Capítulo 3🍭

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—Señoría, se está vulnerando mi presunción de inocencia. Que conste en acta. —declaró su amiga entrando tras ella en su apartamento de West Coast Av. Asha dejó la bolsa de la compra sobre la encimera, se descalzó y se dirigió a su sofá de terciopelo azul en busca de consuelo. —¿Cómo puedes creer que sería capaz de enviarte a un dios del Olimpo para que te arrincone contra la mesa de trabajo y saboree tu virtud a esas horas de la mañana? Porque eso implicaría que existen, y, si ese fuera el caso, me lo hubiese quedado yo. —le aseguró. Y ella no pudo poner en duda tal afirmación. Aunque por esa expresión en el rostro de Poppy, Asha se dio cuenta que sus problemas no habían terminado. —Por cierto, con todo este jaleo, olvidé decirte que te reservé una mesa para el viernes por la noche con tu semental de Amor a domicilio. ¡Qué sabía yo, chica! Se suponía que ese día era el día. 

—Dios mio, esto es un desastre.

Asha Brown se había lucido. Hoy más que nunca. Había permitido que ese desconocido le hiciera sexo oral en la trastienda de su floristería, sin conocerlo, sin saber siquiera su nombre, y, a causa de eso, había tenido la cabeza en las nubes durante todo el día. Y, aunque mantenía viva la esperanza de que su amante de ensueño volviera a hacerle una visita a Le Fleur, lo cierto, es que la realidad se estaba adueñando cada vez más de su pensamiento. Él no iba a volver. Tenía que aceptarlo. En cualquier caso, ¿por qué se marchó sin decir adiós? Desapareció como apareció, sin dejar rastro. Además, Cherry Falls era un pueblo pequeño, todo el mundo conocía al otro, y los forasteros no pasaban desapercibidos. Sin embargo, cuando la chismosa oficial del pueblo, Belinda Hamm, vino a la tienda por su habitual ramo de gardenias, Asha no fue capaz de preguntarle acerca del hombre de ojos verdes, cabello oscuro y manos de Hefesto que le había dado el mejor orgasmo de su vida. Hubiera sido un tanto patético empezar a describir ciertas características del hombre sin ser capaz de darle un nombre o apellido de referencia, y, además, lo último que la mujer necesitaba era volver a ser la comidilla del pueblo, y tenerlos especulando sobre su vida amorosa.

Sobre su inexistente vida amorosa.

—Chica, cualquiera diría que se te ha muerto el gato. —dijo Poppy en su intento de consolarla. El maullido de Eros llevó a su amiga a disculparse con su mascota recogiéndolo del suelo para llenarlo de carantoñas. —La verdad es que yo no veo el problema por ningún lado. Ese semental quería probar tu virtud y tú querías que alguien la probara. Los dos salisteis ganando. ¿Cuál es el problema?

—No lo entiendes.

—Pues explícamelo. —la instó ella.

—He debido parecerle una ninfómana, o en el peor de los casos, una reprimida con apetitos sexuales desenfrenados. Hasta le hablé de tí. —le explicó. Asha se incorporó en el sofá para dejarle espacio a su amiga. No sin antes aferrarse a un cojín para no sentirse tan desdichada. —De sus servicios. Y de que sabía que la primera vez dolía un poco. Claro. Ahora entiendo por qué, en ese momento, parecía tan confundido. No tenía ni idea de lo que le estaba hablando. 

—Entonces, no te molesta tanto el hecho de haber dejado que saboreara tu virtud, sino el haberle dado la impresión equivocada. —concluyó. Asha asintió con la cabeza, un par de veces, antes de arrebatarle a Eros. —Chica, perdónate. De vez en cuando, hay que saber vivir con el ridículo también. No somos princesas Disney.

—Ya lo sé, pero...

A él no.

No quería haberle dado la impresión equivocada.

#1 Amor Accidentado (Trilogía Cherry Falls) 🍒Where stories live. Discover now