Capítulo 5: Antojos

249 12 0
                                    

David

Sonrío al verla acariciar su pequeño vientre de cuatro meses, se ve hermosa, esa mujer cada día me sorprende más. Hoy hace un mes que estamos en la clínica, y si todo marcha bien en menos de una semana nos iremos a casa para seguir con el tratamiento. Este mes ha sido difícil para ambos, estuvimos muy preocupados y ansiosos por la gravedad del asunto, pero a pesar de esto y de las recaídas que sufrió tuvimos el consuelo de que están fuera de peligro, pero como dijo el doctor no debemos confiarnos, y ni loco lo haré. En cuanto salgamos de aquí, nos instalaremos en la casa de campo, que compre hace años, y que en un momento la ocupe para nuestro aniversario, además de que dos enfermeras estarán al pendiente de cualquier inconveniente.

-Amor, acércate.-pide en cuanto repara en mi presencia.

-Sí insistes.-digo divertido al tiempo que me encamino hasta donde se encuentra.- ¿Cómo se encuentran mis amores?-pregunto con voz suave apenas llego a su lado.

-Ahora que estás con nosotros mucho mejor, pero me he puesto histérica cuando no te encontraba.-dice.

-Necesitaba hacer un par de llamadas.-le explico sin dar muchos detalles. Lo menos que necesito es que ella se altere... Las reuniones de esas personas siguen, sé que algo traman, pero por el momento no lo hemos descubierto, eso sí estamos atentos a cualquier posible ataque.

-¿Te gusta mi mini panza?-pregunta sonriente al tiempo que agarra una de mis manos y la apoya en su abultado vientre.

-¿Qué si me gusta? Estoy enamorado del hogar de mi hijo, no sabes la emoción que siento cada vez que te veo acariciando tu vientre, me llena de alegría la idea de tener un hijo con la mujer que amo, con mi amor prohibido.-le digo poniéndome en mi papel de hombre enamorado.

-¡No te pongas cursi, que me harás llorar!-exclama mientras veo como sus ojos se empañan ¿Puede ser más perfecta?

-Oh, cariño siempre arruinando mis momentos cursi.-bromeo.

-Quiero que me beses.-susurra con su voz delicada provocando que me derrita ante sus encantos.

-Sus deseos son órdenes, mi reina.-aseguro al tiempo que me agachó para quedar a su altura sin alejar mi mano de su vientre, y la beso con suavidad, nuestros labios se mueven despacio deseando sentirse, nuestro amor ha roto tantas barreras y ha demostrado ser fuerte.

-Coff, coff ¿Interrumpo?-escuchamos al molesto de Alex y sin otra opción nos separamos.

-Para nada, solo estaba intentando tener tiempo con mi mujer, pero su estúpido hermano ha interrumpido.-digo sarcásticamente.

-¿Tu mujer? ¿Estúpido hermano? ¡Discúlpate de inmediato, no quiero que mi sobrino quedé huérfano!-me amenaza, pero sé que solo juega.

-¡Basta los dos! En lugar de estar peleando vayan a conseguirme fresas y gomitas.-dice Stephanie.

-¿Un antojo?-pregunto ilusionado y es que hasta el momento no ha tenido ninguno y me muero por complacerla con cada cosa que se le ocurra.

-Oh... un antojo.-dice sorprendida de sus propias palabras.

-Ahora mismo lo conseguiré... ¿Otra cosa? ¿Tal vez helado o chocolate? Tú solo dímelo, amor... y yo obedezco.-le digo emocionado a la madre de mi hijo.

-¡Lo hemos perdido! Repito, ¡Lo hemos perdido!-exclama dramáticamente mi mejor amigo.- ¿Cuándo te volviste un dominado y cursi?-pregunta burlista haciéndome enfurecer, pero mi hermosa novia le para el carro.

-No te metas con mi futuro esposo y padre de mi hijo o pateare tu trasero.-lo amenaza logrando que este la mire asustado. Por mi parte solo le palmeo la espalda, o si amigo aquí ella manda.

Contra el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora