09: Atrapados

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-¡¿Vamos a hacer pellas?!- Grité alarmada. Nunca me había saltado clase. Si nos descurbian nos iban a reñir, castigar o incluso expulsar.

-Shhh, no grites, que nos pueden pillar-. Dijo con tono nervioso.-¿Te has saltado alguna clase alguna vez?- Me preguntó.

-No, nunca. Esta es mi primera vez y espero que también sea la última-. Le contesté un poco molesta.

-Pues es la primera vez de los dos, porque yo tampoco he hecho nunca-. Dijo bastante tranquilo mientras cotilleaba los instrumentos que había en el laboratorio.

¿Cómo podía estar tan tranquilo? Yo estaba atacada de los nervios. Me senté en una silla e intenté relajarme.

-¿De qué querías hablarme?- Me preguntó cambiando de tema.

-¿Que hacemos si nos pillan?-Dije ignorando completamente su pregunta.

-Vamos Oli, no nos van a pillar. Nadie va a usar el laboratorio a esta hora-. Dijo intentando tranquilizarme. - Tú y yo haciendo pellas por primera vez juntos ¿No te parece emocionante?

-Si tú lo dices-. Respondí encogiéndome de hombro. -Y te he dicho mil veces que no me llames Oli.

-Vale Oli, ya no te llamaré Oli-. Dijo entre risas.

Rodé los ojos.

Me levanté de la silla y fui a la pata coja hacia la mesa en dónde él se había sentado. Salté con la pierna buena y me senté a su lado en la mesa. Saqué el papel que me había dado por la mañana y se lo di.

-Me parecen bien todas menos la cinco-. Le dije señalando la cinco.

-¿No quieres un besito mío o qué? -Dijo con tono irónico.

-Simplemente no quiero que mi primer beso sea por una apuesta-. Me confesé.

-Está bien, nada de besos entonces. ¿Las demás te parecen bien?- Me preguntó.

Asentí.

Inventamos una historia de cómo empezamos a salir.

-Así que me pediste salir el 14 de marzo con flores y bombones, que caballeroso-. Dije en broma.

-Es que yo soy un caballero-. Me respondió
girando su cabeza hacia mí y clavando sus ojos esmeralda en los míos. Desde el primer día que lo vi me fijé en esos ojos, esos ojos que te atrapaban, esa profunda e interesante mirada. Estábamos muy cerca, podía notar su respiración.

Por la venta translúcida que daba al pasillo pudimos ver la figura de un profesor pasar.

Pegamos un salto y bajamos de la mesa. Busqué mis muletas para moverme con ayuda de estas, pero estaban demasiado lejos, si iba a por ellas no me daría tiempo de esconderme.

-Ayúdame-. Le susurré desesperada a Lucas.

Él se acercó a mí y me cargó como el novio carga a la novia la noche de bodas cuando la lleva a la cama.

Caminó hacia el final de la clase cargando conmigo, se agachó y nos escondimos debajo de la última mesa del aula.

Oímos como la puerta se abrió.

Estábamos muy cerca, muuuy cerca, demasiado cerca. Él estaba sentado, apoyado en la pata de la mesa con las rodillas dobladas y su brazo aún en mi espalda. Yo estaba sentada en el suelo y mis rodillas pasaban por encima de su cintura.

Podía oír sus latidos, su pulso estaba muy acelerado al igual que su respiración. Intuí que el también podía notar mis rápidos latidos porque puso su otra mano en mi rodilla, y empezó a hacer círculos con la mano que tenía en mi espalda para tranquilizarme.

Romance de VoleibolWhere stories live. Discover now