Luego de un accidente en la empresa, el CEO Jeon Jungkook debe guardar reposo y mantenerse alejado de todas las presiones que implica su trabajo. Su madre le recomienda salir en citas para distraerse, sin embargo, él se niega a tener nuevamente una...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
—¡Hana! —Jungkook llamaba a la chica desde afuera de su habitación.
—¡Entra! —respondió casi de inmediato.
Cuando el mayor entró en la recámara de los gemelos se percató que los dos se encontraban frente al escritorio mientras Jae escribía en la computadora y Hana observaba la pantalla. Nuevamente estaban buscando una cita.
—Necesitamos hablar —los gemelos dejaron de lado el aparato pues el tono que utilizó su padre les pareció preocupante. —¿Han notado algo raro en Youngsu?
—Nada fuera de lo normal, ¿por qué lo preguntas? —respondió Jae.
—Su maestra me dijo que esta sufriendo de acoso y yo nunca me di cuenta, creí que tal vez ustedes sabrían algo.
—Ah... —Hana comenzó a recordar. —Es por eso que tenía un chicle pegado en el cabello.
—¿De qué hablas? —preguntó su hermano.
—Hace un tiempo Young me dijo que por accidente se había pegado un chicle en el cabello, como no pude quitárselo tuve que cortarlo. Pero nunca me dijo que alguien se lo pego apropósito.
—Ese es el problema —continuó Jungkook. —Creemos que esta tratando de ocultar lo que le hacen por miedo.
—Creo que lo mejor será hablar con ella, hacerle entender que no puede quedarse callada.
Jae tenía razón, debían convencerla de sacar toda la verdad que llevaba guardada. Youngsu era una niña muy buena que no se metía con nadie y sin duda no merecía lo que Wihyung y sus amigos del demonio le hacían.
Luego de la cena, Jungkook llevó a su pequeña a su cuarto para arroparla y aprovechar para conversar con ella.
—Young... —ella lo miró. Sus ojitos brillaban al igual que solían hacer los de Kook. —¿De casualidad hay alguien que te esté molestando en la escuela?
—No... —dijo sin mucho ánimo.
—Sabes que las mentiras son malas, si alguien te agrede no debes callarlo —no respondió. —¿Acaso no confías en mí?... Princesa, puedes decirme lo que ocurre contigo, haré todo lo que este en mi alcance para protegerte.
—No hay nada de que preocuparse, papá.
—Youngsu —acarició su cabeza. —Tu deseo es que yo sea feliz, pero, ¿sabes cuál es mi deseo?
—¿Cuál?
—Que tú también seas feliz. Mi felicidad se basa en tu felicidad y para que ambos deseos se cumplan tu debes ser muy honesta conmigo, entonces, ¿puedes decirme la verdad?
—No puedo —se acostó en su cama y se cubrió hasta la cabeza con las cobijas.
—¿Y qué hay de tu profesora? Si no quieres decirmelo a mí, está bien. Pero por favor, por lo menos díselo a ella.
