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El mundo humano es basto, comparten lugar entre varios seres de varias especies y saben convivir. Pero tambien hay seres indeseables que reptan en busca de carroña o de saciar su sed voraz.

Un aroma. Sintió un aroma que le hizo pasar su lengua alrededor de su boca.

Su olfato lo llevó hacia unos juegos infantiles que cruzó, avanzó mas y mas hasta hallar el suelo cubierto de hojas caídas y no muy lejos, unas plumas.

Tras transmutar, emergió un ser de piel pálida y sin vida, labios violáceos y unos ojos rojos fulgurantes. Levantó con sus dedos su descubrimiento. Pasó la pluma por su nariz y siente embriagarse con la deliciosa presa que representa. Lo ansía, le revive el deseo de correr tras él y saciarse.

Avanza descalzo, sintiendo las hojas húmedas y bajo el cobijo de la noche, camina a libertad. Tan pronto como llega a los humanos que transitan, solo los esquiva y pasa desapercibido, pues los humanos tan solo lo perciben como un perro negro callejero.

Avanza a su ritmo, cruzando calles como si fueran suyas y las conociera de memoria, su olfato es constante, necesita un leve rastro que seguir y no se detendrá hasta hallar al ser que dejó caer algo importante.

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Yeosang veía casi boquiabierto una película que se transmitía en la televisión, de vez en cuando reía ante alguna escena cómica. San no tardó en acercarse con unas bebidas y rosetas de maíz.

—¿Cómo se llama eso que usa en la cabeza?— Preguntó el alado, llevandose a la boca el aperitivo.

—Está usando un casco para evitar que lean sus pensamient...— San sonrió al oir la carcajada que dió el alado ante la escena. —¿Estas seguro que eres un ser blanco y bueno?— Rió él, contagiado por el alado.

Basicamente al personaje de la película le habia caído un rayo sobre el casco, quedando con el cabellos apuntando a cada direccion y humenado. De hecho, se suponía que era una película de terror, pero ambos terminaron riendo con cada escena exagerada o ridícula.

—¿Por qué la rubia grita en el suelo y no corre?— Reía Yeosang.

—No lo sé— San se sujetaba el estómago de tanta risa.

Ignorantes de su alrededor, concentrados en la película y el agradable ambiente, no percibían que ambos eran observados por unos ojos atentos.

Tras un par de días de búsqueda, Mingi finalmente habia hallado al alado, a uno de los suyos, a un ser que compartía su modo de vida y que ahora se juntaba y disfrutaba del mundo humano.

Desde el cristal observó por unos momentos mas, comprobó que Yeosang no corría peligro y para su fortuna el humano que lo acogía no escondía malas intenciones en sus acciones. Tras impulsarse, sus fuertes alas lo hicieron llegar hasta la azotea del edificio, allí esperó con ojos cerrados hasta que logró hacer contacto con su superior.

—¿Lo hallaste?

—Sí, está a salvo y tal parece que aun no hizo contacto con el padre— Informó Mingi, mientras sentía la brisa nocturna despeinando sus cabellos.

—Muy bien. Solo vigílalo y espera, en algun momento hallará lo que busca, pero hasta entonces procura que siga a salvo. Es todo— Ordenó el anciano del alto consejo.

Alas Rojas | SanSangTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang