Capítulo 8

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El demonio.

"Los demonios fueron los que dieron la cara el día del ataque, ellos se presentaron con los mentones y el orgullo en alto para exponer su victoria y burlarse de aquellos caídos que ni siquiera sabían que estaban en el centro de un campo de batalla. El fuego quemó los bosques, los demonios con armas y hechizos atacaron a las otras especies torturándolas antes de brindarles una muerte. Fueron muy pocos los que lograron huir aquella noche, muchos se volvieron locos por la pérdida de la magia y aquel algo que no podían identificar, pero sabían que habían perdido, otros estaban en pánico total, y unos cuantos ardían en furia buscando venganza por sus familiares masacrados y por la magia robada.

La huida duró meses, los demonios enviaban grupos para intentar dar con los fugitivos que tenían que cambiar su escondite cada tanto, los gigantes tuvieron el tiempo más complicado y la gran mayoría fue sometida para volverse sus bufones personales, pero un día, se dice... un humano se presentó delante de los demonios que regían en una lucha por el poder, hizo lo mejor que supo hacer y los engaño para llevarlos a una guerra entre ellos mismos.

En el caos de la guerra propia y la soberbia de haber engañado a LOS MÁS INTELIGENTES, los demonios no exigieron la entrega de los objetos mágicos ni intentaron robar el objeto mismo de los humanos, aquellos humanos escurridizos que de pronto desaparecieron por completo de aquella corte de pesadillas mientras los demonios luchaban en busca del más poderoso para poseer todos los objetos. Luego de eso los demonios les hicieron el trabajo sencillo, la gran mayoría estaban malheridos así que, durante el veredicto de los humanos, que ahora poseían cuatro objetos mágicos contando con el suyo entre ellos, y los hechizos que en algún momento de todo el desastre habían logrado robar del libro secreto de los demonios. Tenían una fuerza y cantidad mayor que ellos.

Se dice que los humanos eran una gran mayoría cuando se presentaron frente a los demonios malheridos y agotados, los objetos no estaban a la vista, y aunque lo hubieran estado, parecía ser que los humanos habían logrado manejar la magia y al menos un grupo de ellos era inmune a los poderes demoniacos de control, los otros contaban con el conocimiento necesario para manejar la magia."

—No quiero que lo hagas.

Su mirada se apartó de las páginas del libro para descansar sobre aquel rostro decaído y cansado. Enid había entrado a la biblioteca y ella estaba tan sumergida en la comprensión y adaptación de las palabras que ni siquiera se había percatado de su presencia hasta que él habló. Quitándose las hojas y libros de las piernas, Eleonor se incorporó del pequeño banco, acolchado y fijo en la ventana hexagonal, bajando sus piernas al suelo hasta encontrarse de frente a él.

—Te ves agotado Enid.

—No quiero que lo hagas.

Su rostro fruncido dejaba en claro un dolor interior. En los últimos días una disputa constante se llevaba a cabo en la casa principal, Eleonor no los había visto discutir directamente, pero ya que la biblioteca y el balcón del té estaban cerca de la oficina prohibida, era muy fácil escucharlos discutir.

—Enid. —toma la mano del chico con dulzura para guiarlo al sitio libre a su lado —El señor Elrond lo ha pedido directamente, no puedo negarme.

—Él se equivoca. No debería ponerte en tal peligro. —ruega con una mirada directa a los ojos ajenos —Tú no tienes nada que ver con ese tipo y todo lo que hizo aquí.

—Oye... —acaricia su rostro tratando de darle calma —tienes razón, pero si puedo ayudarles a detener lo que sea que ese chico este haciendo...

Dos noches después de verlo tan decaído y frustrado acudió al lugar dónde normalmente podía encontrar a uno de los dos por accidente, esa vez se encontró con Enid agazapado en la mesa cubriéndose el rostro con un brazo mientras veía la luna en alto, se sentó a su lado y comenzó a contarle todo lo que aquel demonio le había dicho sin excepción alguna, Enid permaneció con la mirada perdida.

Magia y dolor: TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora