Capítulo 8

101 32 24
                                    


Miraba todo curiosa a mi alrededor, Dulce había traído ropa para mí antes de salir de aquel hospital y aunque no me agradaba la idea de irme con aquel ser, que además de secuestrarme me mordió y asesinó a mi ex novio, debía hacerlo.

Según me dijo Dulce, el era quien estaba a cargo mío, las leyes de este lugar son raras. Quien mata y secuestra es adulto responsable, que bonito.

Las perdonas visten bien, como pueblerinos pero bien, a excepción de quien me guía, a ese parece que no le venden camisetas.

Me guiaba entre unas chozas que parecían ser el lugar en el que habitan estos hombres animales. Ah, ahora debo vivir con un hombre que se convierte en perro.

Que está muy bueno, por que ese abdomen está hecho como para pasar la lengua por el por horas, como para arañarlo buscando escarbar algún orgasmo perdido. Pero lo que tiene de guapo y sexy no le quita lo enfermo.

Noto que las personas apenas nos ven nos evitan, incluso algunos han salido corriendo, quizás le tienen miedo, pero ¿quien no? Hasta yo lo tengo.

-Estás muy callada Cara Mía

-No me llames así- lo escuché reír.

-Es aquí mi todo- puse los ojos en blanco. ¿Que le pasaba?¿le habían dado la charla para que sea tierno? Porque a el no le quedaba, para nada.

Tomó mis piernas y me alzó sobre su hombro. -¡¿QUE TE PASA ANIMAL?!- pataleé pero no me bajaba.

-Así se debe entrar al hogar cuando la unión es hecha. ¿Consumamos ahora o luego de cenar?- me bajó de su hombro y fingía esperar mi respuesta. Acabé estampando mi rodilla en su entrepierna. -Ya te dije que el grado de dolor de ustedes los humanos y nosotros es muy distinto.

-¡Al menos finge que te duele!- chillé pero eso lo hizo reír, en cambio me alzó sobre su cadera.

-Te mostraré la cocina. ¿Sabes cocinar?- acabé sujetándome de sus hombros para no caer. Negué evitando hablar ya que esos roces deliciosos que creaba mientras caminaba me tentaban. Estoy demasiada necesitada y eso lo supe cuando me abrí de piernas frente a este cambia forma, pero debía evitar hacerlo de nuevo. -No importa, yo cocino para ambos.

-Aunque supiera no cocinaría para ti.- espeté -Ahh bruto- golpeó mi trasero y he de reconocer que me gustó, me encantó aquello.

-Este es el mesón, aquí abriré tus piernas justo así - me dejó sobre la superficie y esperé porque continuara. -Te comeré el coño mientras pides porque entre en ti. Se que quieres.

-No- Pero quería decir si, quería decir que me follara en ese mismo momento, pero esto es muy jodido, demasiado.

Siempre me gustó lo macabro, pero esto supera cada cosa que me creí capaz soportar, es decir. Asesinó a alguien y luego se lavó las manos como si apenas se hubiese comido un pollo para luego follarme sobre mi cama y hacer algo.

Porque algo hizo en mi vagina que los chorros de semen no paraban de salir, también parecía haberle crecido el..

Si es un perro, un lobo, el miembro de estos crece cuando eyaculan para expulsar  más cantidad de semen y dejar preñada a su pareja. ¿Había hecho eso conmigo?

Mis pensamientos habían tomado mi cuerpo, tanto que no noté cuando su boca tomaba mi cuello como si le hubiese dado aquel permiso, como si fuese tan suya que no tendría que pedirlo.

-No.. no dije que podías besarme.- estábamos tan cerca que sentí su risa contra la piel sensible de mi cuello. Bajó un poco más y mordió mi pezón por sobre la tela y la primera gota de mi bochorno cayó a la ropa interior que llevaba puesta.

Apretó la carne de mis muslos y me hizo correr hasta él haciendo que nuestros sexos crearan una deliciosa cercanía, estaba tan receptiva y nunca fui así, no entiendo.

Es como si su sola presencia me haga ser la más mansa de los corderos, como si mi anatomía lo sienta un sexo superior. Su olor, aquel que me hizo temblar las piernas y jadear por el, ahí estaba. Tomando partido de mi cuerpo y lo dejé, soy débil.

En cuerpo y deseo por el.

Luego lo recordé. -¿Me dejaste preñada?- lo empujé lejos, más bien intenté, por su fuerza ni siquiera se movió, umm, es tan fuerte y duro, en todas partes. Concéntrate -¿No te atreviste a dejarme preñada? Porque si es...- besó mi boca con hambre voraz y gemí por gusto pero también para alejarlo, debía saber. -¡Responde!

Lo vi suspirar cansado, acercarse a mi vientre y oler -No es así, ¿contenta?- volvió a mi cuello como si aquello le hubiese dado el permiso de acercarse nuevamente.

-No dije que quería.

-Pero esto sí- metió su mano entre ambos y logré sentir lo húmeda que estaba, chorreaba, mierda que si. Cuando sus ojos amarillos volvieron a mi para apoderarse de mi boca y a sabiendas de que no lograría apartarlo más, porque lo deseaba, mierda que sí.

La puerta fue tocada, lo vi alejarse y olfatear para luego poner mala cara. -No te muevas- es tan mandón que solo me dan ganas de desobedecer cada uno de sus mandatos, ignorarlo, hacer lo contrario.

Así que, de un salto bajé de donde me hallaba y fue camino a la entrada. Había un joven ahí, tenía piel como de porcelana, parecía un muñeco, era hermoso. Delgado y fino.

-¿Que haces en mi casa?

-¿Así que es cierto eso que dicen? La trajiste aquí- ambos me miraron fijamente, uno con desdén.

-Aquí es donde debe estar, será la futura líder consorte, mi pareja.- su tono era duro, no iba dirigido a mi y aún así me hizo estremecer.

-¿Sabe ella que te acostaste conmigo apenas dos días antes de ir por ella?

-Sabes que solo pasé mi celo contigo, no te crees ideas. Una palabra más y serás expulsado de la manada.

-¿Me amenazas? ¿Por esa?

-Ambos sabemos que soy de cuidado, así que no busques tu propia muerte.- y si, le tengo miedo a ese ser que besa y coge tan rico, pero su mirada puede incluso matar a alguien.





.

Auspicio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora