Capítulo 7: Un poco de venganza

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David

Suspiro frustrado mientras preparo el desayuno para mi belleza, no quiero que haga ningún tipo de movimiento que pueda ser perjudicial tanto para ella como para nuestra  calabacita, así que soy el encargado de alimentarlos, y es algo que disfruto, es solo que estoy ansioso, por un lado, está el hecho de que iré a hacerles ver a los padres de Steph, que mi flor no está sola, sí, sé que tenemos seguridad y que sus hermanos más pequeños quedarán con ella, pero es difícil separarme de ella después del susto que nos hemos pegado.

-Ya te he ordenado que dejes de seguirme.- escucho la voz de Alex, ruedo los ojos cansado de su negación ante la idea de que una mujer lo esté cuidando. Este hombre es más terco que una mula.

-Y yo ya le he dicho que usted no es mi jefe así que no tengo por qué hacerle caso.-contraataca su guardaespaldas, y tengo que contenerme para no reírme de lo graciosos que se ven peleando.

-Solamente ocúpate de mis hermanos que puedo cuidarme solo.-le dice con voz dura al tiempo que lo veo entrando a la cocina y solo lo miro divertido mientras acomodo todo en la bandeja de desayuno y me gano su fulminante mirada.-No te burles, en algún momento se cansará y terminará renunciando.-dice con seguridad, pero sé que esa mujer no lo hará.

-Lo duda, ella está convencida de que puede contigo.-le digo al tiempo que salgo de allí con la bandeja en mis manos, dejándolo con la palabra en la boca.

Me encamino hacia nuestra habitación, con el desayuno de mis amores, mi amada mujercita aún no tiene un antojo en especial, pero si es verdad que su apetito ha aumentado y que sus hormas están disparadas. Tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no hacerla mía, y es que aunque la deseo primero debo asegurarme de que ellos estén bien, jamás los arriesgarías.

Una vez, llego a la habitación con ayuda de mi cuerpo abro la puerta y me recibe la imagen de la cama vacía, e inmediatamente me alerto, así que rápidamente me encamino hasta la cama para dejar la bandeja.

-¿Amor?-pregunto temeroso al tiempo que la busco por todas partes, los ruidos provenientes del baño me hacen correr en esa dirección, y en cuanto llego no me gusta lo que mis ojos ven, se encuentra apoyada por una de las paredes, me apresuro a llegar a su lado. Su palidez me asusta, ella apenas se da cuenta de mi presencia se apoya en mi pecho, e inmediatamente la cargo en mis brazos para llevarla de regreso a nuestra habitación.

-¿Qué tienes mi amor? ¿Te duele algo?-pregunto desesperado al verla en ese estado.

-Solo... solo tengo revuelto el estómago, y me siento muy cansada.-me dice al tiempo que se acomoda en la cama con la intención de volver a dormir, pero debe alimentarse.

--Amor, debes comer aunque sea un poco, esto es normal en tu estado, pero no puedes dejar de lado las comidas.-le explico con dulzura al tiempo que me acomodo a su lado para seguidamente agarrarla con suavidad y acomodarla sobre mis piernas.-Al menos come las masitas y el jugo, he leído que son buenos para las náuseas. -le cuento mientras le ayudo a comer, ella mastica despacio demostrándome que no tiene hambre, pero que sabe que debe hacerlo.

-Es suficiente.-murmura después de varios minutos mirándome con los ojos somnolientos.

-Está bien, duerme un rato, mi amor.-le digo al mismo tiempo que la vuelvo a acomodar rn nuestra cama.

-¿Dónde iras?- pregunta en apenas un susurro.

-Tengo mucho trabajo, cielo.-le digo evadiéndola.-Sabes que no me gusta tenerlos lejos, pero no puedo dejar de lado mis obligaciones. -digo tratando de que suene lo más real posible.

-Lo sé, Dav. Solo no demores, te estaremos esperando.-susurra sonriéndome sin abrir sus preciosos ojos.

--Lo prometo, cariño.-le digo al tiempo que me agacho a su altura para dejar un beso en su frente y otro en su vientre, eso se había vuelto costumbre desde que supe de la existencia de mi calabacita.

Contra el mundoWhere stories live. Discover now