Mía

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Si no tuve la oportunidad de memorizar cada detalle de los rasgos de Calle durante el tiempo que estuvimos juntas, ahora, en este momento, tuve tiempo de sobra. El reloj marcaba las ocho y media de la tarde, y me indicaba la hora exacta desde que entré en esta horrible habitación de hospital. Calle llevaba diez horas durmiendo y realmente estaba contando los minutos hasta que se despertara.

Ya había llamado al médico y me había dicho que era normal que siguiera durmiendo. Joder, dijo que se despertaría en 7 horas; ya habían pasado diez y ya dije que la paciencia y yo no somos muy buenos amigos.

Solté un largo suspiro y cerré los ojos, sintiéndome cansada. A decir verdad, creo que nunca me había sentido tan cansada en toda mi vida, y no era sólo físicamente. Mi estado emocional estaba destrozado por todos mis cambios de humor y sentimientos. Siempre he sido una mujer muy decidida en cuanto a mi vida sentimental, nunca he estado enamorada y, joder, enamorarse era una cosa jodida.

No te enamores, nunca. A menos que sea de una mujer como Calle. Por ella, todo vale la pena.

-¿Poche?

Oí un susurro. Esa voz, por Dios, la reconocería a kilómetros de distancia. Abrí los ojos y salté del sillón, poniéndome a su lado. Me quedé mirando sus ojos de color avellana.

Mierda. Mi corazón latía rápido, mis manos sudaban, maldita sea ¡Se veía preciosa! Incluso con el pelo revuelto, los labios secos y los ojos todavía un poco hinchados, estaba maravillosa.

Y ella era mía, ¡maldita sea!

-Poche… - intentó sentarse, pero no pudo. Una mueca apareció en su bonito rostro. – Di algo.

-No te levantes, no te esfuerces. – murmuré, tocando sus manos. – Llamaré al médico.

Asintió levemente con la cabeza y pulsé el timbre que estaba al lado de su cama. Rápidamente, una enfermera llamó a la puerta de la habitación y entró.

-Hola, querida. – sonrió, acercándose. Comenzó a examinar a Calle, poniendo una luz en sus ojos. – Puedes llamarme enfermera, Christine, ¿sabes dónde estás?

- En el hospital. No sé por qué. ¿Qué pasa?

- Abre la boca, por favor. – Calle obedeció y la enfermera continuó: - Has estado abusando de ciertos medicamentos y tu novia te ha llevado al hospital. Este tipo de medicamentos no deben usarse así, querida, son muy peligrosos y causan mucho daño.

Terminó lo que estaba haciendo y le puso el tensiómetro en el brazo. Calle me miró y yo le sonreí, queriendo demostrarle que estaba ahí y que siempre lo estaría. Pero era obvio que una media sonrisa no mostraría nada de eso.

- Su presión arterial y sus constantes vitales están bien, repetiremos su análisis de sangre en unas horas y en función de los resultados iniciaremos el tratamiento para la neumonía leve que padece. No hay nada de qué preocuparse. – sonrió con simpatía. - ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

- Daría cualquier cosa por un vaso de agua. – murmuró Calle en voz baja.

-Yo me encargo. – Dije, queriendo salir de allí por un momento.

Pude oír a la enfermera decir algo sobre mi amabilidad, pero aunque quisiera, no podía darle las gracias. Mierda, ahora que Calle por fin se ha despertado, no sé por dónde empezar nuestra conversación. ¿Debo empezar por disculparme?

No, en absoluto. Las disculpas son pocas, tengo que empezar por pedir perdón. Pero tal vez, eso pueda sonar demasiado hipócrita. Podría empezar por regañarla por usar esas drogas. Pero no podía regañarla, y más cuando yo tenía la culpa de todo.

ESTRELLA PORNO (caché) {Terminada}Où les histoires vivent. Découvrez maintenant