21. Cara a Cara

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Rin había despertado en un sucio y apesto sótano, su cabeza dolía y también tenía pequeñas punzadas en el vientre, rogaba internamente que su hijo no se adelantara, aún faltaba mucho para que él naciera “Dios, ayúdanos por favor” pensaba afligidamente la mujer.

Aquel olor a combustible inundaba sus fosas nasales, era una “aroma” fuerte, que irritaba, que quemaba, que quería dejarla inconsciente, su vista estaba algo nublada y sólo podía mirar al frente a la oscuridad, pero aún así, podía percibir como un cigarrillo era calado.

Y ahí estaba Kumo con su peluca rojiza, sin dejar ver su rostro, solo estaba sentado observándola, planeando una y otra vez la muerte más dolorosa que podría darle.

-No sé qué te pude haber hecho para tanto odio pero antes de que me mates, tengo unas dudas ¿Podrías responderme?- dijo con el más vívido terror.

-Ajam- dijo rápidamente.

-¿Por qué me has hecho esto? ¿Tanto daño te hizo Satoshi? ¿Por qué soy el blanco de tus atrocidades?- preguntó Rin con una falsa calma.

Una extraña risa se escuchó en el lugar, pero esta vez no había un aparato que modificara la voz. El tono era suave, femenino que anteriormente ya había escuchado. Poco a poco una figura esbelta de una enmarcada cintura que sólo llevaba un pantalón de vestir y un sostén negro se dejó ver de la oscuridad.

Cientos de tatuajes estaban distribuidos desde el vientre y los brazos, la figura se llevó una mano a la boca y tomó el cigarrillo de este para expulsar el humo de sus pulmones. Rin estaba atenta a cada movimiento.
Quedó pasmada cuando el rostro de aquel ser se iluminó con la tenue luz de la luna que se colaba por una de las pequeñas ventanas del sótano.

-Señora Zero…- dijo una Rin muy sorprendida.

-De seguro todo este tiempo te quebraste la cabeza pensando quién era Kumo, que hombre tan perverso sería él, sabes eso es lo que más coraje me da- sonrió- que todos hayan pensado que Kumo era un inútil hombre, cuando en realidad era una mujer- rio a carcajadas- ¿Nunca sospechaste de mi querida?- le sonrió- porque hay que ser demasiado estúpido para no darse cuenta de que yo era la que estaba manipulando todo desde las sombras.

-¡¿Por qué?!- gritó una alterada y llorosa Rin.

-¡Shhhh!- se llevó un dedo a la boca Zero mientras veía a Rin con ojos que destilaban odio y celos- ¡Tú imbécil, no estás en condiciones de pedir explicaciones! Pero como soy un ser bondadoso te las daré.

Rin respiraba profundamente y con los ojos llenos de lágrimas, deseaba que esa pesadilla terminará.

-¿Quieres saber por qué te odio tanto Rin?- se llevó de nuevo el cigarrillo a la boca para aspirar la nicotina- desde que supe que llegarías a este mundo, te odié y deseé tu muerte como no tienes una puta idea, el sólo hecho de saber que podía matarte me daba una gran satisfacción.

>Tú maldita infeliz y tu desgraciada madre, se interpusieron entre tu padre y yo, el debía de ser mío y ustedes me lo arrebataron, pero si él no era mío no sería de nadie más. Todos decían que estaba loca, que no podía amar a mi hermano, que no podía amarlo como una mujer ¿Qué había de malo? El amor no pide condiciones ni parentescos, pero tú madre se metió entre nosotros.

-¿De que está hablando señora?- dijo una Rin horrorizada.

-Ah, ¿No lo sabes?- sonrió- pensé que Sesshomaru te lo diría, con eso de que te ama mucho, creí que te había dicho la verdad- rio- ya veo que no, no es muy inteligente Sesshomaru, ves, no puedes confiar en el amor de un hombre, menos si viene de un Yanai- dijo seriamente para volver a sonreír- pero bueno tu esposo sabía perfectamente bien que mi hermano Kirin era tu padre, bueno tu padre biológico, porque se perfectamente que tienes a Satoshi como una figura paterna, a esa maldita rata, por eso tú pestilente aroma.

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