CAPÍTULO QUINCE

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―Aún no me creo que te vayas a casar. ―Obito miró a su alrededor, contemplando la pequeña sala que el encargado de la Catedral de San Basilio había dispuesto para la preparación del novio―. Sigo esperando que aparezca un rayo o algo así.

Sasuke soltó un bufido. La habilidad de su primo por lo dramático no había disminuido a pesar de la reciente tragedia familiar.

―¿Es que crees que Dios me va a aniquilar por tener la osadía de casarme en una iglesia?

―¿Cuántos años has pasado asesinando a gente a cambio de dinero? ―preguntó Obito con sequedad―. Sólo te digo que tal vez deberías tener cuidado. Eso es todo.

―Ahora estoy retirado ―Sasuke estaba como loco de contento de decir eso―, así que a lo mejor Dios y yo hemos llegado a una tregua.

―A lo mejor deberías darle las gracias a tu buena estrella de que sea un tipo indulgente ―bromeó Obito.

―Sabes que el hecho de que seas mi padrino no me impide estamparte el puño en la cara, ¿verdad? ―Sasuke miró a Obito con la ceja levantada.

―Pero arruinaría las fotos de la novia. ―La sonrisa de satisfacción de Obito insinuaba que esa era la menor de sus preocupaciones―. ¿Ha accedido el padre de la novia a no matarte hasta después de la boda por haber desvirgado a su hija?

―¿Cómo sabes tú que yo haya desvirgado a nadie? ―Sasuke intentó sofocar la oleada de calor que le atravesó la ingle al pensar en la noche de bodas que estaba por llegar.

―¿Puedes borrar esa mirada de deseo de la cara? ―Obito le alisó las solapas de la chaqueta―. El novio no debería ir al altar con aspecto lascivo.

Alguien se aclaró la garganta. Sasuke y Obito se giraron y vieron a Minato Namikaze en la puerta. Sasuke rezó por que el hombre no hubiera escuchado toda la conversación. No habían dicho nada demasiado ofensivo, pero se encontraba en una situación delicada con su futuro suegro.

Minato miró a Obito con desdén.

―¿Podría hablar a solas con Sasuke?

―Claro. ―Obito asintió educadamente y salió de la habitación.

Sasuke tuvo que contener las ganas de decirle a su primo que volviera. Habían pasado apenas tres semanas desde que el incidente en la mansión Uchiha se saldara con la muerte de Fugaku Uchiha y destruyera el clan familiar. Se había hecho obvio de inmediato que Orochimaru había usurpado el puesto de Fugaku. Sus propiedades y sus negocios estaban bajo el control de Orochimaru, lo que le decía a Sasuke que llevaba tiempo planeando ese golpe maestro. Pensar en ello no le resultaba precisamente reconfortante.

―No puedo decir que apruebe la forma en que tú y mi hija comenzasteis vuestra relación ―comenzó Minato con formalidad―. Sin embargo, te estoy agradecido por haberle salvado la vida.

―Naruko es una mujer increíble ―dijo Sasuke con sinceridad―. Desde que la conocí, supe que nunca podría hacerle daño.

―Se parece mucho a su madre. ―La expresión de Minato se tornó casi melancólica―. Creo que tal vez me volví demasiado protector con Naruko después de la muerte de su madre. No quería perder el último vínculo que me quedaba con Kushina.

Naruko tiene la misma luz interior y el mismo modo de ver el mundo que su madre. Es algo raro y he visto estas últimas semanas que comprendes el valor de un don así.

―Así es. ―Sasuke se preguntó adónde quería ir a parar con todo eso. Minato soltó aire lentamente; parecía casi incómodo.

―Sé que tu familia está hecha pedazos. Confío en que puedas proteger a Naruko de Orochimaru.

SU ASESINO DE LA  MAFIAWhere stories live. Discover now