Comienzo vertiginoso.

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El fin de semana pasó sin pena ni gloria entre mensajes ocasionales de los chicos y una que otra foto, eso por no mencionar sus ansias de volver a verse y los nervios de, por primera vez, compartir un ambiente de trabajo que no tenía nada que ver con proyectos escolares.

Pese a ser verano el clima de la ciudad se mantenía frío, casi congelado, eran las consecuencias de vivir en una ciudad montañosa, algo que resultaba perfecto para los negocios que se dedicaban a las bebidas calientes y los postres reci3n horneados.

A lo largo de los años la cafetería donde trabajaba su novio había crecido bastante, la antigua bodega se transformó en una cocina bien equipada para preparar todo tipo de postres y aperitivos resultando en que ahora contaban con otro almacén para el café y demás ingredientes. El personal también se había ampliado, las mesas ahora ocupaban más espacios e incluso tenían algunas al aire libre para los días más calurosos, al lugar le había ido bastante bien desde que su relación se había formalizado ante el pueblo.

Por fin era el día, estaba camino a la cafetería de sus "suegros" y claro que el simple hecho de caminar en esa dirección despertaba el interés de cierto grupo de chicas que simplemente sonreían ante las implicaciones de este acto.

Las miradas no le importaban, estaba acostumbrado a lidiar con ellas, la única mirada capaz de hacerlo perder la razón era la de cierto rubio que ahora estaba tomando la orden de una pareja de ancianos. El chico recién se había dado cuenta de su presencia al escuchar la campanita que anunciaba la entrada de un cliente al local y su reacción fue, cuando menos, inusual.

- ¡C-Craig! - lo sabía, sabía que ese día su "novio" llegaría temprano para trabajar a su lado y aún así, el verlo ahí parado esperando por instrucciones, apenas se sentía como algo real -

- Hola, cariño - comenzaba a arrepentirse de su decisión ¡¿En qué pensaba al aceptar tal trato?! Ver a Tweek en su uniforme ya lo ponía nervioso cuando solo iba a visitarlo o cuando lo acompañaba a casa luego del trabajo pero ahora... ¡Ahora pasaría horas a su lado!.

- Oh, Craig, que bueno que llegas - una voz relajada sacó a ambos chicos de su pequeño trance.

El hombre salió del mostrador para poder acercarse a la pareja de jóvenes que parecían no tener nada mejor que hacer que mirarse entre sí.

- Buenos días, señor Tweak -

- Oh Craig, ya te he dicho que puedes llamarme Richard, después de todo, eres el novio de mi pequeño, ya casi somos familia~ -

- ¡Papá! - el rubio no podía estar más avergonzado ¡Incluso los clientes a los que estaba atendiendo antes de la llegada de Craig sonreían enternecidos por la escena!.

- Tweek, vamos, ¿por qué no mejor llevas a tu NOVIO a la sala de empleados para que se ponga su uniforme?~ - y claro que el homb4e había hecho énfasis en su relación, todo lo que le garantizara más clientes era más que bienvenido.

- Pero ¡Ack!... estoy con unos clientes y... -

- Deja que papá se haga cargo~ - de su delantal el hombre tomó una pequeña libreta y una pluma para anotar la orden de los enternecidos viejitos que esperaban ver a la pareja marcharse tomados de las manos.

Resignados ambos chicos caminaron a la parte posterior de la tienda, por suerte a Craig ya se le había otorgado su uniforme y solo debía ir por su delantal, además, conocía muy bien el local de sus suegros así que la orientación sería más rápida de lo habitual.

- Lamento que mi papá sea tan idiota - comentó el rubio apenas llegaron al cuarto para empleados.

- Tranquilo, estoy acostumbrado a estar rodeado de idiotas - respondió Craig tras colocarse su delantal - y sé cuan lucrativos somos, sólo espero que eso también se traduzca en propinas~ - ambos rieron ante el comentario.

Aquel veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora