10 de Junio; [capitulo 13]

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—Debemos ser pacientes. —la escuché decir las mismas dos palabras de siempre: ser paciente— el tratamiento es lento, aún han pasado pocos meses. —pasó la mirada de mis padres hasta mi, sonrió y dejó su mano sobre mi hombro, casi como una manera de consolarme. Sabía lo que estaba por decir— funcionará.

He escuchado eso tantas veces que ya me sé el discurso de memoria. Mi mente ya ni siquiera se molesta en procesar lo que Megan le explica a mis padres, quizás porque no quiero entenderlas y estoy mejor en mi ignorancia, o porque dejaron de importarme desde hace mucho en realidad. Estoy harta de escuchar que "funcionará" y también de tener que tragarme todas esas palabras alentadoras que me hacen sentir aún más pesimista y como una moribunda a la que quieren hacer sentir un poco mejor.

No es que no quiera que funcione, quiero que lo haga. Desearía que todos esos malditos químicos funcionaran de una vez, pero la vida no te concede deseos. Si lo hiciera entonces el mundo sería un gran mar lleno de decepciones, incluso lo que deseamos tiene un precio que pagar.

Espere a que el líquido que corría por el tubo que me estaba perforando el ante brazo terminara de entrar en mi cuerpo y se mezclara con mi sangre [probablemente para luego hacer que vomitara hasta que mi garganta ardiera y me dejara sintiéndome como borracha con resaca].

Megan se acercó y retiró la aguja con extrema delicadeza y cuidado, aunque la verdad ya dejó de dolerme que todos esas cosas entren y salgan de mis brazos. La sangre salió a gotas en cuanto sacó la aguja; roja y espesa, llena de tantos medicamentos que ya no puedo considerarla como mía. Limpió la zona con un algodón y alcohol y puso un pequeño parche sobre el agujero afirmándolo con su pulgar para que se adhiriera a la piel.

Baje las mangas de mi blusa hasta cubrir el enrojecimiento del pinchazo, me levanté de la silla de cuero reclinable en la que jamás imaginé que pasaría tantas horas sentada analizando mi vida tan profundamente hasta casi volverme filósofa, o leyendo algún libro para ignorar el tiempo mientras me siento como un experimento.

Posiblemente si quieran ayudarme, y digo "posiblemente" por qué no si enserio lo hagan pero eso no cambia el hecho de que me sienta utilizada en beneficio de las investigaciones médicas de las cuales nunca tuve demasiada curiosidad, no por qué no me interesará qué pudiesen salvar a la humanidad si no por qué no imaginé que sería un sujeto de prueba de alguna de ellas.

Mis padres me observaban desde sus sillas mientras me ponía de pie para asegurarse de que no fuera a marearme y me desplomara en el suelo como en ocasiones suele suceder, pero mi único malestar en el momento era sus rostros esperando a que saliera para hablar de alguna cosa que quisieran ocultarme de manera inútil ya que eventualmente terminaría dándome cuenta.

De todas formas, lo que sea que Megan vaya a decirles no es que me importe demasiado. Debería de interesarme por ello o al menos tener curiosidad, pero no la tengo. Seguro que será algo sobre el tratamiento y todo el tiempo que tarda en dar algún resultado, tal vez alguna nueva droga que desea con ansías entrar en mi cuerpo para acompañar a todas las demás o quizás dirá que la bola de mierda en mi cabeza ha crecido otro milímetro, un milímetro más de mi cerebro que ha sido sometido.

¿Para qué quiero saberlo?.

Quedarme escuchando tras la puerta no me serviría de nada.

Recogí el teléfono del banquillo junto a la silla y lo puse en el bolsillo trasero de mi pantalón. Deslice mi mano por el hombro de mi madre que en seguida acarició mi mano. Ladeé una sonrisa hacia papa antes de acercarme a la puerta lisa de un color entre sepia y café. Megan asintió permitiéndome salir.

Como si fuera a detenerme de no hacerlo.

Es una buena persona pero definitivamente es malísima mintiendo o ocultando cosas, como el hecho de lo que estaba por explicar apenas yo dejara la habitación.


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