Capítulo 10

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Tinieblas y Luz.

— ¿Dónde estamos?

—Las tierras... El plano, al que fui confinado en mi maldición...

Sus voces resonaban en ecos provenientes de todas direcciones que causaban el estremecimiento del joven curandero aún ante su propia voz, la mirada del chico viajaba vigilante mientras avanzaba sin soltarse de la camisa negra que el hombre sombra llevaba puesta; por su parte Yvel caminaba con naturalidad, había residido en aquel lugar por bastante tiempo y sabía que la sombra no era un espacio demasiado grande como para perderse, el lugar tenía apenas unos rastros de su antigua humanidad como cabañas destruidas y algunos árboles secos, todo sin color, matices grises por todos lados.

— ¿Y qué hacemos aquí?

—Es... —exhala un suspiro aferrando el tronco de su nariz —la séptima vez que me preguntas lo mismo. No tengo idea. —declara bruscamente —Ni siquiera termino de entender la forma en la cual llegaste aquí.

—Solo te toque.

Un nuevo suspiro escapó de sus labios al momento de mirar aquel rostro pecoso y redondo, en ese mundo su cabello no tenía color, aunque en el otro mundo ese chico era el mismísimo fuego, piel entre blanca y canela, cabello rizado con el tono del metal ardiente; pero en ese mundo aquel joven estaba aterrado y sin color. Yvel le tomó duramente la mano atrayendo su sorprendida mirada.

Quédate tranquilo, la única bestia que residía en este lugar... —sigue su camino sin mirar al chico —era yo. Tenemos que encontrar a Eleonor.

¿Ella se encuentra aquí? —le seguía de cerca tratando de atrapar su mirada fría y distante — ¿Por qué pensarías eso?

—Mi eterno martirió solo podría ser comprendido por aquellos que fueron creados para ser como yo, desgraciadamente ellos siguen con la mente nublada viviendo del odio que nos sembraron dentro... —observa de reojo los grandes ojos de cervatillo del chico —es difícil de explicar. ¿Piensas creerme?

—Necesito creer cualquier cosa en este tipo de situaciones. Yo no fui criado para enfrentar cosas de este tipo, mis antepasados se la pasaban holgazaneando en las praderas y bosques. Mi padre, fruto de una unión con un humano, era más sensato y pensante, pero seguía siendo... —niega con disgusto —soy mucho más consciente por venir de una elfa, pero... pero no me criaron para esta clase de situación, solo soy un curandero, curo heridas visibles más que nada. No tengo idea de que hacer en esta situación. —dirige la mirada al hombre a su lado —Yo... lo siento, estoy algo estresado.

—Esta bien. Yo también me he sentido... estresado.

Aquellas palabras le sabían raras entre sus labios, siendo oscuridad no tenía que comprender nada ni sentir nada más que rabia, quizá habría podido hacerlo, pero después de despertar del odio profundo que le había instalado su maldición durante siglos, le fue imposible no volver a caer en ello, el odio y la desesperanza, nuevamente solo hacia lo que le mandaban, aunque en esa nueva ocasión él decidía hacerlo porque quería y porque lo necesitaba.

Tuve un sueño. —explica finalmente —Desde que la lleve a la casa no había logrado conciliar del todo el sueño, recuperar mi cuerpo y mi mente, todo llegó tan de repente que me sentía perdido y abrumado, y luego estaba ella... tendida en ese sofá posiblemente por mi culpa.

—Dijiste que ella decidió decir esas palabras para enfrentar al demonio que vigila nuestros bosques. Eso no es tú culpa, ella lo decidió.

—No lo entiendes... es mi culpa. —detiene su andar soltando la mano del chico para mirarlo de frente —Cuando cayó casi desmaya y comenzó a decir aquellas palabras... —toca su frente con la yema de sus dedos —de sus labios salió una esfera blanca que me seguía sin importar el lugar en dónde me encontrará, permití que esa esfera entrará en mí, yo no debía haberlo permitido, si yo no lo hubiera permitido quisa ella estuviera despierta.

Magia y dolor: TraiciónWhere stories live. Discover now