Yoongi busca aniquilar a los agresores de su novio Jimin, mientras su cuñado Jungkook trata de conquistar a Taehyung, un hijo de pastor.
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Tras haber sido encerrado en terapia de conversión...
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La casa de Seokjin era pequeña y acogedora, para el gusto de Jimin. El sol de la tarde coloreaba las sábanas blancas de tonalidades anaranjadas, las ventanas abiertas dejaban entrar el dulce olor de las flores primaverales.
—Tres días de sexo —Jungkook suspiró con pesar—. Yo quisiera. —Recibió un almohadazo de Jimin.
—¡Si lo dices así deja de sonar romántico! —reprochó Jimin con una sonrisa.
—El romance es un invento del gobierno.
—¡No lo es!
—¿Cuánto a que te tiró la invitación por debajo de una puerta, en lugar de dártela como una persona normal? —apuntó Jungkook. Jimin soltó una risita y se echó en el colchón—. ¡¿En serio?!
—Fue muy lindo —Jimin se cubrió la cara con las mantas blancas—. La dejó en mis piernas y se puso tímido... Es tan lindo.
—Tu definición de lindo es... extraña. Yoongi es de todo, menos lindo —Y recibió otro almohadazo de Jimin, cuando estaba a punto de devolvérselo Seokjin ingresó con una tetera en una bandeja—. ¿Te parece lindo Yoongi?
Seokjin rodó los ojos con fastidio, entonces Jungkook rio al ver que su mofa había funcionado.
—La irresponsabilidad afectiva hecha persona solo podría parecerle linda a Jimin —comentó en tanto servía el té en los pocillos rosas de porcelana.
—Lo intenta —musitó Jimin con pesar—. No es fácil para él, Jinnie.
—Para ti tampoco, pero lo das todo —Seokjin le tendió su té—. ¿Te ha hablado desde el domingo?
—Por favor... —Jimin acercó el pocillo a sus labios—. Estoy feliz, esta semana tendrá que hablarme de nuevo, ya casi es su cumple.
Seokjin ahogó una exhalación agotada y asintió.
—Trata de recordar que mereces más —dijo con suavidad. Jimin asintió.
—Y..., ¿cómo te fue en la iglesia? —Jimin observó a Jungkook con curiosidad.
—Ah... —Jungkook sorbió de su taza—. Estuvo bien, aburrido, pero bien.
—¿Cómo se llama el galán? —Jimin trató de hacer convincente su sonrisa.
—Ah... —Jungkook alzó la vista, frunció ligeramente el ceño y los labios, sonrió y negó con la cabeza—. No me acuerdo.
Jimin y Seokjin soltaron sus carcajadas sonoras.
—Eres increíble —ironizó Seokjin—. Estás ahí para cogértelo y dejarlo a la semana, eso es ser mala persona.
—¡Yo no voy a hacer eso! —se defendió Jungkook—. Quiero conocerlo.
—Y por eso recuerdas su nombre —atacó Jimin.
—¡Tengo mala memoria!
—¿Y en serio debe ser con un religioso? —Jimin no pudo ocultar su incertidumbre.
