capitulo 68

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Dentro de este barullo y bajo la tormenta de fuego Hiccup empezó a gritar adolorido como si alguien estuviera torturándolo.

Nadie estaba haciéndole daño, al menos nadie estaba tocándolo, pero él se puso de rodillas en el asfalto como si no pudiera sostenerse de pie. Yo sollozaba y Hiccup parecía desangrarse por dentro.

-Shh- chasqueó un ángel y sentí las manos de este rozando mi cabello -Tranquila.

Era Uriel que al contacto con mi piel hizo que dejara de sollozar, de pronto sentí una paz interior y mis emociones estuvieron controladas. Hiccup se recuperó al mismo instante en el que yo dejé de llorar, él jadeaba mientras se volvía a poner de pie.

Entonces comprendí, era yo, cuando yo lloraba lo destruía a él, nunca entendí exactamente lo que era, pero sabía que ambos poseíamos un fuerte vínculo. Agradecí los dones de Uriel pues si él no pudiera controlar las emociones de los demás no creo que haya dejado de llorar tan a placer y no resistía ver a Hiccup adolorido por mi culpa.

Tadashi también estuvo al instante bajo los efectos de los dones de Uriel, no obstante, vi las ganas de matar que se reflejaban en su mirada. Eso fue lo que hizo, se dedicó a matar y a matar demonios como todo un experto.

Quinto día de caos.

Al principio mis víctimas eran contadas, luego maté a tantos demonios que eran incontables. Todos combatimos con armas, todavía restaban dos días de catástrofe, la profecía lo decía, "en 7 días fue creado el mundo y en 7 días será destruida la humanidad".

Hiccup no había tenido contacto conmigo desde entonces, reparé como se alejaba de mí lo más posible cuando peleaba contra los míos, cuando peleaba contra el bien. Trataba de no mirarme, era como si de verdad no supiera quién era yo.

Quizás si me recuerde, fui la única a la que dejó con vida, me dejó escapar intencionalmente.

¿Me quería? No. No iba a consentirme hacerme ilusiones. Pero moría por saber lo que él pensaba.

Cuando las fuerzas se agotaban para todos Grimmel decidió utilizar sus poderosos dones. Sin tocar a nadie, con tan solo mirarlos dejaba a nuestros ángeles desangrándose en el suelo.

Los días sin sol se perpetuaban, pero este día la luna estaba llena y resplandeciente.

Mi esposo estaba muy decaído, nunca antes lo había visto tan herido, sin embargo, continuaba luchando día tras noche. ¿Y yo? Yo reservaba mis emociones lo más controladas posible para que esto no me afectara, por fuera era una máscara infrangible, una chica temida que mataba demonios, pero por dentro estaba muriéndome, continuaba dejándome espinas no poder estar con Hiccup, estábamos tan cerca pero tan lejos, él pertenecía al mal y yo al bien. Miles de veces consideré cambiarme de bando para demostrarle mi amor, pero luego recordaba todas las heridas que me dejó y todo el sufrimiento que me causó; recordaba cómo se había olvidado de mí y que no me amaba, que me trataba como una forastera desconocida.

Drago se unió a batallar con el bien, aunque se me hacía infrecuente que nunca le hacía daño a Hiccup, no se atrevía a tocarlo.

El número de ángeles y demonios decrecía cada vez más pero todavíanos superaban los malos en cantidad.
Durante toda la batalla no dejé de escuchar peleas y desacuerdos entre Lenya y Enoc.

Tadashi no paraba tampoco de matar a todas esas bestias, aprendí que era muy vengativo, le gustaba hacer justicia con sus propias manos.

Éramos pocos los que subsistíamos, entre los ángeles, alguien que jamás se rendía era el pequeño Nathaniel Bastián, seguía de pie, increíblemente no tenía ni una rasgadura.

enamorada de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora