1. LLAMADO DE EMERGENCIA

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Eda Yıldız:

Mi respiración es agitada mientras corro por los pasillos de la empresa. Si después de esto no tomo la decisión definitiva de acompañar a Archer al gimnasio, no sé cuándo se dará el milagro, porque estoy a punto de perder un pulmón en el intento de llegar a tiempo a la reunión de emergencia que han improvisado.

¡Un viernes!

¡Es viernes!

¿Desde cuándo deciden hacer una reunión el último día de la semana? Porque son cinco años los que he pasado trabajando en esta empresa y ni una sola vez han decidido hacer una reunión este día. En esta oficina se respeta el fin de semana, es algo así como que el viernes es sagrado y no se molesta a nadie. ¡Pero no! Justo el único día de estos últimos años en el que decido no prestar atención a los correos, es el día que han decidido convocar una reunión improvisada.

Si no hubiese sido por la necesidad de revisar todos los emails antes de irme a casa, lo más probable es que me hubiese ausentado de lo que sea que quiere comunicarnos el jefe.

Así que sí, ese es el motivo por el que he tropezado con la máquina de café hasta casi hacerla tambalear y me dedico a lanzar disculpas a todas las personas que rozo o golpeo en mi carrera. Esquivar gente en movimiento debería ser un deporte nacional por las complicaciones que tiene. O que se lo pregunten a Ryle, cuyo vaso de agua ha impactado contra su camiseta sin ningún tipo de reparo.

—¡Lo siento! —grito en su dirección, juntando las manos, pero sin detenerme y apuntando mentalmente recompensarle con alguna de esas bebidas isotónicas que tanto consume— Mierda, es tarde.

Aferro la cantidad desorbitada de carpetas contra mi pecho, comprobando con la mirada que no haya caído ni una sola gota de agua en ellas. Eso sí que sería un problema que no tendría solución. El trabajo de muchas semanas tirado por la borda por una simple reunión.

Desacelero el paso a medida que me acerco a la sala acristalada de reuniones, comprobando que en el interior ya están todas las personas convocadas. Detengo mis pasos antes de llegar a la puerta, recomponiendo un poco la falta de aliento que tengo y expulsando el aire con fuerza. Sólo entonces me aventuro a abrir la puerta con una inmensa sonrisa en los labios que pretende hacerles olvidar mi tardanza.

Las cosas no salen tan bien como había esperado cuando todas las miradas de los presentes se clavan en mí y en la interrupción que he provocado. Incluso mi jefe, Elijah Miller, clava sus inexpresivos ojos en mí como si no identificase quién es la persona que ha irrumpido en la sala de juntas con una torpeza tan poco elegante.

—Lo lamento. —Digo con la voz ahogada, apretando aún más las carpetas y fijando la vista en mis pies mientras camino hacia mi asiento.

Los murmullos no tardan en retumbar por la oficina, lo que quiere decir que, para mi suerte, la reunión no ha comenzado. En esta ocasión sí que expulso el aire de mis pulmones en señal de alivio, aunque nunca sea un buen síntoma el demostrar impuntualidad ante el único hombre capaz de cumplir el sueño de ascenderte.

Cuando levanto la vista me doy cuenta de que la murmuración está dirigida a mi persona, como si no tuviesen algo mejor de lo que hablar que no sea mi tardanza. Es prácticamente imposible que no me sonroje por la vergüenza, al mismo tiempo que siento una punzada de decepción al notar que el único que parece ignorar mi tardanza sigue siendo mi amado jefe, que observa su teléfono con especial interés.

Mi asiento está al lado del de mi mejor amigo, Archer Castillo. Así ha sido durante unos largos cinco años, y el resto del personal parece haber comprendido que somos tan inseparables que no tendrán la opción de encontrar un lugar al lado nuestro si eso supone encontrarse en el medio.

SIMPLEMENTE TÚWhere stories live. Discover now