9. Bajo aquel cerezo

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A decir verdad Rin estaba tranquila a pesar de la situación, sabía perfectamente que el matrimonio con su protector era sólo para mantenerla a salvo, sin embargo, ella no estaba exenta al sentir cosas por él como admiración, respeto y… gusto.

Rin era una joven que apenas y había tenido el contacto con un hombre, al menos en este tipo de situaciones. La joven era tan inocente como un niño de 8 años que apenas empieza a aprender sobre la vida.

Estaba sentada en una de las sillas de aquella gran mesa de roble, en donde un pequeño hombrecillo le indicaba como usar aquel aparato tan moderno (y seguramente caro) que tenía en las manos.

-Y es así como lo debe de usar ¿Entendió señorita?- preguntó el hombre viendo a Rin quien estaba absorta en sus pensamientos- ¿Señorita Rin? ¡Oye niña! Si no aprendes a usar esta cosa el señor se va a molestar conmigo.

-Descuide señor Jaken, ya entendí como utilizarlo- le sonrió amablemente- pero…

-¿Pero? ¿Qué es lo que te intriga niña?

-Quiero saber de otro tipo de cosas no sólo de esto.

-¿Cómo de qué?- preguntó el hombre con una ceja levantada.

-Como de la vida del señ… de Sesshomaru- compuso.

-Creo que no soy el indicado para decirte acerca de la vida de mi amo, si quieres saber algo pregúntaselo a él, yo no estoy autorizado para hablar sobre nada.

-¡Ay señor Jaken!, por favor, es muy extraño ser la esposa de alguien y no saber nada de con quién te casarás.

-Ay chamaca, ya te dije que no soy el indicado, pero pues si no hay más… el joven Sesshomaru es una buena persona oculta bajo la fachada de una persona amargada. Bueno quizás si esté un poco amargado, pero ha sido por las circunstancias, creo que entiendes a lo que me refiero.

-Sí- contestó- y además de la señora Irasue ¿Tiene más familia?

-Sí, su hermano menor, un niño odioso, berrinchudo y burro, poco mayor que tú, se llama Inuyasha.

-Es decir que la señora Irasue tuvo dos hijos.

-No, Inuyasha es producto de un segundo matrimonio de el viejo señor Yanai pero bueno, eso yo ya no puedo explicar, si deseas saber más pregúntaselo al amo, yo sólo estoy aquí para ayudarte con el aparatejo.



Después de aquella interesante plática el señor Jaken se había marchado refunfuñando, porque en efecto, Rin no había aprendido absolutamente nada del teléfono celular, y no porque ella no quisiera, es que simplemente no le interesaba.

Rin no le dio importancia así que decidió darse un largo baño para después dirigirse al patio de esa mansión escondida en medio del bosque.

Su lugar favorito se había convertido en aquel árbol de cerezos que imaginaba el como se vería a través de una bella pintura, así que sin más, se dirigió por lápiz y papel para plasmar su belleza.

Llevaba al menos dos horas en ese lugar en el cual respiraba el aire puro y fresco, pero ella ya no era la única que se encontraba en ese sitio. Cerca de ahí recargado en uno de los árboles frondosos de la propiedad, estaba Sesshomaru quién la observaba de lejos.

Veía cada detalle de su cara, las muecas, las pequeñas sonrisas y en ocasiones los ligeros fruncimientos de frente; a los ojos de él, Rin era el ser más hermoso que había visto, pero era tan preciado que ni siquiera él podía tenerla, tocarla ni mucho menos...

-Veo que estás muy concentrada ¿Qué haces?- preguntó acercándose de manera sigilosa mientras se acercaba a ella. Rin se sorprendió que casi tiraba su boceto al suelo.

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