Capítulo 34: Nuevamente Juntos

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David

Aprieto mis puños con impaciencia, el camino no está tan alejado, pero para mí cada minuto que pasa es un infierno.

Necesito sacarlas de alli cuánto antes, necesito tenerlas a mi lado o me volveré loco.

Apenas el auto es estacionado abro la puerta trasera y salgo de un salto para
empezar a caminar hacia ese edificio abandonado.

Mi corazón late desenfrenadamente, ruego en silencio que ambas esté bien, que esos malnacidos no se hayan atrevido a lastimarlas o arderá el infierno.

Se que tanto mis hombres como mi cuñado me están siguiendo, pero estoy más concentrado en llegar hasta ese lugar abandonado y solo espero que no sea una trampa.

Al entrar al lugar unos gritos de dolor me reciben acompañado de un llanto que se pertenece a mi hija. Mis instintos se activan y empiezo a correr buscándolas por todo el lugar.

Mi ojos captan una escena que jamás podre borrar de mi mente, mi mujer siendo golpeada por Braian y mi madre. Mi cuerpo hierve de irá y en menos de una segundo llegó hasta estos malditos se los quito de encima.

Mi mujer está totalmente golpeada, hay sangre por todas partes y mi corazón se rompe en mil pedazos al verla en tan mal estado.

Caigo de rodillas a lado de su cuerpo y le susurro que todo estará bien mientras que pienso en cómo levantarla sin lastimarla más de lo que ya está.

Cuando hago el primer intento de levantarla en mis brazos un gemido de dolor sale de sus labios rotos al tiempo que se remueve asi que la dejo de nuevo y espero que el dolor calme un poco.

Cuando se deja de quejar un poco la vuelvo a levantar, pero esta vez con más
cuidado, le suplico que no me abandonė que no ciere sus ojos, pero ella ya ha perdido la consciencia, se ha desmayado cuando la cargue en mis brazos.

Me levanto con ella en brazosy empiezo a caminar hacia donde está mi cuñado con mi hija.

-Dime que ella está bien.-le suplico porque si ella también está lastimada no sabría que hacer.

-Si, está bien.-me dice y puedo suspirar un poco aliviado, pero toda esa tranquilidad desaparece cuando recuerdo que mi mujer está mal herida en mis brazos.

-¡Por Dios, esos hijos de putas!-grita su hermano enfurecido.

No respondo y solo sigo mi camino esta vez corriendo hasta al camioneta, y apenas entró en ella le digo a mi hombre que empiece a manejar. Una camioneta venia atrás de nosotros y ese se encargará de levarlos a casa.

Ahora solo puedo preocuparme por el amor de mi vida que no luce nada bien. Esos malditos lo pagarán antes de ir a la cárcel, mis hombres se encargaron de agarrarlos.
Rebbeca, mi exnovia, me envió la ubicación justo antes de que saliéramos de casa, ya sabíamos que era alli por el GPS, pero el que haya querido ayudar me desconcierta.

Le pido al chófer que se apure porque el pulso de mi mujer es muy débil y no pretendo perderla.

Nos merecemos ser felices, casarnos y disfrutar de nuestra hija.

Apenas estaciona en la entrada de la clínica me bajo con mi mujer en brazos y empiezo a caminar hacia emergencias en dónde me reciben dos enfermeras.

-¿Qué le sucedió a la señorita?-pregunta un de ellas cuando la dejo en la camilla que me han acercado.

-Unas personas la secuestraron y la encontré mal herida.-les cuento sin dejar de observar a mi mujer que ya está siendo atendidas por ambas.

-Bien, la revisaremos y luego hablaremos con usted.-me dice la enfermera para rápidamnente empezar a caminar con la camilla hasta la sala de emergencia.

Contra el mundoWhere stories live. Discover now