de Sammy.

Me dije a mí misma que debía superarlo y no había mejor manera que enfrentándolo en el mismo parque.

Me adentré y me sumergí entre los arbustos. Apenas salí, me horroricé.

Sammy estaba atado con mecates, no se distinguía el color de su piel por tanta sangre y moretones. Estaba desnudo y le faltaba un dedo. El cual parecía estar enterrado en su boca.
El impacto me hizo caer inconsciente.

Al despertar... tuve que esforzarme mucho para conseguir la fuerza para levantarme...

¿Jugamos?Where stories live. Discover now