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El verano poco a poco estaba despidiéndose de él. Odiaba la idea de tener que aguantar el frío invierno. Sus energías no serían las mismas en sus días más importantes, pero todo estaría bien. Él podría con eso y más.

También podría con los matadores sueños que llegan nuevamente a atormentarlo.

Sexta noche desde sus disculpas y todo seguía igual para él.

Refugiándose en las pastillas, Lee solo tenía una pequeña rutina de levantarse, asistir a la escuela, regresa y dormir todo lo que le alcance. Porque esos sueños lo mantenían despierto aun estando con los ojos cerrados.

En el exterior todo volvió a la normalidad. Sus amigos habían regresado a ser los de antes, como si nada hubiera pasado. Renjun aún mantenía su distancia por la dura vigilancia de Jungwoo, y por obvias razones eso no le agradaba para nada. Pero no podía hacer nada si es que quería llevar a cabo su magnífico plan.

¿Que si realmente lo vale? Aún no estaba seguro. Los sueños pesados y largos que tenía solo le advertían que se arrepentiría si no tomaba una decisión. Algo que su yo del sueño no hizo.

—¡NO AGUANTO MÁS!

—Por favor, deja de gritar.

Dong se encontraba echado en su carpeta. Su cara estampada contra el intento de almohada hecha con su abrigo. Era hora de estudio, por lo que todos estaban enfocados en sus propios mundos. Pero el morocho estaba tan cansado y aburrido que lo único que quería era salir a jugar un rato.

—Estoy sufriendo...

—No has hecho ni el primer ejercicio.

—¡No lo entenderías! —exclamó, recibiendo un golpe en la cabeza— ¿Cómo te pueden gustar las matemáticas? Eres un maniático.

Mark resoplaba mientras veía sus apuntes. En realidad, la matemática no era su cosa favorita, pero debía esforzarse si es que quería salir limpio de los próximos exámenes. Más cuando sus padres le habían advertido que si salía bajo, estaría prohibido tocar en la banda.

Enfocándonos en la banda. Jisung volvió a ser el confiable baterista. Jeno sigue hallando nuevos sonidos para poder incluir en la canción. Y Hyuck, quien era el encargado en la letra, seguía quemando su cabeza para hallar la inspiración. Ni teniendo a su musa en la mente podía trabajar.

El otoño se estaba acercando y con ellos las festividades para fin de año. Quedaba tan poco para avanzar un paso más en lo largo de sus jóvenes vidas.

El mundo era un completo misterio y eso lo sabía más que nada. Haría todo lo posible para perder contra aquello que amenaza su dulce futuro con la persona que amó, ama y amará.

—¡Lee Donghyuck, baja en este mismo instante!

El llamado de la muerte.

Como buen soldado preparado, Lee se puso protección de más. Sabía que no había dado tan de sí en los exámenes de aquel semestre y era muy obvio que su vida correría peligro por ello.

Sus padres se encontraban leyendo su boleta de notas, mientras que él les acercaba vasos de agua como para apaciguar el momento. Por el semblante de ambos percibía el dolor del castigo y aunque sus padres nunca recurrían a la fuerza, hombre prevenido vale por dos.

—Mamá, papá.

Como si tuviera al exorcista y a su doble frente a él, sus padres voltearon tanto el rostro que saltó sobre su sitio—. Siéntate.

Ni un "cariño", "mi niño", "hijito precioso", "osito de mami", "campeón", nada de nada. ¿De verdad moriría ese día? Sus sueños no lo habían avisado de ello.

"Si tan solo me dieran las respuestas de los exámenes también... lo único que me dan son pocas horas de sueño." Suspiró.

Acató la orden de su padre.

—¿Ta-tan malo está?

Fue un silencio de dos o tres minutos. La tetera comenzó a chillar y fue el primer movimiento de su madre desde que bajó a la mesa. Su tiempo de rezar el rosario acabó. Sin embargo, una sonrisa con ojos lagrimosos fue lo que presenció al ver su rostro.

—¡Dentro de los primeros de la clase! —exclamó la madre con un salto— Mi hijito está dentro de los primeros. ¿Qué deberíamos hacer? ¿Salimos hoy? ¡¿Qué deseas comer hoy, precioso retoño de mamá?!

