Capítulo 1

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No es realmente que esté obsesionado, por qué no lo está, o quizás solo un poco, pero no lo puede evitar, hay algo tan magnético en el otro chico, cómo un aire completamente pacífico que lo hace querer orbitar hacia él, perderse en su calma.

Verlo todos los días en el café sentado en la que se ha vuelto su mesa habitual es parte importante de su propio día, aunque le ha ganado las burlas constantes de Santana y miradas llenas de sospecha de Tina.

Pero Blaine, se llama Blaine, el chico de la mesa 8 se llama Blaine (o eso dice Tina que es quien lo atiende habitualmente), no se da cuenta de la persistente mirada de Sam sobre él, es más, nunca ha dirigido más que una mirada rápida en su dirección, apenas reconociendo la existencia del rubio barista.

Lo mayor interacción que tuvo con él fue el primer día que Blaine entro al lugar, había dado una mirada insegura observando el lugar hasta toparse con la mirada de Sam, entonces sonrió, muy ligeramente, cómo un pequeño saludo y comenzó a caminar hasta él pero Tina lo interceptó en el camino señalando con un amplio gesto las mesas invitándolo a elegir cualquiera y siguiéndolo hasta la más apartada.

-Uff – dijo Tina minutos después cuando se acercó a la barra con la orden del chico- Dios, ¿viste ese perfecto trasero?

-¿Qué?

-El del chico de la mesa 8 – insistió – prácticamente me contuve para no tocarlo.

-¿Por qué dices cosas como esas Tina?- preguntó sorprendido y ligeramente avergonzado.

-Oh vamos Trouty hasta yo lo noté – dijo Santana acercándose también para entregar a su vez la orden de la mesa 5.

-Son un par de depravadas – respondió Sam en burla volviendo a buscar la mirada del chico, pero este se había puesto ya unos audífonos y garabateaba algo en la libreta que abrió frente a él.

Es lo que típicamente hace: escuchar (aparentemente) música mientras escribe algo, a veces con calma, otras veces rápidamente, en ocasiones sonriendo ligeramente con evidente orgullo, de pronto desechando sus ideas tachoneando sobre ellas, pero nunca pierde la paz en sus ojos, en sus enormes ojos ámbar; aunque en ocasiones lee, en absoluta tranquilidad y Sam se imagina que sería agradable arrullarse con su voz, en esa sensación de calidez que todo él emite.

Tina esta absolutamente enamorada de Blaine, lo dice en cada oportunidad porque “Vaya, Blaine es tan amable y educado”, “es considerado y agradable”, “tiene los ojos más hermosos”, “ilumina la cafetería entera con su sonrisa”, “además es súper generoso” y en fin, tiene al parecer todas las virtudes del mundo. Y es Santana quien le recuerda en cada oportunidad que ella es novia de Mike y que supuestamente lo ama, para evitar que se lancé sobre el chico de la mesa 8, quién, según la latina, evidentemente es tan gay que seguramente vomita arcoiris.

Y al principio era divertido escuchar a Tina suspirar exageradamente por Blaine, pero pronto dejo de serlo porque a cada nueva virtud que la chica descubría, Sam se sentía más amargado por no poder ser él quien lo conociera mejor. Y ahí las burlas comenzaron, apenas Santana vio la más leve señal de debilidad (que en realidad no era nada leve) y Sam empezó a ser tratado como el ridículo admirador que seguramente era.

-Oh por dios, basta con la mirada de cachorro triste – se quejó Santana trayéndolo a la realidad, mientras tanto ella como Tina vaciaban sus charolas en la barra– ¿alguna vez le vas a hablar?- le preguntó

Sam sacudió la cabeza y continuó secando la taza que tenía al menos un minuto seca

-No sé de qué hablas – respondió encogiéndose de hombros, pero lo sabía, claro que lo sabía.

-Has estado suspirando patéticamente por él durante semanas, deja que te crezca un par e invitarlo a salir.

-No seas ridícula – dijo girando evasivo para dejar por fin la taza en su lugar.

Sam escucho a la chica resoplar disgustada y giró nuevamente comenzando a recoger las tazas vacías que las chicas habían dejado sobre la barra.

-Ella tiene razón ¿sabes?- opinó Tina de pronto – Deberías hacer un movimiento antes de que alguien más lo haga.

-¿Alguien como tú?

-Sí, alguien DECIDIDO como yo, pero que no tenga un novio al que ame.

-Has recordado a Mike hoy ¿eh?

-No intentes cambiar el tema siendo grosero conmigo Sam Evans, te conozco demasiado como para caer en tu juego.

-Escuchen, no tengo el tercer ojo mexicano que Santana tiene, pero sé cuándo alguien está interesado en mí y ese chico ni siquiera me mira.

-Has que cambie eso – insistió Santana

-¿Cómo?

Ambas chicas intercambiaron una mirada cómplice y Sam supo de inmediato que ya habían armado un plan sobre esto.

-¿Confías en nosotras?- preguntó Tina inocentemente.

-No.

-No importa, igual nos encargaremos. – sentenció Santana.

-No, espera no, por favor no hagan nada.

-Pero-

-Por favor Tina, ya es bastante malo ser tan obvio con ustedes, me moriría de vergüenza si el también se da cuenta. Me gusta verlo así a distancia, no me da oportunidad de decepcionarme, es agradable tener este sentimiento platónico.

-¿Por qué crees que te va a decepcionar?

-Siempre lo hacen ¿no es así?

-No – aseguró Santana con firmeza.

-Oh cállate, tú me robaste a mi novia.

-Era mi novia primero Trouty, lo sabes.

-Oh basta los dos, pueden ya dejar eso, es historia antigua… además Blainey days es diferente, él no te haría daño.

-¿Blainey days?

-Hablamos de esto Tina, Blaine es para Sam.

-De acuerdo – se rindió Tina- no dije nada.

-Chicas en serio, les agradezco su raro interés en mi vida amorosa pero no, por favor, manténgase fuera de eso – pidió  con seriedad – Y Tina, creo que “Blainey days” te necesita -dijo sin realmente fijar la vista en el otro chico, demostrando una vez lo pendiente que estaba a sus movimientos.

En efecto, cuando Tina giró, Blaine llamó su atención para pedir la cuenta. Santana se desplazó a una de sus mesas para recoger más tazas y platos vacíos. Y Sam observó como el chico de la mesa 8 guardaba un libro cuidadosamente en su mochila.

El rubio suspiró pesadamente sabiendo que pronto dejaría la cafetería, Dios estaba tan perdidamente flechado por él.

El chico de la mesa 8Where stories live. Discover now