Capítulo 18.1: Camino a la celebración

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El sonido del reloj hizo eco en mis oídos y no me molestaba, fue de alguna forma nostálgico

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El sonido del reloj hizo eco en mis oídos y no me molestaba, fue de alguna forma nostálgico. Hacía varios años que no pisaba este sitio con regularidad, la consulta de la doctora García. Mi madre me traía acá cada vez que Zack hacía algún estrago o empezaba a tener lagunas, pero ya luego el borracho de mi padre nunca se dedicó a traerme.

Estaba de nuevo acostada sobre ese sofá, admito que es cómodo y varias veces debo luchar para no dormirme, sin embargo, la mirada de esa mujer sobre mí y su entera atención me lo impidió, son como pinzas que mantenían mis ojos abiertos. Claramente le cuento todo, bueno, casi todo; le conté lo de Nathaniel, lo de los espejos, la carita sonriente, el asesino y cada cosa que pasaba a mi alrededor de la que tenía conciencia, muchas cosas de Dévora no las conozco.

Ella al final decidió mantener mi dosis de antidepresivos y recomendó vacaciones, estaba siendo sometida a mucho estrés y no era bueno para mi condición. Pero huir nunca ha sido una opción; llegué a la conclusión de que nada cambiaría si no hacía algo, tal vez es lo que aprendí de ti, mi otra mitad. Creo que Dévora realmente es mi reflejo, creo que ella es, en el fondo, todo lo que deseo ser, todo lo que deseo expresar.

Ha pasado un mes desde que ocurrió el último asesinato en el pueblo y diez días desde la desaparición de Antonio. Últimamente, la ciudad está mucho más movida que antes. Por suerte pude descubrir lo que pasaba por mi cabeza, no sé qué tan real sea el mundo de los espejos, qué tanto pueda confiar en lo que veo y siento, pero ahí está, por lo que debo tener cuidado de ello. Maldita la hora en que desconfíe de Dévora, realmente es un peligro para mí, pero no hice bien en desconfía; el problema fue perderle el miedo a esto durante tanto tiempo.

—Es bueno que lo estés aceptando, Annie —dice la mujer de unos cuarenta años, su ropa era de un tono claro, sus cabellos color café y ojos negros, no existía algo resaltable en ella fuera de su voz suave con matiz reconfortante.

—¿Eso cree? Pero no puedo dejar de pensar que la necesito, doctora —dije esperando que la tomara como otra parte indispensable de mí.

—No es así, llevas un tiempo sin ella y has estado bien. ¿Cuántos días han sido ya?

—Contando hoy, veinticinco, llevo veinticinco días sin ella. Pero aún hablamos, por los espejos, solo que no toma el cuerpo.

—Es bueno que mantengas una buena relación con ella y con los demás.

—Los otros dos no han salido más desde que era niña, Dévora no les deja, aunque creo que últimamente Zack ha estado presente...

—¿Por qué crees eso?

—Porque yo...—Hice una pausa.

—Tranquila, puedes hablar, nada saldrá de aquí.

Lo dudé un segundo, pero sonrió levemente borrando los nervios del exterior.

—Siento que se lleva mal con Dév...la odia o algo así, creo que es porque desde que ella existe él no ha vuelto a tener un absoluto control —mientras hablaba, la alarma de la consulta sonó, y realmente agradecí eso, no estaba lista para hablarlo.

Reflejo RojoWhere stories live. Discover now