Capítulo 3

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Nuevo amigo.

Chico sol. Lo había decidido, y bueno... era más que claro. Ese chico era como un sol y no solo por su radiante cabello entre el rubio y anaranjado que se erizaba en ondas con las puntas rebeldes hacia el cielo. Aquella mañana Níniel y Agatha habían sido sustituidas por dos damas elfas a las cuales ni siquiera intentó preguntarles sobre el paradero de sus amigas, pero ese cambio no fue ni por asomo lo más sorprendente de su mañana, la sorpresa mayor se encontraba en el marco de su puerta con una sonrisa en cara y el pecho bien salido como cualquier guerrero elfico que hubiera visto rondar antes, pero... el chico sol era centímetros más bajo que ella, algo extraño entre los elfos que normalmente eran altos, también era un tanto robusto, de cuerpo más doble que los otros elfos, aunque mantenía una cintura exquisitamente ceñida. Eleonor dejó de estudiarlo con la mirada para encontrar sus ojos.

—Me llamo Enid, a partir de ahora me convertiré en tú caballero personal, o guardián, protector... —ladea el rostro mostrándose confianzudo —como desees llamarme.

Animado hasta el alma, su radiante sonrisa podía cegarla sin siquiera intentarlo. Ella sonrío lo mejor que pudo a pesar de su desconocimiento sobre aquella inusual situación.

—Soy Eleonor. —tiende la mano iniciando el saludo — ¿Puedo saber la razón para tener un protector? El señor de la casa me ha prohibido salir y no planeo incumplir esa orden.

—Bueno... —atiende al saludo delicadamente para luego encogerse de hombros —no lo sé. Eso me ha ordenado el señor Elrond, y yo tampoco puedo decirle que no.

—Es decir que no quieres hacerlo... —declara sutilmente evitándolo para salir al pasillo.

— ¡No! —eleva ambas palmas con cierto pánico — ¡Claro que no me molesta hacerlo! Solo digo que... —ríe levemente incomodo inclinando el rostro —aunque me pidas que no lo haga...

—Debes hacerlo.

—Exacto. Entonces... ¿Qué tal si nos conocemos? Podría ser que pasemos mucho tiempo juntos desde ahora, y lo único que sé de ti es que trabajas en el vivero, y que hoy no tienes turno ahí. Además, casi todos en la casa han salido al pueblo... ¿Qué haces cuando no tienes turno?

—Yo... —sigue adelante dirigiendo la mirada hacia la planta baja —solo me paseo y pregunto si tienen algún trabajo en la cocina, pero hoy han ido todos al pueblo para ayudar con los arreglos del festejo, así que no habrá nadie en casa... —observa al joven que camina a su lado manteniéndole la mirada —así que desconozco lo que debería hacer.

Ambos se detienen en el recibidor enfrentando nuevamente la mirada ajena, el chico sol sonríe en segundos. Su armadura de un tono azul ennegrecido, comparable al tono de sus ojos, tenía cierta forma de hoja en la parte que le cubría el torso, en sí la armadura no parecía muy segura pues dejaba al descubierto zonas bastante sensibles como todo el interior de los brazos, aunque permitía total certeza ante las horas de entrenamiento que los caballeros elficos dedicaban para formar parte de aquellas líneas de defensa; Eleonor tan solo se detuvo un segundo a observar aquellos músculos para finalmente regresar a aquellos ojos.

— ¿Quieres que yo proponga algo? —señala su sonriente rostro.

—Bueno... —encoge los hombros —primero que nada, quisiera ir a tomar algo de comida, pero si, —cruza el marco hacia el comedor principal —no me vendría mal la indicación de alguien que lleva aquí más tiempo que yo.

— ¿Qué te parece la música? —comenta ciertamente animado —No seré el mejor, pero puedo tocar algunos instrumentos bastante bien, podría ser tu bufón personal por este día y entretenerte todo lo que quieras.

Magia y dolor: TraiciónWhere stories live. Discover now