Capítulo 5

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Demonios y mestizos.

La ropa de los elfos eran telas que apenas y cubrían el cuerpo, delgadas y transparentes, solamente las capuchas y chales para el invierno eran de tela gruesa y cálida, además parecían tener un amor infinito por lucir sus esculturales cuerpos con fajas que les acentuaran las cinturas y el busto. Los hombres elfos eran un caso diferente, ropas holgadas en su mayoría y solo uno que otro entre guerreros y trabajadores de campo o trabajos pesados usaban ropas pegadas al cuerpo normalmente con los brazos al descubierto.

—Lamento decir que no podremos ir contigo esta noche. —mencionaba Lyrie con las piernas sobre la mesa de centro y el brazo sobre el respaldo del sofá rodeando a Eleonor —Ya sabes que Breis no puede andar por la noche y no podemos dejarla sola en la casa

—Es mi culpa. Totalmente mi culpa. —eleva la mano con una sonrisa desanimada en cara, girando su rostro hacia sus amigas sin levantarse del suelo —si no fuese por mí, ellas irían contigo. Lo siento.

—No es tu culpa —decían al unisonó las tres para después mirarse y reír.

Inha bajó del pequeño escenario con los instrumentos hasta poder patear el muslo de su amiga en el suelo, sonrío elevando apenas un tanto la comisura derecha y siguió adelante hasta dejarse caer en el sitio libre al lado de Eleonor rodeando sus hombros cubiertos por una camisa blanca, le sonrío comenzando a jugar con los olanes de sus hombros.

—Eres una humana muy bonita, los estúpidos machos intentarán conquistarte, así que procura mantenerte junto a esa tal Agatha y Níniel, quédate con el imbécil de Enid... tienes que volver a salvo.

—Si me dices esas cosas... —confesaba de frente a los ojos rasgados de aquella licántropa —no puedo evitar preocuparme de lo que haya detrás de la cerca. —vuelve la mirada al lado opuesto, sobre Lyrie — ¿Es peligroso?

—No realmente. No en su mayoría... —confesaba con un suspiro —digamos que los elfos tienen sus momentos de apareamiento y reproducción más controlados que los humanos y otras especies, además de que algunas especies se reproducen de maneras extrañas e incomprensibles para nosotros, pero... los elfos solo lo hacen, de una manera muy... rara y grupal durante el verano, hacen una fiesta grandísima al aire libre y según creo comprender, un macho puede hacerlo con cuantas hembras quiera hasta que sienta que ha encontrado a la correcta o algo así.

—Los licántropos en todo caso tenemos un algo que nos une completamente a nuestro alguien especial, es un lazo invisible, un algo... —niega frunciendo la nariz —que nos dice que ahí es dónde deberíamos estar.

—En fin. —expresa en un suspiro al techo —Lo que quiero decir es que en cualquier raza puede haber un idiota o dos, tienes que tener cuidado con todo aquel que quiera mostrar superioridad ante ti, —niega, mirándola con completa seriedad —las criaturas, sin importar la raza, pueden llegar a ser sumamente malas.

—Excepto los gigantes. —espeta desde el suelo con las palmas sobre el vientre —Ellos son muy tranquilos y amigables.

—Solo digo qué... los licántropos también son agresivos contra las hembras que no son de su manada, no abusan de ellas, pero pueden golpearlas y llevarlas hasta la muerte por el simple hecho de que no son... de su manada.

Eleonor observó atentamente el rostro de aquella hembra y luego de meditar su preocupación decidió asentir dejándole en claro que comprendía completamente sus palabras y que sería cuidadosa. Las licántropas se marcharon antes de la caída del sol y Eleonor subió a su habitación para cambiarse la ropa; en días como ese cuando las chicas lobunas se quedaban a su lado, Enid se iba por su parte dejándola al cuidado de ellas mientras él cumplía con sus deberes como comandante elfico, pero esa noche él iría a recogerla para llevarla a la ciudad.

Magia y dolor: TraiciónWhere stories live. Discover now