We Don't Believe What's On Tv

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El Real Madrid estaba brillando esa temporada.

Tres títulos seguidos siempre era algo que sorprende al mundo, está vez era el turno de la copa de Europa, jugando la final contra el Manchester United. Fue un partido reñido, nadie diría lo contrario, pero los merengues tuvieron el control total desde comienzo a fin, a pesar de venir con el cuerpo frío después de un largo descanso.

Sin importar de la poca diferencia en la puntuación, el equipo blanco volvió a coronarse una vez más en lo que va del año y Sergio orgulloso de portar el nombre de su equipo levantó la copa bajo los vítores de sus compañeros y su hinchada, el pecho en alto inflado de gratitud mostrando el logo del rey de Europa.

La primera victoria de agosto, una gran manera de abrir el mes sin lugar a dudas y pronto 4 meses desde que comenzó a salir oficialmente con Luka cómo su pareja, el tiempo era subjetivo y ahora entendía ese razonamiento, había volado en un abrir y cerrar de ojos, tanto que ni siquiera lo notó, todo iba tan rápido que era difícil de asimilarlo, demasiadas cosas buenas por demasiado tiempo y es que la victoria siempre sabía bien debajo su lengua, bailando en un sin cesar de sabores agradables para los sentidos.

Y si le dijeras al Ramos de enero lo que iba a conseguir ese año, te miraría raro porque ¿quién demonios eres? y diría que estás loco, porque nunca creería la parte de comenzar una relación secreta con Luka Modrić con la aprobación de ambos, y probablemente se reiría de ti en tu cara por eso.

Adoraba su relación, era una sensación de comfort en su pecho que esperaba nunca desapareciera sin importar el tiempo; si pudiera decir lo que más amaba de ella, era sin duda, el hecho de enamorarse cada vez más de Luka, cada minuto con el croata era como explorar galaxias y mundos nuevos, nombrando cada estrella que se encontraba en su paso, lo amaba y era adicto al sentimiento de sus corazones martillando en sus pechos.

El sonido de los botines chocando contra el piso del pasillo que los llevaba a los vestidores resonaba en sus oídos entre sus propios gritos de emoción. Estaban felices, sin duda alguna, y dejaban la alegría drenarse a través del brillo de los pisos limpios del lugar, creando ellos su propio brillo estelar, algunos saltaban sobre sus propios pies y mecían sus manos en la emoción de la situación, otros se colgaban en las espaldas de sus amigos y coreaban animados, él no era una excepción del éxtasis que cubrió el cansancio después de un largo partido y celebraba mezclando su voz con la de los demás.

Buscó a Luka con la mirada mientras entraban en fila a los vestuarios, preguntándose dónde estaba la bola de energía que le hacía sonreír al despertar cada mañana, siendo contestado por el peso que sabe de memoria en su espalda acompañando de un «¡Woo!» croata que le hizo sonreír mordiéndose el labio, dejándolo ser sobre él y sintiendo que bajaba con el sonido de los zapatos chocando en el suelo de cerámica hasta que estuvieron dentro de la habitación.

Saludó a algunos de sus compañeros chocando las manos y envolviéndolas en un puño para darse un abrazo, hasta que llegó a una banca cercana a su casillero y se sentó para dejar a su cuerpo cansado tener un momento de paz. Masajeo sus pantorrillas observando el cuerpo pequeño de Luka ir a sus compañeros uno por uno para felicitar el resultado del día, algo que siempre hacía y era muy lindo de su parte, su sonrisa se mantuvo incluso después de que Vásquez reprodujo música española que rebotó entre las paredes del lugar.

Espero su turno de abrazo pacientemente, asegurándose de seguir al mediocampista con la mirada y una vez se detuvo enfrente suyo, se levantó meciéndose de un lado a otro abriendo sus brazos en forma de juego, Luka lo captó e hizo lo mismo, fundiéndose en un abrazo cálido dejando al más pequeño esconder su cara en su pecho escuchando su corazón, era empalagoso pero tierno para la vista, una dosis de azúcar que todos vieron aunque lo evitaran; lo rodeó con sus brazos y los encerró a ambos cerca uno del otro, respirando sobre los mechones rubios sudados y desordenados, apretando con tanta fuerza que hizo al croata despegar sus pies del suelo por unos segundos, ambos riéndose por las emociones, sus cuerpos encajaban tan bien que era imposible no sonreír.

Perfecto || lukamosWhere stories live. Discover now