30.DESASTRE

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AFRODITA

—Estoy nervioso, amor—dice Mase sonriendo y toqueteando todo.

—Y a mi me estas poniendo nerviosa ¡estate quieto!—exclamo cuando cambia por décima vez la canción.

—Lo siento—me sonríe y finalmente apaga la radio—Es que tengo una mala sensación.

Evado su mirada y solo me encojo de hombros.

—Todo estará bien—intento calmarlo aunque yo también tengo la misma sensación.

—Voy bien, ¿verdad?—pregunta logrando que suelte una carcajada.

—Vas estupendo, cariño.

Sonríe finalmente y vuelve a toquetear pero esta vez baja la visera y de ella cae algo que le hace sonreír en grande.

—Me creía que las tiraba—susurra para él mismo.

—Nunca tiraría regalos de mi chico—confieso.

Las flores azules que me regaló las sigo guardando.

—¿Qué? ¿Cómo sabes que yo te lo he regalado?

—Mason...

—¿Era muy obvio?—pregunta haciendo una mueca—La primera vez las encontré en la papelera.

—Algún día hablaremos de eso—acaricio su mano y él solo asiente.

—¿Qué pasa? ¿Yo no me puedo enterar?—pregunta Kai sacando su cabeza de los asientos de atrás.

—No—Mase ríe e intenta, con una mano en el rostro de Kai, echarlo para atrás.

—¡Quita!—gruñe Kai.

—Déjalo, Mase—pido. Kai le sonríe con suficiencia a Mason, este rueda los ojos.

—Lo defiendes más a él que a mí—señala mi chico.

—Mira en la funda de mi móvil.

—No...no me gusta tocar tu móvil.

—Coge el móvil—pido.

Sigue negándose hasta que se lo pido a Kai, él lo coge y abre la funda.

—Flores—murmura mi amigo.

—Ese ramo de flores azules me encantó.

Mason me mira sonrojado con una sonrisa enorme.

—También son mis preferidas. Azules, mi color favorito.

—Eres un Chelsea boy de categoría—carcajeo.

—Es por tus ojos, tus ojos cuando están azules...me vuelven loco—susurra.

Muerdo mi labio inferior porque mi chico es una cosita muy bonita.

—Y a mi me vuelves loca tú.

—Mira delante tuya, no quiero que nos estampamos contra una casa—regaña Kai.

—Conduzco bien, Havy.

—Sí...pero cuando no tienes distracciones.

—Vale—resoplo haciéndole caso pero después de darle un beso a Mason.

—Te quiero—dice y esas palabras me hacen sentir mucho más tranquila y más segura, aparte de que se han convertido en mis favoritas.

Me hacen sentir segura porque si esta noche algo se tuerce yo sé que la decisión que tome será la correcta y será la primera vez que no piense solo en mí.

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La mala sensación no se va ni cuando estamos sentados en el sofá con mi familia.

Un amor a medidaWhere stories live. Discover now