Capítulo 15 - Sobrevivientes

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—¡Maestro!

Una irritante voz lo asalta de repente, con una felina vestida de con una camisa ajustada rosada lanzándose contra él y sollozando tanto de tristeza como felicidad. Se refregaba como si esperaba fuera real, pero para Noah cada toque de la gata era una punzada de dolor. Gruñó intentando apartarla lo más rápido posible aunque no tenía fuerzas para ello.

—Leilah, que no estoy bien, ¡parad!

—Estás vivo, creí qué tú...—ella empezó a flotar y alejarse del Lucario quien la veía confundido. —¡Bájame ya engendro del mal!

—Silencio sarnosa, te dije que si querías quedarte no fueras a hacer locuras.—comentó una criatura que entraba por la puerta, parecida a una cabra bípeda con algunos rasgos felinos—¿Qué me ves tú? Soy Indeedee, estás en mi centro pokémon.

—Y-ya veo... Gracias, ¿cómo es qué...?

—Le hice usar esa camisa—le respondió el pokémon antes que pudiese terminar la pregunta— Si no fuera una odiosa tipo siniestro, le cerraría el hocico pero tendré que conformarme.—volvió a mirar al joven con desprecio— Has estado inconsciente por unas 37 horas. Tus heridas eran graves, no sé cómo sobreviviste aunque ahora ya estás estable, usamos muchas veces la cámara de recuperación, aunque lo siento.—señaló a la cabeza del chico— aun con esta tecnología humana, no fui capaz de devolverte tus apéndices, vive con ello. Por lo menos tu pelaje cubrirá la mayoría de las cicatrices así que descuida, te ves aceptable.

—Esto... Gracias Indeedee, ¿cómo está Sur... La infernape?

—Ella está mejor que tú, su herida sanó rápidamente, andará por ahí. Y si no fuera por ella te aseguro por mi parte, te jodes.

—Espera, ¿qué quieres decir?

—Si piensas salir, lo descubrirás, solo te advierto que tengas cuidado, total, eres la viva imagen del canalla que destruyó nuestra ciudad, yo también te odiaba por eso, pero la Infernape me salvó la vida, así que pagaré mi deuda con ella y contigo que eres su entrenador.

—Te lo agradezco, por haber cuidado de ellos.—Noah inclinó la cabeza.

—Sí sí, recupérate y lárgate de una vez. No molestes a los demás pacientes.

Se despedía la cabra con su mano libre y salía de la habitación, viéndose transitar a través del cristal como se alejaba. Cuando se perdió de vista, La Liepard cayó al suelo sobre sus cuatro patas con el pelaje erizado y bufando en protesta. El joven no pudo evitar reírse un poco. aunque fuera un poco.

—Leilah, llévame con los otros.

Al notar la expresión seria de su entrenador, ella asintió y empezó a guiarlo por los pasillos. El Lucario podía ver a través del cristal las demás habitaciones mientras cruzaban, varias camas y camillas, incluso improvisadas para cada individuo. En comparación a donde él estaba, que parecía haber recibido un trato importante, ellos no contaban con mucho espacio alguno, hasta lucía poco saludable.

La felina se detuvo junto a una puerta negra, apartándose para permitir que la abrieran por ella. Cuando entraron, la primera impresión era de una sala de espera, un par de sofás grandes, algunas plantas de decoración, una mesa de café y un televisor colgado de la pared. Dentro estaba todo su grupo, más la Luxio del otro día lo que le llamó la curiosidad.

Fue entonces cuando notó a Suruna, quien se acercaba, aún tenía vendajes cubriéndole parte del tórax pero se veía bien, y eso lo llenaba de alegría. Al momento que ella se acercó a Noah, le propinó un golpe en la mejilla lo suficientemente fuerte para tumbarlo al suelo. Confundido por ese recibimiento, se llevó la mano al rostro para notar un hilo de sangre desde su hocico. En un cambio radical, es rodeado en brazos por la Infernape, quien la abrazaba con tanta fuerza como le puso ese puñetazo de antes.

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