60.

730 90 21
                                    

Capítulo 60.

Niall.

24, diciembre.

Se siente extraño celebrar víspera de navidad aquí en el apartamento. Que cada habitación esté ocupada por algunos de nuestros familiares y que los niños estén gritando en el salón. Si bien he vivido muchos años en este lugar, nunca se había sentido como esta noche: Un lugar cálido, acogedor, hogareño.
Anna lo pidió, y todos fueron buenos con ella al complacerla. Mi familia —que ahora también es la suya— la adora, y no les importó viajar de Dublín a Mullingar para pasar las festividades.

—Te estamos esperando, cielo —Sus brazos rodean mi cintura desde atrás y mi sonrisa es inmediata.

Llevo algunos minutos en la cocina, preparando algunos cócteles. Francis me enseñó, el amigo barman de Anna y por el cuál en algún momento me sentí celoso. En mi defensa... no, no tengo nada bueno que agregar en mi defensa, solo fueron celos irracionales.

—Un minuto y estaré allí.

Ella rodea el mesón y observa lo que he estado haciendo.

—Huele muy bien, fresas...y... —

Me río.

—Naranjas, champagne.

—Oh, eso suena muy bien —La observo.

Hoy nuevamente es una caperucita roja, con un vestido fenomenal que marca las curvas que posee. Es una Diosa de carne y hueso. Me siento afortunado por saber que soy yo quién tiene el placer de dormir a su lado cada noche.
Anna lo es todo para mí, no sé qué sería de mi vida si ella no estuviera presente.
Quizás estaría en casa de mis padres, celebrando estas fiestas junto a ellos, y pensando tal vez cuál sería mi siguiente movimiento para acelerar los trámites de divorcio.

Pero Anna cambió todo eso, ahora soy un hombre libre. Solo en términos legales, porque estoy comprometido, y podemos casarnos sin nada que nos restringa a hacerlo.
Y eso nos llevará a un nuevo comienzo, en una casa nueva, como ella desea, y como yo comencé a desear cuando imaginé la numerosa familia que podríamos tener.
Si bien no acepté su ayuda al principio, me bastaron solo algunos minutos para comprender que estamos juntos en esto.

Que ambos podemos contribuir, que no tengo que hacerlo todo yo. Que existe alguien a mi lado que desea ser tan partícipe como yo en los asuntos importantes. Todo eso, y mucho más me ha enseñado Anna.
Y no ha tenido que esforzarse lo suficiente, porque su carisma, su nobleza y su amor me ha llegado en lo profundo de mi ser, para ser una mejor persona, un mejor hombre, un mejor esposo cuando digamos sí en el altar.

—Vamos caperucita, ayúdame.

Ella me sonríe y se acerca para tomar una de las bandejas con los cócteles, pero antes, me observa y me abraza nuevamente.

—¿Estás seguro? —Susurra contra mi pecho.

—Sí. Si queremos iniciar una nueva vida juntos, es bueno que todos se enteren por lo que tendremos que atravesar. Siempre es bueno tener apoyo.

—Bien —Alzando sus labios, besa mi mentón —Te amo.

—Y yo te amo a ti, nena —Me inclino y beso sus labios, porque no me conformo con un beso en el mentón.

Hace días que habíamos estado charlando sobre esto, contar a nuestras familias mi problema de infertilidad. Fui yo quién lo mencionó una noche, y Anna estuvo de acuerdo conmigo.
Tanto ella como yo, sabemos lo difícil que será atravesar ese proceso solos, y que la ayuda y el apoyo de la familia es fundamental. Además, así podemos evitar los comentarios de Denise o Alana, quiénes nos instan a ser padres. Por supuesto, no tienen la culpa, no lo saben. Hasta esta noche.

𝐓𝐀𝐋 𝐕𝐄𝐙 𝐌𝐀Ñ𝐀𝐍𝐀 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇 🥀حيث تعيش القصص. اكتشف الآن