Capítulo 3

40 8 1
                                    

Había una pequeña diferencia, lo sabía, apenas sútil, inmerso en su burbuja de paz el chico de la mesa 8 a veces tenía un destello de interés en Sam, breve, apenas existente, Sam captó su mirada discreta un par de veces y ahora estaba seguro que Santana lo había mencionado en su charla anterior, pero eso no podía ser algo malo, no cuando Blaine lo miraba ocasionalmente unos segundos para luego negar sonriendo de manera casi Imperceptible luciendo adorable, ligeramente sonrojado.

Sí, debía admitirlo, Sam estaba caminando sobre nubes con ese descubrimiento, quizás, sólo quizás, Blaine podría estar interesado.

-¡Cielos! ¿Cuál es tu problema hoy? – escucho quejarse a Santana.

-¿Qué?

-Es la tercera orden que me das mal.

-¿De nuevo?

-¿Quieres dejar de preparar Flat White? Estar enamorado no te da derecho a ser estúpido.

-No me llames estúpido – pidió  Sam aunque con tranquilidad, sabía que merecía un poco el insulto.

-Entonces deja de serlo, ¿crees que no me doy cuenta que no dejas de ver la mesa 8 por eso no has dejado de preparar la bebida que tu chico ordenó?

-No es mi chico.

-Solo dame el Espresso que te pedí – ordenó- y tú pagarás este – aclaró  tomando el Flat White de todos modos.

-¿Qué harás con él?

-Te haré un favor – respondió la chica acomodando la taza en su bandeja para alejarse con rapidez, yendo, para horror de Sam, directo a la mesa 8.
.
...
.....
...
.

-Hola chico de la mesa 8- saludó la latina llegando hasta él.

-Hola Santana – respondió Blaine cortésmente quitándose los audífonos.

-Tengo esto para ti- dijo poniendo sobre su mesa la taza recién hecha de café.

-Debe haber un error, ya tengo el mío.

-En realidad es cortesía de nuestro barista.

-¿Lo es?- preguntó Blaine girando sorprendido hacia la barra, pero el rubio estaba trabajando de espaldas a él.

-Es un poco tímido.

-¿Es una broma?

-¿Qué es una broma?

-Esto- dijo señalando el café.

-¿Por qué sería una broma?

-¿Por qué el barista me enviaría un café?

-¿Por qué es más sencillo que invitarte a salir?

-¿O hablarme siquiera?

-Ya te dije que es tímido.

-¿Quién es tímido?- preguntó Tina acercándose a la mesa.

-Sam – respondió Santana con naturalidad, Tina en cambio palideció.

-¿Le… le dijiste de Sam? – Preguntó sorprendida. En respuesta Santana se encogió de hombros desinteresada -Sam va a enloquecer cuando se entere.

-¿Por qué?- quiso saber Blaine.

-Dijo que moriría de vergüenza si te enterabas.

-¿Sí me enteraba de qué?

-De su enamoramiento.

-Bueno si Sam quisiera que eso siguiera siendo un secreto – se defendió Santana- no le hubiera invitado un café.

-¿Él hizo qué?

-Tengo que seguir atendiendo mis mesas- dijo cómo despedida Santana y sin darles oportunidad de hacer algo más dio media vuelta dejando el lugar.

-¿Te envío un café?- preguntó Tina aún sorprendida.

-Eso dijo Santana – respondió Blaine también impactado -¿Es verdad entonces?

-Lo investigaré.

-No, lo del café no, bueno si quiero saber si él lo envío, pero no me refería a eso – aclaró- ¿es verdad que Sam piensa que soy lindo?- preguntó tímidamente

-Oh Dios, sí, es tan ridículamente obvio – dijo Tina relajándose -¿Por qué? – preguntó sentándose en la silla junto a Blaine - ¿Te parece lindo también? – quiso saber recargándose curiosa sobre la mesa.

-¡Tina! – llamó  Sam con un gesto molesto desde la barra.

-Oh, ahora vuelvo – dijo poniéndose rápidamente de pie.
.
...
.....
...
.

-¿Qué demonios te pasa? – preguntó Sam en tono bajo pero molesto cuando la chica se acercó, tratando de ser inexpresivo por si el chico volteaba, pero era obvio que Blaine intentaba evitar observar la interacción.

-¿De qué hablas?- preguntó Tina confundida.

-Te sentaste en su mesa. ¿Te parece eso profesional?

-Oh, lo siento Sammy – reconoció la chica – no sucederá de nuevo.

-¿Y qué le dijo Santana?- preguntó ahora en un susurro.

-¿A Blainey Days?

-Tampoco es profesional que lo llames así – la volvió a regañar- pero sí, a él – dijo bajando de nuevo su tono.

-Mmmmh, en realidad no lo sé, llegué algo tarde a la plática, solo escuche que le enviaste un café. ¡Buen movimiento!- lo felicitó la chica.

-Dios, no – se lamentó Sam.

-Oh míralo Sammy, luce tan feliz -dijo Tina observando de nuevo a la mesa 8, dónde Blaine lucía relajado como siempre, inclinado en el respaldo de su asiento con los ojos cerrados, mientras escuchaba algo en sus audífonos pero esta vez sostenía la taza con ambas manos y una sonrisa complacida adornaba su rostro.

Y maldita sea, si el café gratis había puesto esa sonrisa en su rostro, entonces Sam se encargaría de que Blaine no volviera a pagar un café en lo que restaba de su vida.

El chico de la mesa 8Where stories live. Discover now