Capítulo 4

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Nuevo mundo.

Elrond permaneció en la casa los dos días siguientes después de su charla con la humana, pero al tercer día salió en su carruaje con Enid dirigiendo a los grupos de guardias que asegurarían el camino para su rey, la comitiva cruzó por el jardín trasero en dirección, según le habían dicho, de la ciudad principal de su señor. Los siguientes días la gente salía casi todo el día de la casa principal permitiendo que la humana fuese de un lado a otro disfrutando plácidamente de las comodidades tal cual le había prometido a su señor.

— ¡Oye! —exclama con desgradado desde el umbral — ¿Has visto a Níniel? Hoy no se presentó a su puesto en la ciudad.

—No, no la he visto. —cierra su libro.

—Por los santos objetos, si que eres inútil. —exponía con los brazos en jarra sobre sus caderas —Ve y búscala en la segunda casa, debe encontrarse ahí. Hoy le toca trabajar conmigo así que dile que la estaré esperando o puede estar segura de que cuando Francin vuelva voy a acusarla por incumplimiento de deberes.

— ¡Um! —adelanta el cuerpo sin levantarse — ¿Me es permitido entrar ahí?

—Ahí es dónde deberías vivir. —posa las manos contra el pecho fingiendo aflicción de modo muy teatral — ¡Pero claro que no! Nuestro caritativo señor decidió mantenerte aquí por tú seguridad.

Dejando su libro de arte sobre la mesilla entre los sofás, Eleonor se levantó emprendiendo el camino hacia la puerta trasera mientras aquella elfa maldecía y se quejaba en su camino hacia el pueblo. Las únicas personas que le informaban de las normas y movimientos sociales en aquella casa no se encontraban presentes, así que desconocía si acaso no sería bienvenida en aquella casa y si eso le generaría problemas con los ocupantes de esa, además... muy seguramente los vampiros y hombres lobo residían en aquel lugar ¿No?

Sus pasos se detuvieron delante de una gran puerta de roble con un tallado delicado que representaba a dos fieras gruñéndose entre sí, la madera bastante pesada a la vista contaba con dos argollas de metal con las cuales abrir. Un chico de alas membranosas en tonos brillantes y traslucidos salió del costado de la casa sobrevolando el césped con un balde lleno de agua que parecía costarle llevar; sus ojos se alargaban hacia las cejas verduzcas difuminadas por aquel tono que seguía hebras peinadas o fijadas hacia su nuca.

—Oye, disculpa. —exponía bajando un par de escalones y notando el respingo del joven alado —Lo siento, no quería asustarte, es que... —observa en dirección a la puerta señalándola con cierta inquietud —solo es una pregunta. ¿Necesito magia para poder abrirla?

Observa la enorme puerta —Tiene... —analiza el rostro humano —ya contiene magia, solo debes jalar, pero no lo hagas con demasiada fuerza porque es muy liviana.

— ¿De verdad? —expone asombrada subiendo dos escalones —Y se ve tan pesada... —sonríe nerviosamente hasta tomar las argollas y halar mostrándose completamente sorprendida — ¡Vaya! ¡Wow, de verdad... de verdad que es muy liviana!

Su sorpresa y miedo se transformaron en una pequeña sonrisa y risa que no fue capaz de ocultar, era divertido ver como esa chica se sorprendía por algo que para ellos eran tan normal; dejando la cubeta en el suelo dejó de aletear para subir en una caminata hasta encontrarse a su lado, se inclinó un poco para atrapar su atención.

— ¿Buscas a alguien? Puedo ayudarte.

—Oh, gracias. Una chica elfa me ha enviado a darle un mensaje a mi amiga, se llama Níniel ¿A caso la conoces?

Asiente —La casa es bastante amplía. Tienes que subir las primeras escaleras, hay cuartos a derecha e izquierda y un balcón a final del pasillo, normalmente cuando descansan se reúnen en el balcón, si no la encuentras ahí solo vuelve adentro, su habitación se encuentra a mano izquierda en el tercer pasillo. Oh, y las habitaciones se comparten entre seis personas, solo para que sepas.

Magia y dolor: TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora