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DOS SEMANAS DESPUÉS.

EL MÉDICO

Félix

   |Asunto: Reseña en The New York Times.

Doctor Graham, lee la revisión adjunta de cinco estrellas sobre sus servicios a una de mis pacientes habituales, la señora Carla Rossi. Presta especial atención a las partes en las que dice que aunque no examinaste «adecuadamente sus senos» y tienes «una lengua demasiado sarcástica», jura que eres el único hombre al que confía «su parte más preciada» además de  su esposo. No sabes lo mucho que agradezco que cuides de mis pacientes mientras estoy fuera. :-)

Doctora Tsuguri. |

Puse los ojos en blanco y borré el correo electrónico, sin molestarme en abrir el archivo adjunto. No era necesario, ya que casi todos los miembros del personal se habían encargado de deslizarme la versión impresa por debajo de la puerta.

En cualquier otro momento, podría haber respondido con algo sarcástico, pero me pillaban completamente fuera de juego, y estaba seguro de que LadyGirl7 tenía la culpa.

Desde la noche en que me dejó plantado en Per Se, me sentía más irritable y molesto que de costumbre. Jamás en mi vida me habían plantado, y, sinceramente, estaba deseando conocerla y hacer todo lo posible para convertir en realidad cada sucia fantasía que me había contado.

Cuando me dijo que no vendría, borré inmediatamente su número de teléfono y la bloqueé en NewYorkMinute.com, aunque había guardado en un archivo todos los hilos interminables de mensajes. También había intentado fijar citas con rapidez con otras mujeres, pero había sido en vano: no había podido encontrar a nadie que coincidiera conmigo más allá del cincuenta por ciento en NewYorkMinute.com, y las pocas mujeres que habían llamado mi atención en algún pub durante los últimos fines de semana no habían podido mantener una conversación medianamente interesante. No poseían el nivel de sarcasmo e ingenio que disfrutaba de LadyGirl7.

«Tal vez no debería haber borrado su número tan pronto…».

—¿Doctor Graham? —Una voz suave me sacó de repente de mis pensamientos, y levanté la vista para ver a la última incorporación del personal: Marinette. Con la bata blanca abierta, quedaba a la vista un vestido rojo brillante que se ceñía a sus caderas de una forma perfecta y dejaba al descubierto la parte superior de sus senos.

Sus ojos poseían un deslumbrante tono azul, y su largo pelo azebache caía sobre sus hombros formando grandes rizos.

«Trabajar con ella puede convertirse en un problema, por lo que tengo que mantenerla alejada de mí…».

—¿En qué puedo ayudarla, doctora Dupain? —pregunté, conteniendo un gemido, mientras ella deslizaba la punta del bolígrafo entre sus perfectos labios rosados.

—Me han dicho que debía informarle durante los primeros meses de mi residencia, mientras terminan de resolver algunos de los detalles finales —dijo—. Así que tengo que saber dónde quiere que esté esta mañana…

«Encima de mi escritorio…».

—Se suponía que no íbamos a contratar nuevos residentes hasta que nos expandiéramos —repuse —. Así que, como se las ha arreglado para entrar antes, deberá compartir despacho conmigo por el momento. —Señalé el nuevo escritorio cromado que habían instalado al otro lado de la habitación. Hasta ahora nunca había accedido a compartir mi despacho con nadie, pues el miembro más importante de la junta jamás debería tener que estar dispuesto a algo así, pero cuando todos los médicos estuvieron de acuerdo en que nunca más tendría que trabajar con otro residente después de esta vez, cedí. — ¿Necesita algo más de mí, doctora Dupain?

UN MÉDICO SEXY (Adaptación)Where stories live. Discover now