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La lluvia no me deja dormir

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La lluvia no me deja dormir.

Los pensamientos dentro de mi cabeza, tampoco.

La conversación con Mitchell ha sido reveladora, pero para nada colaborativa; mi debate interno me mantiene despierto y sé que en media hora más, Veronika se marchará sin mirar atrás.

Sin esperarme.

Miro la fotografía de mi madre por enésima vez, buscando una señal divina de su parte.

―¿Qué hago mamá? ―Esbozo la pregunta frente a su imagen borrosa. La presiono contra mi pecho y temo que algún día los recuerdos de su bonito rostro y su voz dulce se vayan de mi mente y deba conformarme con mirar sus rasgos poco nítidos en un papel.

Un rayo a lo lejos cae cerca del parque Jellystone como si fuera una flecha que me indica el camino a seguir.

¿Sugestión?¿Fantasía?¿Fe?

―Gracias. ―respondo y me pongo en acción.

Miro mi reloj: son las 3.45.

Cinco minutos más tarde, me despido del relajado muchacho que está de guardia en la recepción del hotel y me coloco el casco. La lluvia ha cedido y es un buen momento para partir.

Con menos velocidad que la de costumbre, me acerco al parque de acampe esperando porque Veronika no haya decidido cambiar su decisión, marchándose unos minutos antes.

Cuando llego a mi destino, las luces de la caravana se destacan entre la neblina y la polvareda que el viento levanta. Acelero los últimos metros y en una maniobra temeraria teniendo en cuenta los charcos de lodo que ha formado la tormenta, bajo de mi Harley.

Corro, cubro mi rostro de la hostil polvareda y golpeo su puerta con furia.

―¡Veronika! ―pum, pum, pum ―. ¡Veronika!

Nadie responde.

―¡Veronika! ―Doy otro trío de alocados golpes.

Inquieto, rodeo el gran vehículo, sin ver señales de ella en el interior.

Regreso a la puerta y a punto de renovar los golpes, esta se abre: allí está su dueña, con su cabello  en un moño enredado sobre su cabeza, con los ojos enrojecidos y las mejillas mojadas.

―¿Por qué estabas llorando? ―le pregunto en un susurro. Conozco la respuesta, conozco al bastardo que puso esas lágrimas sobre su piel.

Ella se abraza a sí misma, protegiéndose de mí y traga fuerte. Las mangas de su gran sweater color melocotón cubren sus pequeñas manos.

―¿Estoy a tiempo de subirme contigo a esta aventura? ―Enmarco su rostro y sus ojos se iluminan, resplandeciendo con algo que no distingo. ¿Cariño?¿Tranquilidad?¿Agradecimiento?

¿Amor?

―¿Eso es lo que realmente quieres? ―Su voz es un hilo.

―No puedo resistirme al desafío y tú eres uno con letras mayúsculas.

"Soy tu venganza" CompletaWhere stories live. Discover now