Entre páginas

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JungKook entró al sótano en el que estaba el taller, buscando trabajar de una vez en su corsé para no perder más tiempo y para descargar su energía en algo.

Jaló su maniquí a un costado de la mesa, dejando todas sus cosas sobre la misma. Se sentó y se cruzó de brazos, mirando todo lo que faltaba coser y construir.

Respiró hondo y se puso manos a la obra.

Casi dos horas después, unos compañeros entraron, saludándolo amigablemente. Correspondió con la mitad de energía y pensó que se irían a hacer lo suyo, pero se quedaron mirando lo que hacía.

—¿Te atrasaste? —preguntó uno. —Yo ya terminé el mío, puedo ayudarte con el resto si deseas.

—No me atrasé, se entrega la próxima semana y ya casi lo termino. —de seguro había sonado muy borde, pero no estaba de humor.

—Pero te falta el resto del vestido. —señaló el otro, haciendo que frunza el ceño.

—Estoy haciendo un top tipo corsé, no un vestido. —negó, viendo a los chicos mirarse como diciendo “¿le dices tú o le digo yo?” —¿Qué?

—En clase especificaron que hiciéramos un vestido. El profesor no te lo va a recibir si presentas un top.

—Todos han hecho un vestido, JungKook.

Sus manos, que sostenían una aguja y una tijera, cayeron sobre su regazo. Se quedó callado, no sabía qué decir, qué hacer. Tenía menos de una semana para hacer un diseño para el vestido y encima cambiar su presentación.

Se levantó, completamente superado, dejó todo sobre la mesa y, a sabiendas de que nadie se llevaría sus cosas, salió de allí, con destino a los sanitarios.

En el camino, pensó en llamar a TaeHyung para que le ayudara a pensar, era como un soporte. Pero cuando ya estaba timbrando, recordó que no estaban en los mejores términos y colgó la llamada, casi haciendo un berrinche a mitad del camino porque toda esa situación lo sobrepasaba.

No pasó mucho hasta que le llegó un mensaje.

Salió del chat y fue directo al grupo con sus amigos, caminando más rápido, respirando más pesado.