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Tras encenderse las luces, Yeosang ingresó al departamento que se veía acogedor y lleno de objetos interesantes.

—Bienvenido a mi guarida— Sonrió San, tambien levantando algumas fotografias regadas por la sala.

—Este suelo hace cosquillas— Yeosang movía los dedos de los pies al sentir la gruesa alfombra.

Acomodar a Yeosang fue un reto, él no podia estar cómodo en ningun sitio debido a sus alas. Ni las sillas ni el sofá le servían de asiento.

Tras llevarlo a su dormitorio, San le señaló a su cama algo desordenada.

—Puedes dormir aqui, las cobijas son cálidas— Le explicó. —Aunque no se si podrás dormir cómodo ¿Cómo le haces?

—Pues tenía bancas altas sin respaldo y si queria descansar, debia acomodarme como lo hacen las palomas— Le contó y despues rió al ver la mueca sorprendida de San. —Es una broma. Tambien tenia una cama como tú, solo que debo dormir hacia abajo.

—Entonces descansa como puedas, mañana será un nuevo día— Quiso dejarlo a solas.

—San... ¿El sol siempre desaparece dejando todo oscuro como ahora?— Preguntó tras ver por la ventana.

—Estamos en la noche, no me digas que no lo conocias.

—Donde vivía no existía la oscuridad, solo un largo ocaso hasta que el sol se elevaba alto— Contó.

—Wow. Pues aquí existe el día, el ocaso, la noche, el alba y el día otra vez.

—Oh... Entiendo...

—Trata de dormir y si necesitas algo, no dudes en llamarme. Buenas noches.

—Gracias.

Yeosang se quedó solo una vez que San lo dejó. La oscuridad era atemorizante pero le aliviaba las luces que habia dentro de la habitacion y afuera en las calles.

Ya sintiendo los efectos del día agotador que tuvo, se acomodó en la mullida cama, allí se apoyó boca abajo y tiró de las cobijas hasta cubrirse lo mas que se podia y en poco rato cayó rendido al sueño.

San despertó en la madrugada, se levantó del sofá y buscó agua para saciar su sed. La calefaccion funcionando provocaba que el departamento estuviera muy caliente, él queria apagar el aparato, pero no queria que su invitado pasara frío, por lo que se asomó a su habitacion. Dentro, Yeosang dormía profundo, habia pateado las cobijas a un lado y una de sus alas estaba despierta y lo abanicaba suavemente como acto reflejo involuntario. San sonrió ante el curioso espectáculo, no sabia que Yeosang podia hacer aquello dormido. Asi que para alivio de ambos, decidió apagar la calefacción.

Una vez amaneció, ambos desayunaron algo simple, a Yeosang le encantó el cereal con leche, pero tambien lo mandó a prisa al cuarto de baño.

—Creo que estos zapatos podrian quedarte— San fue hacia Yeosang, sosteniendo un par de zapatos deportivos y de uso comun que jamas llegó a usar porque eran pequeños.

Yeosang se sintió incómodo al caminar, pues no estaba acostumbrado a llevar calzados, aunque tambien comprobó que el suelo de las calles era frío y aspero, y segun San tambien dijo que era muy caliente con el sol, asi que tuvo que caminar con ellos puestos.

Ambos llegaron a una plaza colorida y lleno de árboles, San haría su trabajo allí por esa mañana.

—Primero ayúdame a trabajar y por la tarde te ayudo a buscar a tu padre— Sugirió San en un trato.

Era lo justo, asi que Yeosang no tuvo problemas con ello.

Tan pronto como se acomodaron en un buen sitio, San tomó la caja que le quitó a un juguete remoto y la acomodó cerca de las alas de Yeosang.

Alas Rojas | SanSangWhere stories live. Discover now