Se quedó pasmado.

—Creo que esta vez nos pasamos, cariño... —dijo el mayor, acariciando la cabeza de la estatua que tenía por hijo.

Luego de un pequeño espacio para que el menor pueda recomponerse y quitarse la protección, la pequeña familia se sentó en la mesa. A decir verdad, Lee no estaba orgulloso de sus resultados. Acostumbraba a estar dentro de los cinco primeros, bajar y estar entre los diez, lo hacía sentir que estaba desaprovechando las oportunidades que sus padres le brindaban.

Miró con enojo y tristeza su boleta de notas. Se había negado a observar la tabla de la escuela y ni bien tenía la nota es sus manos, se las entregó a sus padres. Se sentía tan decepcionado.

—¿Por qué están tan felices? —bajó la cabeza— Bajé muchísimo... No estoy conforme con mis notas, mucho menos con mi puesto. Disculpen por haberlos fallado.

Ambos mayores se miraron, jalaron sus asientos hasta estar al lado de su primogénito y lo observaron con una dulzura que lo derretía.

—¿Por qué estaríamos decepcionados de ti? —comenzó su padre— Ichan, no somos ciegos. No has estado en tu mejor momento. ¿Cómo podría exigirte si ni podías llevar el peso de tu tristeza? Una nota no te define. ¡Pero mira! Aun estando en tu peor momento, quedaste dentro de los primeros de tu clase y dentro de los veintiséis de los de primero. ¿Cómo no estaría orgulloso de ti? Mi hijo aún temblando con el peso de su vida, pensó en sus padres.

—Nunca nos decepcionarías, Ichan.

Jamás entendería como acabó así en sus sueños. Tal vez esto era lo que estaba faltando. Siempre calló sus tristezas, angustias y preocupaciones porque creía que era de persona inmadura hablarlos. ¿No poder llevar por sí solo sus problemas? Seguro era alguien débil. Y a la mala comprendió que estaba totalmente equivocado.

Se derrumbó en los brazos de su madre. Dulce olor a hogar.

—Nuestro pequeño bebé siempre tendrá a sus padres de su lado. Por eso ya no sufras solo, ya no más... —la voz de su madre se cortaba con cada palabra dicha. Había sido tan egoísta que no se había dado cuenta de que también estaba dañando a sus padres con la preocupación de su silencio.

Todo por lo que nunca dijo.

—Debo confesarles algo...

Era ahora o nunca. No sabría lo que pasaría si no lo ponía a prueba.

Sentía nuevamente el nudo en su garganta, comenzó a tronar sus dedos debido a los nervios. Miraba a todos lados con tal de no chocar con los ojos expectantes de sus padres.

Donghyuck nunca había estado tan nervioso como ese día.

—Hay alguien... —respiró hondamente— Ese alguien es una persona realmente maravillosa; sin embargo, ese alguien ya no está disponible. Hice una tontería y perdí su compañía al tratar de traerlo de vuelta a mi lado —se pellizcó el muslo ante el horrible recuerdo de ese día—. Yo amo a ese alguien... Yo estoy enamorado de ese alguien. Quiero conquistar a ese alguien, aun si no está disponible.

Sonrieron.—¿Quién es ese alguien?

El corazón le latía a mil por segundo, podía escucharlo bombear. Su rostro se tiñó de un sutil carmesí. Tenía la respuesta en la punta de la lengua, pero era tan difícil decirlo. Tomó todo el aire que pudo y lo botó junto con el nombre de aquel muchacho que lo tenía en las nubes y tormentas.— ¡UN CHICO! ¡ES UN CHICO! Huang Ren... ¡HUANG RENJUN! ¡ME GU-ME GUSTA HUANG RENJUN!

Ahora no solo contaba con la ayuda de sus amigos, sus padres también estaban dentro del juego.

Y al ser descubierta su verdad, después de todo ese tiempo, Lee Donghyuck pudo descansar sin alguna pesadilla persiguiéndolo.

Dulces sueños, Haechan. Cosas nuevas vendrán a tu vida.

una nueva oportunidad para amar | renhyuckWhere stories live. Discover now