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Debería pedirle su consentimiento, pero está dormido

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Debería pedirle su consentimiento, pero está dormido. Decir que es una roca ahora mismo, es un eufemismo.

Enciendo la ducha de su apartamento y dejo que el agua caliente ablande mis músculos tensos. Intentar desvestirlo ha sido una proeza. ¿No montarlo a horcajadas? Eso sí que fue un desafío con mayúsculas.

Uso su jabón, su shampoo. Inspiro profundo llenado mis pulmones de esas familiares fragancias.

Cuando vi a Fabien en la ambulancia, con la sangre colgando sobre su rostro, casi me desmayo. Desesperada, busqué su herida y maldije a la mujer que lo atendía con extenuante lentitud.

Sé que decir que era "mío" no fue profesional ni ético, pero era tal cual lo sentía. Los celos me atacaron cuando vi que la guapa doctora le ponía sus garras encima y ajustaba sus pechos hacia la cara de Fabien.

Mi sentido común me dice que no debo quedarme en esta casa más que por esta noche, que debo rentar una habitación en un hotel y seguir el proceso relacionado con mi padre estando lejos de Fabien. No sé si en Chicago o desde mi casa, pero no es justo para los retacitos de corazón que aún quedan vivos en mi cuerpo.

Cojo una toalla suave y mullida color blanco y arrastro el vapor del espejo con mi puño. El baño es cómodo por tratarse de un apartamento en el centro de Chicago y me pregunto cuántas mujeres han pasado por aquí, han usado esta ducha y han compartido sus sábanas. O el despojo de ellas.

―No, Veronika, no vayas allí ―me reprendo cuando las preguntas fluyen sin control.

Busco en mi bolso abierto sobre la tapa del inodoro algo cómodo con lo que dormir. No he sido muy hábil al momento de armar mi equipaje, por lo que escojo un pantalón de ejercicio liviano y la sudadera de mi universidad. Lejos quedaron mis pijamas o camisones más elegantes.

Después de todo, ¿para qué traerlos? Con suerte me despertaré en unas horas, esperaré porque Fabien esté bien y me marcharé.

Voy a la cocina y me sirvo un vaso con agua antes de ir a la habitación de huéspedes, la de la puerta junto al baño.

Recorro visualmente su casa desde la barra de la cocina. Es un lugar bonito, decorado con colores masculinos y mobiliario moderno. La estructura metálica, cuero oscuro y líneas duras prevalecen en el gran ambiente. Todo está ordenado y limpio, diferente a como me lo imaginé.

Todo está en penumbras en este momento; la luz de la luna se filtra entre las cortinas livianas que cubren las ventanas. Claro, no necesita de paños gruesos que opaquen los cristales, puesto que es una unidad en un piso alto y con vistas francas hacia Oak Park.

Puede que sea un apartamento de soltero, pero se siente cómodo, casi hogareño. Dejo mi vaso en el fregadero, lo lavo y detecto el comedero de la gata. De inmediato, pienso en ella. ¿Estará en casa de sus vecinas?

Frunzo la boca imaginando cuan cariñosas habrán sido con Fabien.

―¿Qué haces despierta?

―¡Mierda! ―la voz del dueño de casa me sobresalta, haciendo latir mi corazón de un modo antinatural.

"Soy tu venganza" CompletaWhere stories live. Discover now