Recuerdos

211 6 1
                                    

Mi madre me miraba escéptica, pues me había tropezado por las escaleras y cuando ella puso el grito en el cielo al verme rodar comencé a caer de forma suave, apenas tocando los escalones y al llegar abajo me quedé en el aire por unos segundos y luego mi cuerpo cuerpo bajó lentamente hasta quedar sentada en el piso de la sala. Tan sólo tenía cuatro años y mi madre intentaba encontrar una razón del porqué floté. Esa fue la primera vez que hice magia.

Años después, un día después de que cumplí 11 años, una mujer muy extraña para mi con una túnica color verde esmeralda llegó a mi casa y nos dió la noticia de que era una bruja, yo estaba totalmente negada, pues siempre me habían dicho que la magia no existía, hasta que mi madre intervino:

–Ella tiene razón, la magia si existe, tú siempre has hecho magia.

–¿De qué hablas, mamá?

–Recuerda lo que te pasó aquel día que te caíste de las escaleras, flotaste, jamás comprendí porqué hiciste eso. Después de ese día a veces pasaban cosas extrañas en la casa, como que el agua se enfriaba justo antes de meterte a la bañera, pues odiabas bañarte; los brócolis se pudrían antes que cualquier otra verdura, pues los odias; a veces ningún canal de televisión recibía señal mas que el canal donde pasaban tus programas favoritos; la ropa que no te gustaba se perdía de formas misteriosas.

–Ah, eso último si lo hacía yo, la regalaba a mis amigas. Lo demás es sólo coincidencia.

La plática siguió hasta que mi madre y la mujer, quien era maestra de transformaciones y se llamaba Minerva, me hicieron darme cuenta que si había magia en mi y mi madre y yo nos preparamos para mi ida a Hogwarts.

Al tercer día de ir al callejón Diagon, noté a mi madre muy cansada, lo cual me pareció raro en ella, pues las dos veces anteriores estaba demasiado feliz de conocer el mundo mágico al que yo pertenecería, llegamos a casa y me pidió ser fuerte para poder decirme algo... Llevaba algunas semanas sintiéndose mal, pero se aguantaba por mi, pero la debilidad le estaba ganando, así que llamé a la ambulancia y se la llevaron. Le detectaron una enfermedad incurable que se había desarrollado los últimos meses a pasos gigantes...

No pude ir a Hogwarts, pues necesitaba cuidar de ella, así que un hombre muy viejo pero sabio vino a casa, trajo un sombrero quien me puso en Slytherin, él hombre sonrió complacido y me comenzó a dar clases particulares los fines de semana y durante la semana enviaba magos diferentes a enseñarme cosas que él les pedía.

Así pasaron tres años en donde magos y brujas distintos me enseñaron toda clase de magia en mi casa protegida por el ministerio de magia. Incluso algunos magos curanderos intentaron ayudar a mi madre, pero nada podía contra esa enfermedad "muggle", mi madre murió en mis brazos el 22 de junio de 1995. El peor día de mi vida.

Las lágrimas llegaron a mi y salí de mis recuerdos, ya habían pasado dos meses de aquel día, no podía asimilar aún la muerte de mi madre y tampoco el hecho de que ahora me encontraba huérfana.

Me levanté en medio de la noche y miré por mi ventana, las estrellas brillaban demasiado y si no fuera por mi tristeza, sentiría que era un espectáculo hermoso, pero ya no podía ver la belleza en nada más.

Ya no pude dormir, así que esperé con varias tazas de café al amanecer, Dumbledore vendría por mi y me llevaría a Hogwarts, por fin conocería la escuela que me aceptó a los once años pero jamás había pisado.

Al amanecer bajé mis baúles y la jaula con mi lechuza Nirvana, la cual nombre así por una de mis bandas favoritas.

Esperé pacientemente mirando una película en mi televisor, estaba muy entretenida que no noté a Dumbledore llegando a mi casa por la chimenea (la había conectado a la red flu)

К сожалению, это изображение не соответствует нашим правилам. Чтобы продолжить публикацию, пожалуйста, удалите изображение или загрузите другое.

Esperé pacientemente mirando una película en mi televisor, estaba muy entretenida que no noté a Dumbledore llegando a mi casa por la chimenea (la había conectado a la red flu).

–Maravillosos esos aparatos electrónicos –dijo sacándome de mi ensimismamiento–, me ha provocado ganas de que me pongas aquella eh ¿Cómo dijiste que se llamaba? ¿Película animada? Aquella donde los animales hablaban, fascinante, pero es hora de irnos, no hay tiempo de cosas muggles.

Semanas atrás Dumbledore había venido a darme el pésame y a anunciarme que debía ir a Hogwarts, quiso pasar tiempo conmigo pero como yo no tenía ganas de hablar le puse la película del Rey León.

–¿De verdad cree que estoy lista para ir a Hogwarts? –externé por fin la pregunta que me había hecho todas las vacaciones, pues no creía estar a la altura de los estudiantes de la escuela.

–Eso no depende de mí, es tu momento de ir a Hogwarts, pero el estar listo sólo lo sabe cada uno en su interior.

Dumbledore sonrió, pero yo me irrité por su respuesta, necesitaba que alguien, sólo una persona confiara en que podría hacerlo para sentirme segura. Pero de pronto recordé a mi madre, quien siempre miraba admirada las cosas que aprendía, ella siempre sonreía cuando le transformaba algo frente a sus ojos, ella me diría que estaba lista, así que intenté recordar su voz para que me lo dijera en mi mente, en mis recuerdos de ella.

–Bien, lléveme a Hogwarts –dije convencida y caminé hacía la chimenea.

–Tomaremos el transporte muggle para llegar a la estación Kingcross y de ahí te irás en el tren, yo tengo mis propios medios.

–¿No podemos llegar por aquí?

–¿Y dejar que te pierdas una vez mas la experiencia de tomar el Expresso de Hogwarts? –dijo alegre pero lo miré molesta–, no, no podemos, al menos tú no, vamos.

Dumbledore me subió a un taxi, el chofer no dejaba de verlo y tampoco a Nirvana quien iba dormida en mi regazo.

–¿Van a la convención de películas? –preguntó después de que chocamos miradas por el retrovisor.

–¡Ah! Películas, fascinantes, ¿ha visto la de el Rey León? Es mi favorita –dijo Dumbledore feliz.

El chofer nos miró aun mas incrédulo a lo que yo respondí.

–No, vamos a otra ciudad a actuar en el teatro, mi abuelo lleva el papel de un viejo sabio –dije y el chofer se quedó tranquilo ante mi respuesta.

Por fin llegamos a la estación y el chofer le deseó suerte a Dumbledore en su obra.

–Los muggles siempre necesitan respuestas ante lo desconocido. Vamos, Samantha.

Dumbledore me indicó como entrar a la plataforma 9 ¾ lo cual no me sorprendió, pero si me causó gracia que todo el tiempo estuvo ahí y jamás lo noté. Se despidió de mi antes de que entrara entre las dos plataformas y antes de hacerlo volví a mirar, pero Dunbledore había desaparecido.

Tomé aire y corrí hacia la pared empujando mis baúles y de pronto estuve del otro lado, un gran tren rojo estaba frente a mí y algunas personas alrededor de él. Aún faltaba casi media hora para partir así que me metí al tren y fui al vagón que quedaba enfrente de la entrada para ver a las personas que iban llegando.

Rivals to lovers | Hermione GrangerМесто, где живут истории. Откройте их для себя