Poche saludó a algunas personas, tratando de parecer tranquila y relajada, pero sé que estaba más que tensa. Con cada persona que la detenía, apretaba mi mano, tratando de no mostrar lo emocionada que estaba y lo mucho que quería arrastrarme directamente al baño.
Cuando finalmente llegamos al pasillo donde estaban los baños, Poche abrió la puerta. Miré alrededor. No era un baño normal, donde había varios puestos con retretes. Ese era un baño privado, lujoso, donde había hasta una mesa de madera al lado del lavabo.
Todavía estaba mirando alrededor cuando sentí la presencia de Poche detrás de mí. Solo tenía que mirarme en el espejo frente a mí para verla. Ella sonrió y puso su mano en mi cintura, tirando de mí hasta que mi trasero estuvo contra su erección.
Lentamente, comenzó a besar mi hombro desnudo, subiendo hasta mi oreja, donde mordió el lóbulo.
-Eres deliciosa…- murmuró en mi oído. -Mi polla está gritando por entrar en tu pequeño coño.
Sus manos subieron por mi estómago hasta mis pechos, donde apretó con fuerza la parte superior de mi vestido. Un fuerte gemido escapó de mi garganta. -¿Por qué no quisiste hacerme nada todos estos días?- Pregunté, cerrando los ojos.
Pasó su lengua por mi cuello y mordió ligeramente mi piel, haciéndome retorcerme.
-Porque todavía te estabas recuperando… Y porque, también, estaba disfrutando de tenerte desnuda en mi casa. Me tiró del lóbulo de la oreja de nuevo. -Y porque la prisa es enemiga de la perfección.
Con un solo tirón, me dio la vuelta y me besó, comenzando a caminar conmigo hacia la mesa junto al fregadero, pasando su mano por mi muslo desnudo.
Las puntas de sus dedos subían y bajaban, provocando una sensación de agonía en todo mi cuerpo, cada vez que sus dedos se acercaban a mi entre pierna, especialmente en mi zona íntima. suspiré ruidosamente, pensando en el alivio que sentiría cuando sus dedos tocaran mi clítoris, pero siempre se apartaba antes de llegar allí.
-Poche, por favor…- murmuré, sintiendo sus besos en mi cuello.
— Por favor qué, Calle?
— Tócame…
— Estoy jugando, amor… —rió suavemente, besando mi regazo.
Rápidamente, bajé el único tirante de mi vestido, exponiendo mis pechos a ella. Poche los ignoró por completo, besando su camino hasta el otro lado de mi cuello.
-¡Tócame bien!- Dije más incisivamente.
— Dime dónde quieres que te toque y luego, quién sabe, tal vez cumpla tu deseo…
Sus dedos recorrieron mi entrepierna y mi montículo de Venus, pero rápidamente regresaron a mi muslo. Cansada y súper emocionada, acerqué su rostro al mío, mirando fijamente sus ojos.
-¡Fóllame, Poche! Quiero sentir tu boca en mis pechos, tus dedos tocando cada parte de mi coño… Quiero sentir tu polla dentro de mí, en mi mano, en mi boca. ¿Entendiste? ¿O quieres que te lo dibuje?
Ella me miró y luego sonrió. Sentí sus dedos subir de nuevo por mi muslo hasta que se detuvieron en mi intimidad, donde metió rápidamente un dedo dentro de mí. Un gemido de excitación y sorpresa escapó de mi garganta.
- ¿Así? — preguntó, metiendo un dedo más dentro de mí y poco después, otro más, estirándome hasta el fondo y llegando hasta el fondo.
-Si, así -gemí, tirando de ella hacia mí por el tirante de su vestido.
Aumentó la velocidad de sus dedos y bajó hasta mis pechos, metiendo mi pezón en su boca, succionando con avidez. Gemí demasiado fuerte, sin importarme si había alguien en el pasillo o no. Todo lo que más quería era correrme mucho para ella y hacer que se corriera para mí.
Rápidamente, mis manos subieron su vestido hasta su cintura, apretando sus pantalones cortos de compresión con una mano. Haciendo saltar su miembro, con las venas alteradas y el glande completamente húmedo, dejándome agua la boca. Poche soltó mis pechos y apartó sus dedos dentro de mí y con una mano tomó su miembro y comenzó a tocarse, mientras que con la otra sostenía su vestido.
Acuéstate en la mesa y tócate. Gimió, pasando su pulgar lentamente sobre el glande, antes de reanudar los movimientos de su mano.
Obedeciéndola, me acosté y me apoyé en uno de mis codos, usando mi mano libre para bajar por mi cuerpo, dándole una vista de toda mi intimidad. Gemimos juntas mientras pasaba mi dedo medio por mi clítoris.
-Ay, Calle… No sabes lo rico que es ver esto. Ella gimió, acercándose a mí. Sentí el glande de su pene tocar mi abertura.
