Extra l.

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Advertencias.

—Escenas sexuales
—Versátiles.

Luna de miel.

Jorge y Diego habían decidido un plan tranquilo.

Habían decidido estar ellos dos solos, rentar un bonito hotel en la Riviera Maya, y simplemente pasar tiempo como pareja, en un hotel, disfrutando de las comodidades de este.

Conocían destinos hermosos, conocían lugares preciosos.

Pero sinceramente, lo único que deseaban en ese momento, era desconectarse un poquito de todo, estar juntos, acordarse un poco más de su bonita pareja.

Jorge estaba acariciando la barba de Diego, sonriendo cuando sonrió y abrió sus ojos.

Pasó sus manos al rededor de su rostro y suspiró encantado.

Beso sus labios de forma cariñosa, y rió cuando beso su cuello.

—Es nuestra luna de miel —susurró Diego, bajando sus manos y su boca— y no lo hemos hecho desde que llegamos, uhm...?

Jorge gimió y cerró sus ojos abriendo sus piernas por inercia, sonrió cuando sintió los besos en su mandíbula, su cuello, su clavícula.

—Tengo muchas ganas de hacerlo —admitió Jorge, con una sonrisa dulzona— Pero... Yo quiero ir arriba... Hace un rato no voy arriba..

Diego gruñó un poco y mordió su labio, apretó la cintura de su pareja y lo subió sobre el.

—Te dejó hacerme lo que quieras... Pero tú tienes que dejarme hacer lo que yo quiera primero —susurro mirando a su pareja, mordiendo su cuello—

Y Jorge no pudo evitar gruñir y asentir.

—Lo que yo quiera?

—Lo que tú quieras amor...

Y Jorge gimió, abrazándose con fuerza de su cuello y devorando sus labios.

...

Estaban acurrucados en la cama, completamente desnudos.

Ambos aún tenían ciertas manchas en su cuerpo y en su interior, pero a ninguno le molestaba las marcas del otro.

Ambos amaban sentirse llenos por su pareja.

—Por qué eres tan rudo a la hora de follarme? Siempre te pasas —dijo burlón besando el cuello de su pareja, Jorge rió y cerró sus ojos acurrucándose—

—Es que estás muy apretado.... A parte, te mueves de forma deliciosa, deberías considerar ser actor porno.

—No quiero ser actor porno, yo solo quiero hacerlo contigo —dijo burlón besando su cuello, acariciando su cadera, pero en ese momento escucharon el timbre— llegó nuestra comida.

Jorge se levantó para ir por ella, y Diego se quedó acostado deleitando la vista con una sonrisa.

Miro su espalda ancha, con sus bonitos rizos sobre sus hombros.

Me gusta ese de chinos...Where stories live. Discover now